A tu lado

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Segunda parte de "Eres muy lindo" :3  (Si no leyeron ese capítulo aviso que está entre los primeros que publiqué) 

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La cabeza de Stiles dolía como el infierno. El castaño había despertado unos segundo atrás y lo primero que fue capaz de notar, a parte de sentirse como si un auto lo hubiese arrollado, fue que no estaba en su cama y además no tenía idea de como había llegado hasta esa habitación desconocida.

-¡Mierda! - gimió al ponerse de pie y darse cuenta de que el dolor era peor de lo que imaginaba – ¡Oh diablos! - buscó rápidamente con la mirada alguna puerta que le hiciera saber que había un baño en la habitación. Quiso morirse al no encontrar nada más que la puerta de entrada. Agradeció a todos los dioses, esos en los que no creía, que al menos el dueño de ese cuarto tuviera una papelera. Corrió hasta el pequeño tacho de color negro y arrodillado en el piso comenzó a sacar el alcohol de su sistema de la forma más asquerosa del mundo.

-¡Jodido Jesús! ¡Que asco hombre! No volveré a tomar nunca más- dijo cuando por fin pudo levantarse.

-Eso espero- Stiles pegó un salto cuando escuchó una voz detrás de él.

-¿Derek? - el moreno estaba parado en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados y aún en pijama- ¿Cuándo volviste?

Derek miraba al humano con atención. El cambio era grande, el chico frente a él no se veía como aquel que dejó atrás después de lo de México y se lamentó no haber estado alrededor para verlo crecer. Quitó eso de su mente al ver la forma en que lo miraba el menor. Él había estado preparando un poco de café cuando escuchó como la respiración del menor cambiaba, minutos después decidió subir con poco de agua al escuchar como devolvía.

-Anoche- respondió luego de unos minutos- Se lo dije a Lydia y ella me contó que tenían fiesta, te dijo que fuera para la casa del lago y lo hice.

-¡Uh, bueno! ¡Bienvenido hombre! – Stiles no se enojaría si algún monstruo decide aparecer y llevárselo lejos.

-Toma lo que quieras del armario, la ducha está detrás de esa puerta- Stiles miró sorprendido hacía la puerta de color gris que estaba a sus espaldas- hay café abajo- el humano solo pudo asentir antes de ver como Derek salía de la habitación.

El lobo decidió que lo mejor era dejar que el chico se aseara un poco, todavía quedaban restos del aroma del rubio de anoche en su ropa y no quería seguir sintiéndolo durante mucho tiempo más, además de que había sentido la vergüenza en Stiles.

Bajó pensando en que no podía ignorar el cambio en su chico, solo habían pasado unos meses y sentía que ya no estaba frente al mismo niño que había conocido aquella vez en el bosque. Ahora, frente a él, estaba un hombre y lo estaba entendiendo por primera vez.

"Deberías aceptar de una vez lo que sientes por él, tengo entendido que él ya tiene dieciocho años así que la edad ya no es una excusa, además, él nunca fue un niño realmente, es decir, si no le has dicho nunca sobre lo que sientes porque creías que lo estarías obligando a algo, bueno, déjame decirte que estás equivocado, incluso cuando lanza sus comentarios sarcásticos él está demostrando que está un paso delante de todos nosotros"- había dicho Braeden unas noches antes de que ambos tomaran diferentes caminos y él decidiera por fin volver a Beacon Hills. Él todavía sentía vergüenza al recordar la forma en que la mercenaria se había enterado sobre su amor por el humano de la manada.

Ella al final había sido un gran apoyo desde el primer momento. Había dejado de intentar seducirlo al escucharlo hablar sobre Stiles, ella había sonreído y dicho algo como "es tan increíble ver como tu mirada cobra vida solo al recordarlo". El que Braeden se lo haya tomado tan bien lo había hecho sentir aún peor persona por haberle dado falsas esperanzas. Se había vuelto su mejor amiga, su confidente, algo que solo Laura había logrado luego del incendio. Con ella podía ser sincero y hablar sobre lo mucho que extrañaba a la manada, a esos adolescente que lo sacaban de quicio o más que nada sobre como cada noche soñaba con cierto humano de ojos miel y con la piel bañada de lunares. En cada uno de esos sueños él podía pasar horas admirándolo, contando cada pequeño lunar y memorizando sus gestos.

STEREKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora