Abrí los ojos a la misma vez que los sentía humedecerse. No podía creer que estuviera allí. Me giré hacia él sin saber qué debía hacer exactamente. Se le veía tan tranquilo, pero había algo diferente en él. Estaba más delgado, ojeroso y tenía un aspecto cansado.Quería correr a sus brazos pero luego sus palabras se vinieron a mi cabeza. «No somos nada»
Desvié la mirada y caminé directamente hacia mi auto para largarme de ahí.
—No, espera —corrió hasta a mí hasta que me agarró la muñeca —. Tenemos que hablar.
Lo miré incrédula soltándome con brusquedad de su agarre. ¿Desaparece sin ninguna explicación y vuelve como si nada y dice que debemos hablar?
—Que te den —intenté alejarme pero nuevamente me agarró de la muñeca.
—Tienes que escucharme, yo...
Lo volví a mirar incrédula. Sí que tenía cara.
— ¿Escucharte? —pregunté con ironía —. La vez que te fuiste te di la oportunidad de explicarme el por qué. Pero tú no me diste la oportunidad de explicarte lo que pasó ese día, Aidan. Y ahora vienes después de haber desaparecido nuevamente y me pides que te escuche.
Bajó la cabeza, decaído.
—Lo siento —murmuró.
—De todos modos a ninguno de los dos le corresponde este numerito. No somos nada ¿recuerdas? Ni muchos menos ahora —no dijo nada por un largo tiempo. Me giré hacia a mi auto sacando las llaves de mi chaqueta para irme.
—Bien. Ya entendí —dijo al fin, entonces me giré hacia él. La verdad era que no quería irme —. Pero ponte en mi lugar, Ava.
— ¿Y qué lugar sería ese? —quise saber, levantando el mentón.
—Vi que la chica que me hace sentir muchas cosas se estaba besando a un chico de su edad sin miedo a ser descubiertos por alguien como yo —sus palabras dolieron. Tuve que desviar la mirada y pasar saliva —. Me dio tanta impotencia la libertad con la que se besaban...
—Aidan las cosas no fueron así... —esperé a que dijera algo, pero no lo hizo —. Ese día... era mi cumpleaños —sus ojos se abrieron de la sorpresa —. Ricardo se había acercando a darme un regalo y a pedirme perdón por todo lo que me hizo cuando terminamos. Quería dejar la fiesta en paz. Además él sabe lo difícil que es para mí celebrar ese día sin mi mamá y mi abuela. Me abrazó, luego se separó y me besó. La única razón por la cual le seguí el beso era para confirmar si lo había superado al cien y que no sentía ni la mínima cosa que siento por ti, Aidan. Y fueron solamente segundos. Luego te vi allí y...
— ¿Y?
—Me entró el pánico de que pensaras mal de mí.
—No pensé mal de ti. Jamás pensaría mal de ti, Ava —se intentó acercar a mí pero me aparté.
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Quiero que bailes para mí ©
RomantikPensar que una mirada y un baile, lo cambiaría todo en mí, en él, en nosotros. Estaba mal. Lo que estábamos haciendo estaba mal. Pero desde un principio estábamos conscientes en el lío que nos meteríamos si éramos descubiertos. En el único lugar qu...