Capítulo IV

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Sentí que mis manos comenzaban a sudar, y mis nervios aumentaban por cada paso que él daba hacia mí. Retrocedí de inmediato, hasta que choqué con una de las paredes.

- ¡Aléjate de mí! Pinche raro. - Él solo sonrió, mientras seguía acercandose hacia mí con lentitud, como si se tratase de un depredador que acechaba a su presa.

Tan solo la idea de ello me hacia estremecer y sin esperar más, trate de pasar por su lado con rapidez, para poder llegar a la puerta. Y déjenme decirles que fue la idea más estúpida que había tenido.

En cuestión de segundos, me encontré nuevamente contra la pared. Él tenía sus brazos apoyados contra la pared alrededor de mi cuerpo, el imbécil me tenía acorralada y su rostro se encontraba a tan solo centímetros del mío.

- ¿Me ayudaste con Jonathan, para ahora tú hacer lo mismo? Já, que poco hombre resultaste ser. - Siseé molesta, mirándolo fíjamente con el ceño fruncido.

Tranquila. No haré nada de lo que te estás imaginando. Aunque ... ya quisieras.

- Eres un idiota. - Él solo sonrió de una manera descarada.

A los segundos alejó su rostro del mío, y regresó a su postura recta, mientras me observaba con detenimiento, manteniendo el semblante serio.

- Dame tu mano. - Ordenó. Parecía molesto. Sabía que ese tipo no era normal, y que si él quiziese me podía hacer daño en un abrir y cerrar de ojos.

Sentí miedo.

- ¿Qué es lo que buscas? - Cuestioné obviando lo que hace unos instantes él me habia dicho.

- ¿Eres sorda o qué? Dame tu mano Annie, no tengo todo el tiempo del mundo.

- Y si no te la quiero dar ¿qué pasará? - Mordí mi lengua al instante en que las palabras salieron de mi boca, puesto que estas habian salido sin pensar. ¡No es un buen momento para llevar la contraria! Me regañaba mi conciencia.

- Te gusta hacer las cosas complicadas ¿verdad? - Tomó mi mano, entre las suyas. No hice nada para detenerlo, ya no quería cometer más errores, mis impulsos nunca me han llevado a nada bueno.

Él solo observaba con detenimiento mi muñeca, y su semblante cambió, parecía ... ¿preocupado? No. Debían ser ideas mías, él no tendría ni una razón en preocuparse por mí.

- Al parecer se van a formar hematomas alrededor de tu muñeca. - Cerró sus ojos por unos segundos, y luego fijó su mirada en mí. - Tienes que tener más cuidado con Jonathan, en la próxima no me pienso entrometer.

No estaba segura si me lo dijo a mí, o talvez estaba pensando en voz alta. Pero de todas maneras, todo ello se me hacía incómodo. No sabía ni cómo sentirme.

Lo miré un tanto confundida. A los pocos segundos retiré mi mano de inmediato y lo escondí detrás mío.

- Da igual, no importa. Y créeme, en la próxima no necesitaré tu ayuda. - Respondí un tanto fastidiada.

Ya lo veremos. 

Lo escuché nuevamente por mi mente.

- Mira ... tú. No sé que es lo que seas, y tampoco me interesa. - Mentí. Sí me interesaba, me causaba mucha curiosidad. Pero sentía que no iba a ser bueno involucrarme con él. - No quiero ganarme más problemas, cómo ya te habrás dado cuenta, ya tengo sufiencientes. - Él solo se limitaba a observarme. No decía nada, por lo que opté a seguir hablando. - Ahora debo ir a clases, espero no toparme contigo nunca más. Ah, y no andes por ahí hablandole a las personas por la mente, es muy fastidioso, y abrumante. - Él solo soltó una risa, totalmente relajado.

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