Capítulo I

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Sentí como alguien me empujaba de una manera totalmente brusca, provocando que me cayera de trasero al piso. — Mierda. — Susurré, y a los segundos me puse de pie, observando a la persona causante de mi caída.

— ¿Quieres que te parta la cara, o qué, estúpida? — La fulminé con la mirada, mientras me subía mis mangas a la altura de mis codos, y alisaba mi falda.

— ¿Partirme la cara? ¿Tú a mí? Mira, la única que tendría derecho a partirte la cara acá, soy yo. Todas en este salón sabemos perfectamente que te metiste con ¡mí novio! Eres patética Lucía, una golfa ...

No permití que siguiera insultándome y le pegué un cachetadón con todas mis fuerzas en su mejilla. Todo el salón se quedó en silencio por unos segundos, hasta que decidí hablar.

— Que te quede bien en claro, señorita idiotita, que yo nunca  busqué a tu novio, él vino a mí. Que tú nunca hayas sido querida por tu "novio" no es mi culpa. Ahora abre los ojos, y date cuenta que Jonathan nunca te quizo, y al parecer nunca te querrá. Deberías tenerte un poco más de cariño, querida. — Dibujé una pequeña sonrisa en mi rostro mirando fíjamente a Janneth, la tipeja que hace unos segundos me había empujado de mi sitio, en el cuál yo estaba dormida.

Al no obtener ni una respuesta de su parte, caminé con pasos firmes hacía la puerta, quería salir de aquel salón, lo antes posible. Odiaba a todas las chicas que se encontraban allí, todas eran una estúpidas superficiales ¿por qué mierda me tuvieron que cambiar de escuela?

Antes de llegar a la puerta de salida, siento como alguien tira de mi cabello provocando que casi me cayera hacía el piso de espaldas, pero felizmente pude mantenerme en equilibrio, y volteé a ver de quién se trataba, y tal cómo esperaba; era Janneth.

— ¿Tú crees que esto se va a quedar así? ¡Eres una malditaa! — Se acercó a mí velozmente y me agarró de los cabellos.

¿No es tonto que siempre en una pelea de chicas, lo primero que se agarren sean los cabellos?

— Eres demasiado idiota, Janneth. — Dirigí mis manos hacía la parte de la clavícula apretando con cierta fuerza, sé que es uno de los puntos que más le puede doler a una persona, y no tardó en hacer efecto, puesto que Janneth ya estaba gritando como una loca desquiciada.

— ¡Suéltame, enferma de mierda!

— ¿¡Qué está pasando aquí!? — Se oyó una voz firme, a mis espaldas. Al instante solté a Janneth, y ella a mí.

— Carajo. — Dije casi en un susurro, pero al parecer no tan bajo.

— ¿Qué acaba de decir señorita, Brecht?

Mi paciencia en esos momentos estaba al límite. Me volteé y subí la mirada hacía el profesor Manuel Clarke.

— Nada. — Solté un pequeño suspiro.

— ¿Nada? Acabo de escuchar claramente que dijo "carajo". Hágame el favor de ir a la dirección junto con la señorita Thatcher.

Genial. Lo último que me faltaba, más problemas. Fulminé con la mirada al profesor, tomé mis cosas, y salí del salón con rapidez. Atrás mío venía la tarada de Janneth, si ella no hubiera empezado con toda el problema de su "Jonathan", yo seguiría durmiendo sobre mi carpeta.

— ¿A ti no te interesa que talvez nos suspendan? ¿verdad? Claro, a ti no te importa nada de lo que suceda en la escuela. — Estaba molesta, obviamente no iba a responder nada a lo que ella dijera. — Yo no sé que haré si mi papá se entera. — Jugó con sus manos sumamente nerviosa. — ... me va a matar.

Rodé los ojos ante sus palabras. A parte de jodida, resultó ser dramática.

— Eres odiosamente exagerada. Solo cállate y tranquilízate, que puedes empeorar las cosas.

— ¡Eso lo dices porque no conoces a mi padre! Él es bien frío, y super exigente, si se entera que me han suspendido por una simple pelea ... no sé cómo reaccionará ... o mucho peor, talvez nos expulsen. — Llevó sus manos hacía su boca, ahogando un pequeño grito.

— Que te calles, solo fue una pinche pelea, no va a pasar nada de eso, solo nos regañarán y ya. Ahora, ahórrate todo este drama, que no estaríamos en esta situación si tú no hubieras hecho esa estúpida escena por el tarado de Jonathan. — Se pusó delante mío obstruyendome el paso, mientras me miraba con el semblante serio.

— Sé sincera, por favor. Uste-tedes ... ¿han tenido algo?

— ¿A qué te refieres con "algo"? Sé más directa, ¿quieres? — Cuestioné haciendome la desentendida. Ella solo resopló mientras se cruzaba de brazos.

— ¿Han tirado, se han encamado, han tenido sexo, han follado, lo has montado? ¿Quieres que sea más directa aún? — Solté una pequeña risa ante sus palabras, vaya maneras distintas que se pueden referir al "sexo"

— No. Jamás me acostaría con un tipo como Jonathan. Es un imbécil, cree que todo el mundo puede estar a sus pies, solo porque es un niño adinerado y guapo. A parte de ello, tiene el cerebro del tamaño de un maní.

— En eso te equivocas, Jonathan es inteligente, talvez no en el ámbito de los estudios, pero es bastante audaz, siempre obtiene lo que quiere. Y por más defectos que yo le vea ... yo lo amo. — Rodé los ojos al instante en que dijo aquellas últimas palabras ¿amor? Soy conciente que a mi corta edad de diecisiete años aún no conozco mucho aquel término, y qué es lo que abarca, pero dudo mucho que lo que ella sienta sea "amor"

— Cállate, suenas demasiado cursi. Y ya, quítate de mi camino, tenemos que ir con el pinche director calvo.

— Oh, cierto tienes razón.

(...)

*Luego de unas horas*

Salimos de la oficina del director, al parecer no es tan rudo como aparenta ser en la formación, ¡hasta nos invitó galletas! Debo admitir que ahora el calvito me cae bien. Lo único que me dijo es que en esta semana debo ir a ver a un psicólogo, por lo que paro ocasionando problemas según él.

Bueno sí, he de admitir que estos últimos meses no han sido los mejores, y que yo no tengo un caracter "pacífico" mayormente me dejo llevar por mis impulsos, y creo que eso es lo que me caga las cosas siempre.

— Oye, el director ... no resultó ser lo que aparentaba ¿verdad? — Me codeó con ligereza mientras sonreía.

— Sí, es buena gente. Te dije que no había porque ponerse nerviosa.

— Pues sí. — Sonrió. — Oye, Lucía, yo .. en serio lo lamento, no debí comportarme hoy así contigo.

— ¿En serio me estás pidiendo disculpas? ¿Tú, Janneth Thatcher? — Solté una pequeña risa y asentí. — Vale, acepto tus discupas, pero no creas que por ello podemos entablar alguna amistad, ya me ha demostrado el tiempo que las "amistades" no existen. — Ella me miró un tanto desconcertada, yo me encogí de hombros, introduciendo mis manos hacia los bolsillos de mi chaqueta, y me fuí caminando hacía el otro pabellón del colegio.

Debo admitir que Janneth no parece una mala persona, solo un tanto tarada, pero para mí no es fácil confiar en las personas, mi supuesta mejor amiga, la chica a la cuál conocí por 4 años, me vendió, literalmente lo hizo. Ustedes se preguntarán "¿cómo así?" pues fue en una de las fiestas a las que fuí con ella, había alcohol, drogas, yo toda la vida me he cuidado de las drogas, y del alcohol ... bueno, no tanto, pero tampoco me excedo mucho. Pero aquel día, me echaron algo al tequila, que literalmente me tumbó, ni idea de cómo se llame la droga, pero al despertar me encontré semidesnuda, con un tipo que estaba super nervioso, y me tomaba de la mano, pidiendo perdón, y diciendo que no me había hecho nada.

Al parecer el muy cabrón se había arrepentido al último momento, y no me violó, y de verdad agradecí ello, pero luego me contó que le había pagado a mi "mejor amiga" para que le pusiera aquella droga al trago. Recuerdo que dolió, no lo quize creer, hasta que hablé con ella; con Rocío, y la muy desgraciada ni si quiera se esforzó en tratar de mentir, no negó nada, y ni si quiera se disculpó.

Fue allí que comprendí que las verdaderas amistades no existen, que las personas son egoístas e individualistas, que no espere nada de ellas, y que tampoco confíe.

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