Capítulo XIV

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—Iugh. Tu manzana está horrenda. ¡Ya despierta!—. Abrí un ojo y pude ver que Janneth estaba de pie a un lado de mi pupitre.

—No—. Susurré mientras volteaba mi rostro hacia el otro lado, provocando que la manzana con mordidas, callera al piso.

—Ya es hora de salida Luci, ya vámonos—. Golpeó mi frente y solté un gruñido. No andaba de ánimos. Me senté correctamente sobre mi pupitre pegando mi espalda en el respaldar y miré la hora en mi celular "1:09"

—Bien—. Me puse de pie. Guardé todas mis cosas en la mochila, y recogí la manzana que se había caído al piso. Y Janneth tenía razón, se veía mal. Lo boté al tacho de basura y salí del salón con Janneth atrás de mí.

Mi celular comenzó a vibrar, alguien estaba llamando. Lo saqué de mi chaqueta, y vi que se trataba de un número desconocido. Fruncí el ceño, y contesté.

—¿Quién habla?—. Contesté seca. La otra vez también me había llamado un número desconocido, y lo único que obtuve fue "nada" al parecer había sido una broma de mal gusto.

—Uy, ese tonito indica que estás molesta, bonita. ¿Aún no sales de tu colegio? Estoy acá. —. Su voz la reconocí en cuestión de segundos.

—Ah, hola Austin. Sí, ya voy saliendo—. Apresuro el paso, y Janneth me mira con una sonrisita, mientras leo de sus labios un "¿Quién es Austin?"

—Vale, bonita. Te esperamos acá.

—¿Te esperamos? ¿Tú y quién más?

—Ah. Alexander y yo. No paró de insistir en venir en cuanto supo que vendría a verte—. ¿En serio? —Aush—. Escuché a Austin quejarse. Estaba segura que Alexander le propinó un golpe.

—Está bien, te veo en un par de segundos—. Y sin más que decir colgué.

—¿Quién es Austin?—. Cuestionó Janneth con esa sonrisa típica de ella.

—Un amigo de la infancia—. Me encogí de hombros.

—¿Solo un amigo?—. Entrecerró sus ojos mientras su sonrisa seguía en su semblante.

—¿Sabes?, estoy notando que quieres emparejarme con cualquier chico. ¿Por qué?—. Ella rió ladeando la cabeza.

—No es eso, solo que ... no sé, nunca he escuchado algo de ti y algún chico, y a mí me encanta juntar a las personas. ¡Soy el hada madrina del amor, cariño!—. Me codeó ligeramente y yo rodé los ojos.

—Eres muy fresa, Janneth.

—¿Me debo ofender o sentirme halagada?—Ladeé la cabeza y le dí un pequeño golpe en la mejilla.

—Calladita te ves más bonita.

—¡Eso me dice Jonathan!—. Agh. Jonathan.

—¿De verdad eres novia de ese mequetrefe?—. Al terminar de hablar, su sonrisa se borró y me miró con el ceño fruncido.

—Ya te he dicho que no me gusta que hables así de él. Y sí, soy su novia—. Comenzó a caminar más rápido, y salió primero de la institución. Yo la seguí, y tomé su brazo. Era obvio que se había enojado.

—Oye, ya. Tranquila, lo siento. Solo que, creo que te mereces a alguien mucho mejor que Jonathan—. Ella se soltó de mi agarre bruscamente.

—No importa, da igual. Hasta mañana Lucía—. Dió media vuelta y se fue. Yo me quedé viéndola un tanto sorprendida. ¿Había dicho algo malo? Solo le dije lo que me parecía, no me arrepentía de nada. Jonathan es un imbécil, y tarde o temprano ella se daría cuenta de ello.

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