Abrí los ojos, y noté que estaba en mi salón de clases, luego de unos pocos segundos bostezé, me tallé los ojos y me apoyé en el respaldar del pupitre. Subí la mirada y me hallé con los ojos color avellana de Valery.
—Hasta que por fin despiertas—. Dibujé una pequeña sonrisa, me saqué los auriculares, y los dejé sobre mi pupitre. Elevé nuevamente la mirada y me encogí de hombros.
—Lo siento, no tuve una buena noche—. Respondí serena.
Y sí, era cierto. Pero si hubiese tenido una buena noche, de todas formas me hubiera dormido en su clase.
—Que no se vuelva a repetir, señorita Brechg—. Dijo con el semblante serio, y se puso de pie, tomando su cartera. —Puedes ir al patio, ya es receso. Todas tus compañeras acaban de salir—. Se dirigió hacia la puerta del salón, y antes de cruzarla, volteó y nuevamente su mirada recayó en mí. —He dejado tarea para la próxima semana, te conviene ser responsable en mi área, Lucía. No quiero tener más problemas contigo, así que ponte a estudiar y practicar—. Y al terminar de decir eso, salió.
Me quedé ahí, un tanto extrañada. Y luego solté una pequeña risa. ¿no quiere tener problemas conmigo? Já. Bien que disfruta desaprobarme en su curso.
Me pusé de pie, y estiré mis manos hacia el techo, mientras me ponía de puntitas. De mis labios se escapó un segundo bostezo, y a los pocos minutos salí del salón con mi celular en mano, para ir hacia el comedor.
Cuando estuve caminando por los pasillos, noté que Joseph venía del lado contrario con algunas hojas, y había un par de chicas tras él. No le tomé importancia y seguí caminando mientras miraba las notificaciones de mi celular.
Al pasar por su lado, me tomó del brazo; haciendo que detuviera mi paso. Dejé de prestar atención a mi teléfono, subí la mirada un tanto confundida, y me encontré con sus ojos.
—¿Qué?— Cuestioné fastidiada.
Se escuchó un pequeño murmullo, y me gané muchas miradas desagradables de tipas que iban detrás de Joseph.
—Lleva estas cosas a la sala de profesores—. Dijo en tono demandante, mientras señalaba con la mirada las muchas hojas que tenía entre sus manos, su rostro indicaba que se hallaba molesto. Pero aún así, no me importó ¿quién se creía él, para venir y ordenarme a hacer cosas?
—¿Me has visto con cara de tu asistente o qué?— Miré a las chicas que estaban atrás de él. —Mira, ahí tienes a varias pendejitas que estarían más que dispuestas a ayudarte. Ahora si me permites, quiero ir al comedor—. Traté de librarme de su agarre, pero mi intento no funcionó.
No estoy para tus juegos. Apúrate, es una orden.
Lo fulminé con la mirada. Me molestaba su tono auroritario, como si fuese mi deber hacerle caso.
Annie ... no me hagas perder la paciencia, no quiero perder los estribos aquí, contigo.
Lo miré con recelo mordiendo mi lengua, para no empeorar la situación, porque sabía que en este tipo de situaciones debía contenerme. Al final asentí.
—Ok—. Él me entregó las hojas, y su rostro seguía serio.
Comenzó a caminar, y el grupo de chicas lo empezó a seguir. Y él enseguida al notar eso volteó hacia ellas sin cambiar la dura expresión que llevaba.
—Alumnas, háganme el honor de dejar de seguirme. Se supone que ya acabó mis clases de esta semana con ustedes, yo pregunté en el salón por si había dudas del tema, y nadie cuestionó algo. Así que por favor, con ustedes será hasta la próxima semana, pueden ir al patio, o al comedor. Gracias—. Se dió la media vuelta para volver a caminar.
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La Maldición
VampireLucía Annie Brechg; una chica de diecisiete años, un tanto problemática, vulgar y ruda ... o eso aparenta ser. Con su familia fallecida en un accidente; Lucía tendrá que lidiar con su tía y su prima las cuales no pierden oportunidad de hacerle la v...