- ¿De verdad tiene que venir él también?- siseó Izuku a su padre, sentado junto a él en el asiento trasero de un coche oficial.- Sí.
Al volante iba un hombre de unos treinta y cinco años, vestido con traje y corbata, que conducía con rigidez, como si temiese que el coche pudiera desobedecerle.
- No tenemos que darle conversación ¿No?
Su padre suspiró.
- No. Naomasa se quedará fuera mientras nosotros cenamos.
Eso era suficiente para Izuku, aunque se preguntaba qué haría Naomasa durante todo ese rato, con el frío que hacía y sin nada que comer. Por un segundo, estuvo tentado de invitarlo, pero se lo pensó dos veces.
Su padre había insistido en celebrar su dieciocho cumpleaños pero, en realidad, si pudiera haber elegido libremente, Izuku habría preferido quedarse en casa. No le gustaban las fiestas de cumpleaños, mucho menos la suya. Y sin Mirio, sin su madre y sin Katsuki a su lado, no tenía mucho sentido pretender que era feliz porque había pasado un año más.
Llevaba años soñando con ese momento, desde que era pequeño. Se había imaginado que cuando alcanzase la mayoría de edad recibiría algún super poder o que, al menos, le regalarían el carnet de conducir.
Ahora no significaba nada. Pero fingió para complacer a su padre, ya que parecía importarle mucho.
Naomasa se detuvo junto al restaurante, un local lujoso con velas, manteles inmaculados y un camarero que nunca se separaba de la mesa, consiguiendo que Izuku se sintiera incómodo. No daba tiempo a que el vaso se vaciase y ya estaba lleno de nuevo, hasta que él acabo poniendo la servilleta encima, con aire indiferente, para darle a entender que lo dejase. Su padre pidió por los dos y comió con apetito, a pesar de que se le habían marcado las arrugas de la frente en el transcurso de los últimos meses y había adelgazado algún que otro kilo. Cuando le sonó el móvil, frunció el ceño como si esperase una mala noticia, pero se relajó al leer el nombre en la pantalla.
- Es tu madre.
- Es la tercera vez que llama hoy ¿qué mosca le ha picado?- bufó Izuku, mientras su padre descolgaba. Le escuchó responder con monosílabos, como de costumbre, sin llegar a sonreír ni una vez. Se preguntó si sus padres se echarían de menos o si ya se habían acostumbrados a las circunstancias.
Para él, permanecer lejos de Katsuki, aunque fuera sólo por un día, se convertía en un sufrimiento. Tenía unas ganas desesperadas de verlo, de besarlo, su ausencia le provocaba un dolor sordo en todo el cuerpo.
- Quiere felicitarte- dijo el juez mientras le pasaba el teléfono, con una mirada que le suplicaba que tuviese paciencia.
- Mamá- exclamó agarrando el móvil, antes incluso de llevárselo al oído- ya me has felicitado.
- Lo sé. Pero me pesa estar tan lejos y no poder celebrarlo con vosotros- respondió ella con voz melancólica.
- Allí también tendrás alguna cosa que celebrar ¿no?- replicó Izuku con acritud. Estaba cansado de oír siempre la misma canción.
- ¿Qué quieres decir, querido?- dijo ella, perpleja.
- Déjalo.
Se hizo un momento de silencio.
- Bueno, feliz cumpleaños otra vez.
- Gracias.
- Y recuerda que el regalo es parte de los dos ¿eh?- añadió.
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Die Together
Fanfiction¿Qué pasaría si el hijo de un juez se cruzara en el camino de un joven mafioso? ¿Y si se enamorasen a pesar de que su relación estuviese condenada desde el principio? Izuku y Katsuki se conocen en el instituto, ambos comparten una vida marcada por l...