Capítulo XIX

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El timbré que indica que ya es hora de salida sonó, y el profesor se retiró del aula.

Tomé mis cosas, y comenzé a guardarlas en el interior de la mochila. Las horas en la escuela se habían pasado volando, y eso se debía en parte porque los cursos que había tocado ese día, me gustaban.

-¿Debería cambiar de color de esmalte o este me queda bien?-. Terminé de guardar las cosas, y me puse el tirante de la mochila en uno de mis hombros. Subí la mirada y me topé con Janneth, quien me miraba expectante mientras me mostraba sus perfectas uñas de color fucsia.

Solté un pequeño suspiro y ladeé la cabeza formando una pequeña mueca con mi boca.

-Por lo general no me gustan los colores chillones, me voy más por los colores oscuros, tu test es clara, creo que por una parte resaltaría más un azul oxford o un azul marino-. Me encogí de hombros restándole importancia al asunto. -Yo cada que me las pinto, lo hago de negro, para evitarme la fatiga, ya que el negro cae con todo.

Ella soltó una risa que fue contagiosa, al final las dos acabamos riendo. Luego que las risas cesaron, la sonrisa de Janneth desapareció, y su mirada se hallaba perdida.

-Ayer fue el peor día de mi vida, claro, a parte del día que me enteré que mis padres se separaban-. Susurró pero no tan bajo, porque logré oirla.

Solté un pequeño suspiro y puse una mano en su hombro. -Hey, estas cosas suelen pasar, es parte de "crecer" ya verás que vendrá algo mejor, y ahora ¿qué te parece ir por unos helados? A mí siempre me anima comer dulces cuando estoy triste ¿te parece buena la idea?

Ella conectó nuevamente sus ojos con los míos y esbozó lo que se supone una "pequeña sonrisa" pero parecía más una mueca forzada, era más que evidente que se hallaba mal.

-No, espera. Mejor vámonos de compras, quiero un nuevo vestido para la fiesta de esta noche ¿si?-. Hizo un puchero mientras me miraba.

Subí mi mirada al techo pensando en su idea, la verdad era que no me gustaba ir de compras.

-Ya pues, Lucía. No seas mala, con las compras despejaré mi mente, y no estaré pensando en Jonathan. Por fis, por fis, ¿siiii?- Tomó mi brazo y comenzó a zarandearlo mientras mantenía su puchero.

-¡Ya, ya! Pero deja mi pobre brazo en paz-. Ella soltó un gritito de felicidad y me abrazó. Yo solo sonreí y rodé los ojos, era increible los rápidos cambios de ánimo que tenía Janneth.

-Vamos a mi casa a almorzar, y luego le pedimos a Martín que nos lleve a los comercios del centro.

-¿Quién es Martín?-. Cuestioné un tanto desconfiada.

La idea de Janneth haciéndome el bajo con uno de sus amigos se me vino a la mente. Y ¡eso era lo último que quería!

-Es mi chofer, es un hombre de confianza de mi padre, me conoce desde que soy practicamente una niña-. Entrecerró sus ojos mientras me examinaba con la mirada. -¡Ay, ni creas que te quiero emparejar con un tipo que te triplica la edad, Janneth! No estoy tan loca. Aunque ... -Llevó sus dedos a la boca mientras al parecer pensaba algo. -... Martín no es tan viejo, y es guapo, puede ser ... puede ... -Antes de que terminase de decir alguna tontería le tiré un pequeño golpe en el hombro y salí del salón que ya se hallaba vacío.

-¡Lo siento! ¡Era joda!-. Escuché su voz detrás mío, mientras seguía caminando a paso veloz.

Al instante mis pasos cesaron al momento en que vi a Joseph en el umbral de la puerta. -Carajo-. Susurré, al instante en que terminé de vocalizar la palabra él subió la vista hacia mí, y chocamos miradas.

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