—No le avisé a mi hermano que...
—Te llegó un mensaje, como no tenías contraseña le mandé que te quedarías fuera.
Lo miré con el ceño fruncido.
—No tenías que hacerlo —me molesté por un segundo. Hasta me pregunté qué más habría hecho con mi móvil. Pero menos mal, así no estaría tan preocupado —. Pero gracias.
Mordí mi labio inferior.
— ¿Cuánto dormí? —quise saber, con las mejillas rojas.
—Dos horas casi exactas —me dedicó media sonrisa.
—Tú no...¿Tú no dormiste nada? —ya me quería morir. Ava cállate.
—No. me dediqué a mirarte nada más.
—Lo siento...
—Yo no. Me gusta mirarte.
Me miró a los ojos, su mirada era tan intensa y cargada de deseo que tuve que desviar la mía, mordiendo mi labio.
Sus manos se posaron en mis brazos, subiendo y bajando, sentía sus palmas cálidas y suaves rozando mi piel. Cerré lo ojos, dejándome llevar por los besos que depositaba cariñosamente en mi espalda, mientras sus manos se perdían dentro de la sábana, hacia mis pechos. Me los apretó levemente, para masajear mis pezones. Era la primera vez que los tocaba de esa manera, y se sentía demasiado bien. Todo con él físicamente se sentía demasiado bien.
Me paré de la cama, haciendo que la sábana cayera completamente dejándome desnuda ante él. Me senté a horcajadas, devorándole la boca mientras mis manos se perdían en su cabello, enredándolo.
—No me cansaré de decir lo hermosa y perfecta que eres, Ava —murmuró sobre mis labios, no lo dejé seguir hablando, seguí besándolo con urgencia. Necesitaba más. Quería llenarme de él.
Su lengua se abrió paso por mí boca, para danzar con mi lengua, profundizando aún más el beso. Sus manos estaban en mis caderas, apretándolas. Sentía su sexo rozar entre medio de mis muslos, erecto, húmedo, preparado para mí, al igual que yo lo estaba para él.
Tomé su sexo y lo puse entre mis labios vaginales, comencé a masturbarlo con un vaivén de mis caderas.
—Jo...der...Ava —cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás, con los labios entreabiertos, jadeando mi nombre.
Mordí su barbilla y luego deposité besos por sus rostro, hasta llegar a su boca. Volví a agarrar su miembro, pero esta vez lo puse en mi entrada. Hice que se hundiera en mí tan lento que parecía una agonía. Puse una mano en su pecho e hice que recostara, me hice hacia adelante, apoyándome en su pecho, luego hacia atrás, lentamente. Sus manos fueron a parar a cada lado de mi cadera, enterrando sus dedos en mi carne sudada y caliente.
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Quiero que bailes para mí ©
RomancePensar que una mirada y un baile, lo cambiaría todo en mí, en él, en nosotros. Estaba mal. Lo que estábamos haciendo estaba mal. Pero desde un principio estábamos conscientes en el lío que nos meteríamos si éramos descubiertos. En el único lugar qu...