Capítulo XXIV

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Me sentía cansada, y muy frustrada, con un montón de emociones y sentimientos que no podía controlar.

Abrí mis ojos, y enseguida los volví a cerrar, la luz que emanaba el foco de la sala era muy fuerte.

-Annie-. Escuché la voz de Joseph, y de inmediato sentí sus brazos rodearme el cuerpo, mientras me apretaba con cierta fuerza hacia él. Yo no me opuse, de hecho lo disfruté, pero estaba decidida en que iba a ser la última vez que iba a permitir ser abrazada por él. -¿Estás bien?-. Su aliento chocó contra mi nuca, y me estremecí.

No. Todo eso era mucho y díficil de controlar.

De inmediato traté de alejarlo con mis manos, pero no conseguí moverlo.

-Joseph, sí, estoy bien ... necesito espacio-. Dije tratando de sonar lo más fría posible, mientras seguía tratando de alejarlo con mis manos.

Luego de unos segundos se alejó y me miró con el semblante serio. Puso su mano sobre mi frente, y ladeó ligeramente su cabeza.

-Estás con fiebre-. Dijo casi en un susurro, luego se puso de pie nuevamente (porque estaba de rodillas hace un rato) y se fue no sé a dónde.

Conseguí sentarme en el sofá, y noté que llevaba una frazada encima. Solté un pequeño suspiro, y me cubrí nuevamente con la frazada. Bajé la vista hacia mis pies, y estos se hallaban cubiertos en gasa. Sonreí inconscientemente, y cuando subí la mirada me topé con los ojos grices de Benjamin, quien me miraba expectante.

Lo miré de pies a cabeza, no me había fijado en como lucía. Llevaba unos pantalones negros, y una polera de color gris. Ah decir verdad, se parecía un poco a Joseph, incluso se podría decir que eran del mismo vuelo. También era muy guapo, solo que lucía un poco más joven, a diferencia de Joseph él tenía el cabello gris.

Tragué grueso. ¿Cómo debía reaccionar? ¡Quería abrazarlo! Y a la misma vez mandarlo a la mierda, por no haberse opuesto firmemente a que me borraran la memoria.

Mis ojos comenzaron a humedecerse, y yo no podía controlarlo. Mordí mi labio inferior con fuerza, no quería llorar delante de él.

-Oso, no ... no hagas eso-. Dijo mientras se acercó a mí. De inmediato negué con la cabeza.

-Que no se te ocurra tocarme. Estoy demasiado cabreada contigo, Benja-. Sus ojos me miraron con confusión, pero luego se iluminaron.

En cuestión de segundos yo estaba sobre sus piernas, mientras él me abrazaba con fuerza. En pocas palabras, hizo caso omiso a mi petición.

Me sentía una niña pequeña. Las lágrimas empezaron a salir, yo solo me limitaba a eliminarlas con el dorso de mi mano.

-Por favor, abrázame-. Dijo en un susurro, yo ladeé la cabeza. No podía hablar, sentía un nudo horrible en la garganta. -Oso, por favor.

-¿Qué mierda crees que estás haciendo?-. Subí la mirada y me topé con los ojos furiosos de Joseph. -O sea, a mí me pides que te dé tu espacio, pero bien que ahora estás en las piernas de él, practicamente asfixiándolo.

-Joseph, ella me recordó-. Habló Benjamin, y el rostro de Joseph cambió completamente, ahora simplemente era inexpresivo.

-Eso es técnicamente imposible-. Dijo él con su tono de voz gélido.

-¡Pero lo hizo! ¡Me llamó "Benja"! Ella siempre me decía Benja.

-¿Me puedes dejar sobre el sofá, por favor? No quiero estar cerca tuyo, ni cerca de Joseph. Es más, ¿me podrían dejar sola esta noche? De verdad se los agradecería-. Joseph hundió su ceño, y de inmediato me tomó por los brazos, haciendo que me ponga de pie frente a él.

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