❦ Տҽҽsɑա ❦ ||『 Min Yoongi 』

15. ¿Algo estable?

Ya era de día y como siempre lo noté gracias al sol en mi cara. Yoongi no estaba a mi lado cuando lo busqué con mis manos palmeando la cama aún con los ojos cerrados.

— Estoy aquí —abrí un solo ojo para mirarlo. Estaba envuelto en una toalla blanca alrededor de su cintura mientras que con otra se secaba el cabello. Mierda...

— Ven —palmeé la cama dos veces y se sentó a mi lado, mientras yo seguía tirada en la cama como un bulto —Hazme cariño en el cabello —puso su típica cara de desagrado pero lo hizo de todas formas. Cerré los ojos por la sensación de sus dedos un tanto fríos sobre mi cabeza —Mmmm... Que rico... ¿A qué hora tienes que volver a la empresa? —dije haciéndole un puchero.

— Es mi día libre.

— ¿En serio? —pregunté emocionada y sentándome a su lado.

— No, es joda.

— Ya... Dime, ¿en serio o no?

— Sí. ¿Qué quieres hacer?

— Creo que la pregunta correcta es qué puedes hacer. No puedes salir a cualquier lado, la gente ya te reconoce en la calle —estiró la boca mientras pensaba.

— Veamos películas en Netflix.

— ¡Sí!

— Y pidamos algo para comer.

— ¡Sí!

— ¿Qué quieres comer?

— Mmmm... ¡Hamburguesa y papas fritas!

— De acuerdo —sonrió. El cabello húmedo le sentaba tan bien, podría estar con una botellita con agua rociándole todo el día para verlo así —Iré a vestirme —negué. Con mi mano recorrí la toalla hasta su entrepierna y apreté suave —H-Haeyoung...

— ¿Mmm?

— ¿Qué haces? —dijo con una sonrisa mientras miraba mis labios. Me encantaba que estuviera sonriendo más a menudo.

— Debe estar suave y rico.

— ¿Quieres probar? —preguntó con tono pervertido. Asentí, obviamente. Cuando estuve a punto de quitarle la toalla Hye tocó la puerta.

— ¿Qué? —asomó su pequeña cabeza luego de escuchar mi voz.

— Iré al centro comercial, me runiré con Namhyuk por allá. ¿Quieren que les traiga algo?

— No, gracias.

— Bien, nos vemos luego. Adiós, Min Yoongi.

— Adiós, salúdame a tu cita de mi parte.

— No es una cita —espetó molesta.

— Claro, le diré a Jungkook.

— Arg, cómo es que lo toleras, Hae.

— No lo sé —dije con una sonrisa.

— Adiós.

— Adiós, Hye.

— ¿Con que no sabes cómo me toleras? —negué y me empujó hacia atrás, acostándose sobre mí.

— Oye, ni tú te toleras —me justifiqué y me besó corto.

— Es verdad... Pero yo tengo más suerte que tú.

— ¿Por qué?

— Yo puedo verte sonreír y besarte cuando quiera —me dijo y de inmediato se puso colorado.

— Joder, te has vuelto un cursi.

— También tengo que escribir canciones de amor, ¿sabes? —se levantó y corrió hasta el baño por culpa de la vergüenza.