Capítulo XX

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Luego de comprar los vestidos para la fiesta de esta noche, Alexander nos llevó por unos batidos. Prácticamente toda la tarde se nos pasó volando ahí, entre risas y risas, hasta que él se fue, puesto que tenía una reunión importante en su trabajo.

-Me agradó mucho tu amigo-. Ya iba por mi segundo batido de fresa, y Janneth por su tercer batido de oreo. ¡Así es señores, la señorita Janneth Thatcher rompió la dieta!

-Créeme, lo noté-. Moví mi entrecejo de arriba a abajo mientras tomaba mi batido por la cañita. Ella soltó una pequeña risa.

-Pues ... sí, tu amigo está bueno, pero creo que le interesas-. Dejé mi batido a un lado, y luego ladeé la cabeza.

-¿Lo dices porque compró mi vestido?-. Agité la mano, restándole importancia. -Nosotros simplemente tenemos una buena amistad.

-Así se comienza-. Fruncí mi ceño ante sus palabras, era obvio que no me creía. -Dejemos el tema, ahí. Hay que apurarnos tenemos que arreglarnos y ponernos bellas. La fiesta empieza a las ocho, así que tenemos que llegar a las nueve, ¿te parece?-. Yo asentí sin rechistar, mientras terminaba de tomar mi batido. -Bien.

(...)

-¡No abras los ojos, Lucía!-. Janneth parecía que estaba en su límite, y yo solo me limité a reír mientras sentía la brocha de maquillaje, por mis párpados.

-¿Ya puedo abrirlos?-. Cuestioné luego de un rato.

-Claro-. Abrí al instante mis ojos, y me puse de pie, luego me dirigí con rapidez hacia el gran espejo que tenía Janneth en su cuarto.

-Uau-. Dije con una sonrisa en mi rostro al verme en el reflejo del espejo, me gustaba lo que veía.

El maquillaje borró las pequeñas ojeras que tenía, y sentía que me veía muy atractiva, en definitiva Janneth sabía utilizar muy bien los cosméticos.

Mi cabello estaba suelto, solo tenía unas pequeñas ondas al final, y el vestido negro me encantaba, los zapatos con tacos que llevaba puesto, me encantaban, ¡todo me encantaba! Me sentía muy diferente, hace mucho que no utilizaba un vestido.

-Y ¿bien? ¿Te gustó como te dejé?-. Volteé inmediatamente a ver a Janneth, quien llevaba puesto el vestido azul, el último que se probó en la boutique, cabe decir que se veía muy linda.

-¡Me encanta! ¡Te luciste! Mira, soy otra yo-. Le guiñé el ojo, y ella rió. -¡Ah, pero tú! ¡Tú estás re-guapa!-. Ella asintió con una sonrisa de oreja a oreja, mientras jugaba con uno de sus mechones de cabello.

-Yo siempre me veo re-guapa-. Dijo moviendo sus cejas de arriba a abajo.

Rodé los ojos al escuchar sus palabras y luego reí. -La modestia no es lo tuyo, eh.

-Neh, dejémoslo ahí.- Prendió su celular, y abrió sus ojos más de lo normal. -¡Ya son las ocho y media! ¡Ya debemos irnos!-. Solté un pequeño suspiro y guardé mi celular en el bolso de mano negro, que vino junto con mi vestido.

-¡Estoy lista!-. Comenté con efusividad, mientras salía de la habitación. Janneth venía detrás mío.

Nos dirigimos hacia la sala de star, y allí se encontraba Martín sentado sobre el sofá más grande, esperándonos.

-Martín, ya es hora-. Habló Janneth. Al instante en que las palabras terminaron de salir de su boca, Martín, que se encontraba en el sofá leyendo algo, se puso de pie, caminó hacia la puerta principal, y la abrió, esperando a que nosotras pasaramos.

Ambas salimos con rapidez de la casa, luego Martín nos abrió la puerta del auto color gris que se hallaba estacionado frente a la casa. Entramos y cerró la puerta detrás mío, puesto que yo fuí la última en ingresar al coche. Luego rodeó el auto, se sentó frente al timón y comenzó a conducir sin emitir alguna palabra.

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