La cena fue espléndida, como siempre.Pero Katsuki fue incapaz de hacer gala de su apetito habitual. Movía el tenedor con cautela, cómo si le fuera a explotar en la mano, a la vez que miraba a los que estaban a su alrededor con recelo, escrutado las caras de aquellos a los que había querido, pero que ahora representaban una amenaza.
Shota estaba tranquilo, sentado a la cabecera de la mesa, pero su actitud no era ninguna garantía. Tenía la capacidad de mantener la calma incluso cuando observaba cómo un hombre se desangraba a sus pies, tras haberle disparado.
Por lo menos, Shinso llegaba tarde y Katsuki tenía una cosa menos de la que preocuparse, a pesar de que que resultaba imposible asegurarse de que no hubiera hablado con su padre de Izuku.
- Qué callado estás, Katsuki- dijo Nemuri, mientras le pasaba la bandeja con el pescado al horno- No has comido casi nada. Tienes que alimentarse bien, si no ¿cómo vas a poder con el instituto y todo lo demás?
Típico de Nemuri. Llamaba "Lo demas" a todo lo que tenía que ver con los negocios de su marido, de los que no quería saber nada más que lo estrictamente necesario, por ejemplo, los muchos ceros de sus muchas cuentas bancarias repartidas por todo el mundo.
- No tengo hambre, gracias- respondió él, rechazando con el gesto una nueva ración.
Momo, que estaba sentada a su lado, le tocó la frente para comprobar si tenía fiebre.
- Estas bien, tienes la temperatura de siempre- anunció, a la vez que sonreía. Llevaba puesto su mejor vestido, ceñido al pecho y de color rojo, y zapatos de tacón. Pero lo único que veía Katsuki era su sombra de ojos, demasiado recargada, y el pintalabios, demasiado llamativo. Era una chica guapa, pero se esforzaba demasiado en aparentar ser adulta. Para alguien como él, amante del arte clásico y de la arquitectura, con sus formas puras, todo lo que fuera artificiosos tenía algo de grotesco, casi vulgar.
Cogió la servilleta de tela y se la paso a Momo.
- Vamos, Katsuki- bufó. Agarró la servilleta con desgana y la utilizó para quitarse el rojo intenso de los labios- ¿Qué? ¿Ya estás contento?
- Tiene toda la razón- intervino Shota, pero miró a Katsuki en lugar de a su hija- Tanto maquillaje no conviene.
- Dejadla tranquila- los amonestó Nemuri. Mientras tanto, la criada había entrado en la habitación y estaba apilando los platos vacíos- ¿Ahora sois dos contra una?
- Así está mucho más guapa- replicó Katsuki, esforzándose por sonreír.
La criada comenzó a servir la fruta y dulces, colocando cubiertos y platos limpios. Momo se había puesto a charlar de nuevo, contenta de que Katsuki le hubiera dirigido un piropo, pero él no la escuchaba apenas. Continuaba observando a Shota y, a medida que pasaba el rato, estaba más seguro de que algo no iba bien. Casi no le había dirigido la palabra en toda la cena y al llegar lo había saludado con frialdad.
Katsuki aguardó a que las dos mujeres abandonaran la habitación, cómo acostumbraba a hacer al final de cada comida para dejar que Shota se relajase, y se acercó al mueble bar para servirle algo de beber, tal y como el otro esperaba.
- ¿Solo?
- Sí.
Le tendió el vaso de whisky y él se levantó de la mesa para acomodarse en el sofá.
- Tenemos que hablar- dijo con un suspiro de cansancio. Katsuki lo siguió en tensión y se sentó, manteniéndose a la expectativa. Escuchar era siempre la mejor opción. Shota tenía un olfato formidable para las mentiras y le gustaba ser el que llevaba las riendas del juego.
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Die Together
Hayran Kurgu¿Qué pasaría si el hijo de un juez se cruzara en el camino de un joven mafioso? ¿Y si se enamorasen a pesar de que su relación estuviese condenada desde el principio? Izuku y Katsuki se conocen en el instituto, ambos comparten una vida marcada por l...