En todo el recorrido hacia mi casa reinó el silencio, pero un silencio incómodo. Mayormente disfrutaba de mi soledad, no me gustaba mucho estar acompañada. Desde que murieron mis padres me había vuelto así, y no deseaba cambiar.
- Esta es tu casa, ¿verdad? - Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me había dado cuenta que ya habiamos llegado a casa.
- Sí, es esta.
- Ok. Mañana también te traeré a casa. — Lo miré un tanto extrañada.
— Oye ... el hecho de que me hayas traido a mi casa una vez, no te da el derecho de acompañarme siempre. Además, mañana no se podrá.
- ¿Se puede saber el por qué?
- Ah, la respuesta es fácil. Hoy vino tardísimo un profesor nuevo ... super incompetente y como no pudo realizar sus clases debidamente, nos mandó una tarea grupal un tanto pesada, y se supone que debo ir mañana a la casa de mi amiga para hacerla. - Me encogí de hombros. - La culpa la tiene aquel profesor.
Él soltó una carcajada mientras ladeaba la cabeza.
- Está bien. Bueno entonces dudo que mañana te pueda ver.
- ¡Uy! Me da igual, voy a pasar de una vez a mi casa. Chau.
Él solo se limitó a asentir con la cabeza.
- Hasta luego.
- Bye. - Subí los peldaños hasta la entrada de mi casa, entré en ella y la cerré detrás mío.
Subí las escaleras con rapidez, me adentré a mi cuarto y me tumbé en la cama. A los segundos escuché que alguien llamaba a mi celular.
Me levanté con pesadez, tomé el aparato entre mis manos y pude notar que se trataba de un número desconocido, y sin estar completamente convencida; contesté.
- ¿Aló? - En la otra línea no se oía nada más que una respiración. Al no obtener respuesta pregunté nuevamente.- ¿Quién habla? - Seguía escuchando la respiración lenta de alguien. - Si no vas a tener los cojones para hablar, mejor no vuelvas a llamar. - Corté de inmediato.
A los pocos segundos volvieron a llamar, vi nuevamente que se trataba de un número desconocido, y lo mandé a buzón de voz.
Me puse de pie, y me dirigí hacia el ropero y saqué una toalla, luego me fuí al baño; me sentía cansada, y no sabía la razón exacta, talvez tenía anemia, ya que últimamente no me he estado alimentando como se debe.
Ingresé al baño, me despojé de mi ropa, y entré a la ducha, y luego de unos largos minutos salí de esta. Me sentía fresca como una lechuga.
Me coloqué mi ropa interior, luego un short muy corto, y después una camisa que me quedaba super grande, ya que aquella prenda era de mi hermano. Aveces me ponía sus ropas. Me hacia recordarlo bastante, no sé si era masoquismo, pero no iba a dejar de hacerlo, ya que me ayudaba a no sentirme tan sola.
Me miré al espejo con una pequeña sonrisa, pudé notar que la camisa tenía una mancha que era un poco grande.
Flashback
-- Julián, ¡le diré a mamá que me estás fastidiando! -- Me quejé con un puchero en mis labios, ya que mi hermano acababa de quitarme una albóndiga de mi plato.
-- Ay renacuaja, no seas llorona, mira, tienes dos más en tu plato.
-- ¡No! Yo quiero tener tres, devuélveme mi albóndiga. -- Me cruzé de brazos, y fruncí el ceño.
Él rió, y me desordenó el cabello.
-- No sé a quién habrás salido tan renegona, renacuaja. -- Tomó una albóndiga con su tenedor, y lo colocó en mi plato. -- Ya está, ya tienes tus tres albóndigas, glotona.
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La Maldición
VampireLucía Annie Brechg; una chica de diecisiete años, un tanto problemática, vulgar y ruda ... o eso aparenta ser. Con su familia fallecida en un accidente; Lucía tendrá que lidiar con su tía y su prima las cuales no pierden oportunidad de hacerle la v...