Capítulo 22

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Lo atraje hacia a mí para besarlo, sus manos se fueron a parar a cada lado de mi cintura, acariciándome la piel por debajo de la blusa, estuvo así unos instantes antes de que me la quitara y quedara completamente desnuda

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Lo atraje hacia a mí para besarlo, sus manos se fueron a parar a cada lado de mi cintura, acariciándome la piel por debajo de la blusa, estuvo así unos instantes antes de que me la quitara y quedara completamente desnuda. Se quedó ahí, mirándome desde arriba vi un brillo en sus ojos que no pude descifrar por más que intenté en ese momento. Me sentía tan extraña, tan... de él.

Llevó sus labios a mi cuello, lo que me hizo arquear mi espalda para apegarme más a él, suspiraba en su oído mientras él repartía besos por la piel delicada de esa zona, haciéndome sentir cosas que jamás antes había logrado con ese acto. Puso su mano en mi mejilla derecha, mantenía mis ojos cerrados dejándome llevar por el mar de sensaciones. Era como arena bajo de él. Sentí el roce de sus labios sobre los míos a la vez que su sexo se situaba en mi entrada, me besó y se hundió en mí por fin, abriéndose paso por mis paredes estrechas. Jadeé en su boca poniendo mis manos en su espalda, salió de mí y se quedó quieto por leves segundos.

—Mírame —pidió en un susurro cuando se separó de mis labios. Abrí los ojos y lo miré, tenía el rostro tan fresco y un semblante relajado. Volvió a hundirse en mí con lentitud. No estábamos teniendo sexo, no, era demasiado delicado como para llamarlo de ese modo —. Eres preciosa Ava.

Volvió a besarme por leves segundos cuando salió nuevamente. Se volvió a separar de mí cuando volvió a embestirme, y como me había pedido lo miré.

Hasta la noche se había sentido distinta.

Desperté y lo primero que vi fue el rostro sereno de Aidan. Tenía su brazo en mi cintura, el cual me mantenía apegada a él. Decidí que me vendría bien una ducha. Retiré su brazo con delicadeza, traté de no hacer mucho ruido buscando mis toallas y ropa qué ponerme. Cuando salí de mi habitación me percaté de que mi hermano se había ido temprano. No tenía ni la menor idea de qué hora era, pero mi intención fue dejar dormir a Aidan por más tiempo. Pero me vi realmente sorprendida cuando me dio la vuelta en la ducha, mirándome con sus ojos tan inexpresivos. Me besó por un largo rato bajo el agua.

Luego de desayunar me pidió que lo acompañara a su casa ya que tenía algunas cosas que hacer. Accedí sin protesta alguna.

Mi móvil sonó, me sorprendí el ver el nombre de Ámbar en la pantalla.

— ¿Ámbar? Hola —mi voz había sonado confundida. Pues yo que me sorprendía el que me llamara a esas horas.

—Bella, te llamaba para avisarte que tu pago está listo. Puedes venir a retirarlo cuando gustes.

—Puedo ir ahora —le hice saber. Sentí la mirada de Aidan puesta en mí.

—Si puedes, claro.

—Bien, te veré en un rato. Hasta luego.

—Nos vemos.

Di por terminada la llamada y me giré hacia Aidan golpeando el móvil contra la palma de mi mano.

Quiero que bailes para mí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora