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—d-deja de mirarme—murmuró un erizo de color cobalto de ojos color esmeralda vestido de un gran suéter celeste y unos pantalones azules con un muy notable sonrojo.

El azabache solo sonreía por la reacción de su pequeño.

Estaban sentados en una pequeña cafetería, el oji-carmin había pedido un café y el cobalto en un susurro casi audible había pedido una leche caliente con chocolate.

Las pequeñas manitas del cobalto habían agarrado el baso con chocolate caliente y se lo empezó a tomar hasta que sintió una mirada fija en el, miro con sus ojos esmeralda al erizo que estaba enfrente a el mirándolo fijamente.

A el no le gustaba que lo miraran por mucho tiempo eso lo hacia sentir nerviso y hacia que sus mejillas se sonrojaran.

—¿porque? No tiene nada de malo—dijo el azabache con una sonrisa.

Miro como el cobalto bajaba la mirada y vio sus orejas rojas.

No se resistió más. Se inclinó un poco poco en la mesa y agarro los cachetes del cobalto haciendo que este hiciera una mueca.

—deja...mis... Cachetes—dijo con algo de dificultad a causa de del agarre en sus cachetes.

El azabache le parecía tierno el ver como su pequeño se ponía así.

Simplemente hermoso.

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