3: Nuevas personas.

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   Las chicas y los chicos del grupo B del último curso observaron al recién llegado con curiosidad.

   Un desconocido de piel demasiada clara, como si nunca la hubiera rozado ni un rayo de sol, con el pelo verde y ondulado, que hacía que sus ojos verdes parecieran más interesantes de lo que en realidad eran.

   No había sonreído a nadie de la clase. No había hablado demasiado, pero las pocas palabras que habían salido de sus labios las había pronunciado con un marcado acento del norte.

   La profesora lo había invitado a que escogirá pupitre y él se había dirigido al fondo del aula. Se llamaba Izuku Yagi. Sus dibujos no estaban nada mal, sobre todo los realizados a carboncillo. Y las notas que traía de su antiguo instituto indicaban que era un estudiante de los buenos.

   Izuku extrajo el cuaderno de bocetos y el estuche. Inclinó la cabeza sobre la mesa y comenzó a dibujar como les había pedido la profesora.

   Cuando dibujaba, encontraba cierto sentido en la líneas negras que trataba sobre el papel. Eran como calles que lo guiaba hacia un lugar solitario, hecho a base de música, pero también de silencio, donde el transcurrir de un tiempo nunca sería futuro, desaparecía.

   No sabría precisar cuánto tiempo estuvo con la cabeza agachada, la mirada puesta en el folio, y el pelo cubriéndole la cara.

   - ¡Eh! ¿Estás en este planeta?

   La voz lo trajo de vuelta al presente. Miró hacía arriba y vio el rostro sonriente de un chico rubio.

   - Ha sonado el timbre del recreo. ¿Vienes a dar una vuelta?- preguntó a la vez que le tendía la mano- Me llamo  Denki, puedo ser tu guía turística, si tú quieres.

   Izuku le estrechó la mano y asintió. Antes o después tendría que aprender a moverse en aquel Instituto enorme y desconocido, por lo que decidió que lo de tener una guía no era mala idea. Le evitaría retrasos y hacer el ridículo.

   - ¿De dónde eres?- le preguntó Denki después de andar un rato por los pasillos.

   - Pensaba que normalmente eran los turistas los que hacían las preguntas- respondió Izuku con una sonrisa tirante. Denki se echó a reír. Una risa sana y vibrante.

   - Tienes razón ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Dónde está el baño? ¿Quiénes son los camellos del instituto? ¿O quién es el chico más guapo?

   Denki siguió charlando, mientras iba señalando un chico por aquí, una chica por allá, refiriendo distintas anécdotas y noticias picantes. Por lo que parecía, en aquel instituto la privacidad no era un concepto demasiado extendido.

   - ¿Vamos dentro? Tengo calor- dijo Izuku en el preciso instante en que sonaba el timbre y el patio empezaba a vaciarse.

   - Tenemos que volver sí o sí- suspiró Denki.

   Habían llegado a clase y el profesor ya estaba sentado a su mesa.

   Era de noche cuando Izuku llegó a su casa. Ya en el descansillo escuchó voces desconocidas junto a la de su padre, provenientes del interior del piso.

   Abrió la puerta con cautela, como si temor de molestar a alguien o como si esperase, contra toda lógica, que nadie se percatarse de su llegada.

   - Estás aquí- le dijo su padre a modo de bienvenida. Estaba sentado en el sofá junto a un señor de bigotes, con traje y corbata, de aspecto severo. De pie, curioseando entre los libros de las estanterías, había un chico de pelo bicolor, con vaqueros y camisa celeste- Él es mi hijo Izuku.

Die TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora