Capítulo V

21 2 0
                                    

Ladeé un poco mi cabeza queriendo esfumar mis pensamientos. Pero a los segundos me invadió cierta curiosidad ¿Qué es lo que era exactamente el nuevo profesor? ¿Un extraterrestre? ¿Un brujo que trata con la magia negra?

— ¿Otra vez pensando en mí? — Me sobresalté al escuchar su voz.

— Ahora ¿qué quieres? ¿Te gusta acosar a menores en los baños o qué? — Él soltó una carcajada, y segundos después me miró con una sonrisa mientras se cruzaba de brazos.

— Ya vamos, te acompañaré a tu casa. — Lo miré confusa, aquel tipo estaba loco, no había duda de que le faltaba un tornillo.

— No. — Respondí tajante. Mientras lo observaba con el ceño fruncido.

— ¿No? Uhm, déjame decirte que no soy de las personas que recibe esa respuesta. Vamos, apúrate, no me hagas perder la paciencia porque te juro que no tengo mucha. — Su tono neutro, cambió en cuestión de segundos, ahora parecía enfadado.

Solté un bufido y rodé los ojos. Estaba muy incómoda y algo molesta.

— Bien. Si eso es lo que quieres. — Me dirigí hacia la puerta del baño, y al pasar a su costado lo empujé.

Caminé por los pasillos hacia la salida de la escuela, él estaba a tan solo unos pasos atrás mío. Cuando ya estabamos en la calle, comenzé a caminar con más rapidéz, no quería estar a su lado, me sentía un tanto rara.

A los pocos minutos, miré de reojo hacia mi costado, y él estaba ahí, observando el camino, al parecer se hallaba concentrado. Me permití mirarlo por unos cuantos segundos más, admirando su perfil; nariz respingada, pómulos bien marcados, sus labios eran carnosos, y lo que más resaltaba de su rostro ... sus ojos. 

Dejé de pensar en lo bien que se veía, cuando chocamos miradas. De inmediato volteé a ver en otra dirección y él rió.

— Antes de que vayas a tu casa, quiero invitarte a almorzar. — Al oír sus palabras lo miré confundida, y noté que había dejado de caminar. Yo me cruzé de brazos negando, poniéndome delante de él con el ceño fruncido.

— No. No quiero, gracias. A parte si llego tarde a casa me ganaré problemas.  — Mentí, a mi tía no le importaba mi hora de llegada ni mi hora de salida.

— No me vengas con esa excusa. Sé claramente cómo es Miriam. — Lo miré petrificada. ¿Cómo coño sabe el nombre de mi tía?

— ¿Eres un acosador? — Ladeó la cabeza con una sonrisa burlona, ante mi pregunta.

— Uhm, no. Solo estoy al pendiente de ti.

— Entonces sí eres un acosador. No trates de disimularlo con palabras "bonitas"

— No, mi intención no es acosarte. Solo estoy al pendiente de ti porque tú tienes algo que yo necesito.

— ¿Yo? ¿Algo que necesitas? ¿Qué cosa? — Lo miré curiosa.

Él rió, y ladeó su cabeza en forma negativa.

— Olvídalo.

Rodé los ojos ante su actitud, era muy odioso.

— Ok. Tampoco me importa, y no te pienso ayudar en lo que necesitas. — Él me observó serio, y luego de unos cortos segundos sonrió de un lado.

— No importa. Ahora irémos a comer, y ya te dije que no acepto un "no" como respuesta.

Apenas terminó de hablar, comenzó a caminar hacia una dirección que no era precisamente la de mi casa.

Yo me quedé rígida en mi sitio, no pensaba dar ni un paso más.

La Maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora