Capítulo XI

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Abrí mis ojos y sentí un ligero dolor de cabeza. Estaba sobre una superficie suave, parecía una cama. Me senté, y noté que estaba  en una habitación que no era la mía. Los colores de las paredes eran blancas, el cuarto era muy amplio, habían tres armarios grandes, uno de ellos llamó mi atención se veía muy antiguo.

Me puse de pie, y comenzé a caminar hacia dicho armario, traté de abrirlo pero no pude, estaba cerrado con llave.

— No toques cosas que no son tuyas. — Me sobresalté y volteé inmediatamente para ver de quién provenía esa voz. Austin.

Me sentí como una niña pequeña que acababa de ser atrapada por sus padres, después de haber cometido alguna travesura. Sonreí vacilante. — Lo siento. — Susurré y bajé la mirada.

— Esta bien. No te preocupes, dime ¿Cómo te sientes? ¿Ya te acuerdas de mí? — Dijo elevando la comisura de sus labios, mostrando su perfecta dentadura.

— Estoy bien. Y ... sí, me acuerdo de ti. — No subí la mirada, me causaba algo de vergüenza puesto que cuando era una pequeña, literalmente acosaba al pobre todo el día.

— Me alegro. No sabes lo mucho que me asusté cuando te desmayaste. — Subí la vista y chocamos miradas.

— Lo siento. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? — El soltó un profundo suspiro volviendo a su postura seria.

— Pues algo de 5 horas. No fue mucho, pensé que ibas a despertar mañana. La doctora dijo que al parecer no te alimentas bien. A partir de ahora seré pesado contigo y me encargaré de que te vuelvas una bolita andante. — Estallé en carcajadas al escuchar sus últimas palabras.

— Gracias por tus buenas intenciones, pero me gusta ser delgada. — Él se cruzó de brazos y sonrió nuevamente.

— Bueno, solo te aviso que de acá no saldrás sin cenar.

— Y si no quiero ¿qué pasará? — Alcé mi ceja con una pequeña sonrisa en mi rostro.

— Simplemente de acá no saldrás. — Dijo en un tono divertido.

— ¿Cuánto apuestas que sí? — Me cruzé de brazos manteniendo mi sonrisa.

— No lo permitiré, Luci. — Su tono de voz volvió a ser serio. Inflé mis mejillas, y rodé mis ojos un tanto fastidiada.

— Está bien, tú ganas. — Él sonrió nuevamente.

— Te espero abajo, la cena ya está lista. Pedí que hicieran asado de carne, si mi memoria no me falla, ese era uno de tus platos favoritos.

Asado de carne ... recuerdo que cuando traía una buena calificación del colegio, mamá preparaba ese plato, como modo de felicitaciones. La extraño tanto.

Mis ojos comenzaron a picar, y Austin me miraba con preocupación. Carajo. No me gustaba el hecho de verme débil ante una persona.

— Sí, yo bajaré dentro de un ... — Sentí los brazos de Austin, rodear mi cintura, y apoyó su rostro sobre mi hombro. Me estaba abrazando.

— No tienes por qué tratar de verte fuerte delante mío. Sé por todo lo que has pasado Lucía, no me atrevería a juzgarte. Si quieres llorar, llora. Si quieres gritar, grita. Si quieres golpear, solo hazlo. — Susurró cerca de mi oreja.

Esas simples palabras bastaron para destruir la barrera que había construido hace mucho. Lo abrazé con fuerza, y las lagrimas comenzaron a salir, junto con los sollozos. Austin no decía nada, solo acariciaba mi cabeza, mientras me abrazaba.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, solo sabía que gracias a él, me había quitado un gran peso de encima.

Deshice el abrazo y me limpié con el dorso de mi mano, los restos de lágrimas que tenía en mi rostro. Subí la mirada y me topé con los ojos de Austin.

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