Capítulo XXII

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— Necesito que me des las llaves de la casa última que compramos— Me sentía un poco cansada, así que estaba recostada en el asiento, con los ojos cerrados mientras me mantenía atenta a la conversación de Joseph.

—¡Me importa un carajo! Necesito las putas llaves, no pienso llevarla a mi casa, se puede quedar hasta traumatizada—. ¿Qué? ¿Se refería a mí? ¿Acaso no pensaba llevarme a mi casa?

— No la pienso llevar allá, ¿qué...— Al parecer iba a decir algo más pero se quedó callado. —Puede ser hoy, ahorita está muy ebria, dudo que se acuerde de algo mañana. — Eso me alarmó, ¿por qué carajos decía eso? ¿iba a violarme junto con su amigo o qué? Aunque no sería mala idea un trío ... Esperen. ¿Qué acabó de decir? Ay, mierda, estoy loca.

Luché conmigo misma para no abrir los ojos, y darle un buen golpe puesto que sentía la necesidad de escuchar más.

— Bien, te veo en quince, no llegues tarde, y ni se te ocurra olvidarte las llaves, Benjamin.— Al parecer colgó puesto que después de varios segundos dejó de hablar.

Así que su amiguito se llamaba Benjamin. ¿Estará tan bueno cómo él? Solté una risa sin poder evitarlo, al darme cuenta que acababa de delatarme me llevé las manos a la boca, y abrí mis ojos.

— ¿Desde hace cuanto estás despierta?— Cuestionó Joseph mientras su mirada se mantenía en el camino.

— Unos ... no sé — Solté otra risa. — Supongo que hace unos ... ¿pocos minutos?—. Bajé la ventana del auto, y comenzé a sentir el aire chocar contra mi rostro.

Las calles estaban completamente desoladas, pero bien iluminadas, a parte que abundaba un silencio sorprendente. ¡Me encantaba como se veían!

—Sube la ventana, el aire te pondrá peor. — Giré mi rostro hacia él y le saqué la lengua.

— Que aburrido eres. — Susurré haciendo un puchero. Luego solté un suspiro. — ¿Me estás llevando a casa? — Cuestioné mientras veía las calles tratando de ubicar las avenidas.

— Sí. — Su respuesta me tomó desprevenida, yo ya estaba más que dispuesta a discutir con él, sobre el por qué me llevaría a otro lado, puesto que fue lo que escuché, pero al parecer entendí mal las cosas, y sentí una pequeña decepción. ¿Qué carajos me pasaba?

— Ah. — Dije sin más, mientras entrelazaba mis manos entre sí un poco nerviosa.

-Suenas decepcionada ¿Querías que te llevara a otro lado, o qué?-. Seguí viendo las calles, y no me parecía para nada familiar ¿de verdad estabamos yendo a mi casa?

— No. Al contrario, estoy super feliz de que me lleves de una vez a mi casa, y que no trates de aprovechar mi estado de ebriedad. —Solté dejando mostrar mi molestia, mientras mi vista seguía fija en las calles. — Ah, pero si fuera Nathaly, bien que aprovecharías ¿no? — Hasta yo me sorprendí de mis palabras.

¿Por qué cojones dije eso?

Él frenó de inmediato sin previo aviso, y me fuí hacia adelante con una fuerza sorprendente, sino fuera por mi cinturón de seguridad, hubiera salido volando del carro.

— ¡¿Qué vergas te pasa?! ¿¡Estás loco!? ¿¡Cómo carajos vas a frenar así!? — Volteé a verlo con el ceño fruncido, y para mi sorpresa él llevaba una sonrisa en su rostro. ¡Maldita sea! ¿Por qué era tan guapo? Juro que me derritiría frente a él, si no estuviera enfadada. Al ver que no decía nada, decidí quitarme el cinturón y bajé del auto.

Mala idea.

Traté de mantener el equilibrio sobre mis tacones, sin embargo en mi segundo paso, casi me caigo. Al instante Joseph apareció a mi lado, quizo tomarme de la cintura pero de inmediato traté de alejarme, la imagen de Nathaly y él besándose se instaló en mi mente.

— No te atrevas a tocarme. — Siseé molesta. Y él mordió su labio inferior, al parecer trataba de reprimir una risa.

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