Ladeé un poco mi cabeza queriendo esfumar mis pensamientos. Pero a los segundos me invadió cierta curiosidad ¿Qué es lo que era exactamente el nuevo profesor? ¿Un extraterrestre? ¿Un brujo que trata con la magia negra?
— ¿Otra vez pensando en mí? — Me sobresalté al escuchar su voz.
— Ahora ¿qué quieres? ¿Te gusta acosar a menores en los baños o qué? — Él soltó una carcajada, y segundos después me miró con una sonrisa mientras se cruzaba de brazos.
— Ya vamos, te acompañaré a tu casa. — Lo miré confusa, aquel tipo estaba loco, no había duda de que le faltaba un tornillo.
— No. — Respondí tajante. Mientras lo observaba con el ceño fruncido.
— ¿No? Uhm, déjame decirte que no soy de las personas que recibe esa respuesta. Vamos, apúrate, no me hagas perder la paciencia porque te juro que no tengo mucha. — Su tono neutro, cambió en cuestión de segundos, ahora parecía enfadado.
Solté un bufido y rodé los ojos. Estaba muy incómoda y algo molesta.
— Bien. Si eso es lo que quieres. — Me dirigí hacia la puerta del baño, y al pasar a su costado lo empujé.
Caminé por los pasillos hacia la salida de la escuela, él estaba a tan solo unos pasos atrás mío. Cuando ya estabamos en la calle, comenzé a caminar con más rapidéz, no quería estar a su lado, me sentía un tanto rara.
A los pocos minutos, miré de reojo hacia mi costado, y él estaba ahí, observando el camino, al parecer se hallaba concentrado. Me permití mirarlo por unos cuantos segundos más, admirando su perfil; nariz respingada, pómulos bien marcados, sus labios eran carnosos, y lo que más resaltaba de su rostro ... sus ojos.
Dejé de pensar en lo bien que se veía, cuando chocamos miradas. De inmediato volteé a ver en otra dirección y él rió.
— Antes de que vayas a tu casa, quiero invitarte a almorzar. — Al oír sus palabras lo miré confundida, y noté que había dejado de caminar. Yo me cruzé de brazos negando, poniéndome delante de él con el ceño fruncido.
— No. No quiero, gracias. A parte si llego tarde a casa me ganaré problemas. — Mentí, a mi tía no le importaba mi hora de llegada ni mi hora de salida.
— No me vengas con esa excusa. Sé claramente cómo es Miriam. — Lo miré petrificada. ¿Cómo coño sabe el nombre de mi tía?
— ¿Eres un acosador? — Ladeó la cabeza con una sonrisa burlona, ante mi pregunta.
— Uhm, no. Solo estoy al pendiente de ti.
— Entonces sí eres un acosador. No trates de disimularlo con palabras "bonitas"
— No, mi intención no es acosarte. Solo estoy al pendiente de ti porque tú tienes algo que yo necesito.
— ¿Yo? ¿Algo que necesitas? ¿Qué cosa? — Lo miré curiosa.
Él rió, y ladeó su cabeza en forma negativa.
— Olvídalo.
Rodé los ojos ante su actitud, era muy odioso.
— Ok. Tampoco me importa, y no te pienso ayudar en lo que necesitas. — Él me observó serio, y luego de unos cortos segundos sonrió de un lado.
— No importa. Ahora irémos a comer, y ya te dije que no acepto un "no" como respuesta.
Apenas terminó de hablar, comenzó a caminar hacia una dirección que no era precisamente la de mi casa.
Yo me quedé rígida en mi sitio, no pensaba dar ni un paso más.
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La Maldición
VampirLucía Annie Brechg; una chica de diecisiete años, un tanto problemática, vulgar y ruda ... o eso aparenta ser. Con su familia fallecida en un accidente; Lucía tendrá que lidiar con su tía y su prima las cuales no pierden oportunidad de hacerle la v...