— ¿No estarás hablando de Ricardo, verdad? —me preguntó incrédulo.
Fruncí el ceño. No podría creer que me estuviese preguntando aquello con todo lo que sabe. Claramente no era así. Pero no quería hacérselo saber, de momento. No estaba lista para que todo eso saliera de mi boca para escucharme a mí misma decirlas. Sentía que así dolería más y me rompería.
—Por supuesto que no —respondí casi molesta, desviando la mirada con mala cara y un sabor amargo en la boca.
—Quisiera cenar con ustedes dos pasado mañana en la noche —habló Thomas ante la nube de tensión e incomodidad que se había creado.
—Quiero saber una cosa —me crucé de brazos dedicándolo una mirada intimidante —. ¿Te volviste a casar después de mamá?
Mi pregunta pareció dolerle porque vi un brillo de culpabilidad en sus ojos.
—Tres años después de que su madre se fuera me casé con mi actual esposa, Sonia, con la que tuve un hijo que actualmente tiene diesiciete años llamado Tobías.
Jo...der... tenía un hermano. Me quedé callada dejándome caer en la silla. De un momento a otro tu vida se ve tan distinta que ni siquiera llegas a reconocerla. En pcoo tiempo me había dado cuenta de que me había enamorado, que mi madre me mintió toda la vida, que mi padre estaba vivo y que tenía un hermano.
—Es demasiada información que procesar... —susurré, pero lo suficientemente fuerte como para que ambos hombres me oyeran.
—Estoy de acuerdo. Creo que todos debemos tener tiempo para pensar —Thom se paró de su asiento —. Me alegra ver que son tan unidos como hermanos.
Mi hermano y yo lo despedimos en la puerta.
—Entonces quedamos pasado mañana para cenar —confirmó mi hermano a lo que nuestro padre asintió ilusionado. Podía notar que Thom se estaba esforzando de veras, y que tenía toda la intención e interés de mantener una relación con nosotros de padre e hijos. Eso me agradaba, pero me sentía un poco abrumada.
Cuando Jared cerró la puerta dejé escapar un suspiro. Se dio la vuelta y me miró casi con lástima. Se acercó a mí pero aún así mantuvo su distancia.
—Pude notar el dolor en ti cuando dijiste "ya no" —levantó la cabeza, inspeccionándome. Lo conocía tan bien como para saber qué estaba preocupado pero asu vez era un curioso y un metiche —. ¿Sabes que puedes contarme todo, verdad?
Lo miré con incredulidad.
— ¿En serio? ¿Me constante lo de Fiorella? Tuve que enterarme por otra boca que ustedes llevaban tres meses acostándose a mis espaldas —me quité los zapatos y jugué un rato con mi cabello.
—Pensé que no molestaba.
—No me molesta en absoluto que estés con ella. Ya lo he dicho. Solo me parece un poco... hipócrita de tu parte decirme que yo puedo contarte todo cuando tú a mí no me dices nada y sabes que puedes confiar en mí —dije molesta, sentándome en el sofá y mirándolo con las cejas juntas.
—De todos modos ahora no estamos hablando de mí, sino de ti. Te has estado viendo con un chico y no me habías dicho nada.
—Ya te dije que eso se acabó, no era nada serio.
— ¿Solo te acostabas con él? —no entendí el tontito que usó que solo me hizo cabrearme más.
—Mi vida sexual no es de tu incumbencia así como la tuya tampoco lo es para mí.
Su rostro pareció relajarse.
—No fue con esa intención —se cruzó de brazos soltando un suspiro —. Solo me parece raro que digas que no era nada serio cuando veo ese brillo de amor y dolor en tus ojos. Te conozco demasiado bien para notar que no has estado igual desde algunos días. Más bien puedo asegurar que no volviste a ser la misma desde que entraste a trabajar en ese maldito club —su rostro volvió a ponerse serio —. Ya ni siquiera le cuentas las cosas a Fio o sales con ella. Solo eres tú en la universidad o trabajando, sino estudiando o desapareces por allí y ahora veo que era un chico.
Tragué saliva sin saber qué de decir.
—Me enamoré de él —murmuré mirando a la nada.
Sentí que mi hermano caminaba hasta a mí a paso lento y se sentó a mi lado, apretó mi mano dándome fuerzas a continuar. Pero se me había formado un nudo en la garganta que no permitió continuar.
— ¿Te hizo algo? —quiso saber.
Repiré profundamente, mirándolo.
—No me hizo nada. Me vio besándome con Ricardo y no he vuelto a saber de él desde entonces. Pero es que fue un malentendido... él no me dejó explicarle.
— ¿Besándote con Ricardo? —su rostro sólo era incredulidad.
—Para mi cumpleaños se acercó a mí a pedirme perdón, y después de abrazarme de todo lo que charlamos me besó y él lo vio todo.
Mi hermano miró hacia arriba tratando de recordar algo.
—Entonces esa noche no te pusiste a llorar por lo que pensé. Sino por lo que pasaste ese día.
—Fue por ambas cosas —le aclaré —. Ese día me di cuenta de que me había enamorado de él. Fue muy duro. Pero supongo que ahora no tiene importancia. Él se ha ido.
— ¿Has intentado buscarlo, si quiera?
—No.
—Hay algo que no me calza, dices que no has vuelto a saber de él pero asumo que vana la misma universidad, y es sumamente difícil pedir traslado de un día a otro, por lo que tengo entendido.
Tragué saliva. Supuse que había Abierto demás la boca. No quería seguir hablando de Aidan y todo lo que a ese día se relacionaba.
—Me iré a dormir.
—Pero mañana no tienes clases —me recordó, pero se dio cuenta que solo lo estaba evitando. Me conocía demasiado bien, pero sabía yo también que él disimulaba no darse cuenta de las expresiones o mis acciones en algunos momentos. Pero estaba segura que para mí hermano era un libro abierto. Me llegué a preguntar si para Aidan también lo era, pero no estaba segura de eso aunque me carcomía la curiosidad.
—Tengo mucho en qué pensar —no le di inspiré a decir nada más, solo me fui a mi habitación, me quité toda ropa y me tiré en la cama mirando hacia el techo. Recordé la noche que Aidan se había quedado allí, jamás antes una compañía hacía sigo tan acogedora y calida. Como si de verdad perteneciera allí, entre sus brazos.
A la mañana siguiente por el único motivo que me levanté tan temprano fue para ir al mirador. Sentía que aquel lugar me conectaba con Aidan. De alguna manera.
Oí a los lejos un auto acercarse. Lo que me puso alerta. Pero al ver de quién se trataba todo mi sistema dio un giro, sin embargo, me controlé para no demostrar nada.
Lo seguí con la mirada hasta que bajó del auto y se percató de mi presencia, quedando estático en su lugar. Al parecer él tampoco esperaba verme allí.
—Ava.
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Quiero que bailes para mí ©
RomancePensar que una mirada y un baile, lo cambiaría todo en mí, en él, en nosotros. Estaba mal. Lo que estábamos haciendo estaba mal. Pero desde un principio estábamos conscientes en el lío que nos meteríamos si éramos descubiertos. En el único lugar qu...