Capitulo 7

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Perdonen si tardé mucho en actualizar, es que me fui de viaje y no pude.

Jane

Como esperaba, Keyden y yo no éramos los únicos en la sala de espera del hospital. Faltaban otras quince personas para que fuera nuestro turno, y habían unas veinte atrás de nosotros. Yo estaba aferrada a Keyden como si se fuera a morir en ese preciso instante.

El se notaba algo nervioso, pero creo que yo estaba más nerviosa que el.

Después del extraño incidente con Keyden en la calle, le había pedido al chofer que se dirigiera directamente al hospital. En el transcurso le dieron dolores fuertes de cabeza, en ese momento me sentí aterrada. Muchas veces estuvo apunto de desmallarse, pero por suerte se le quitaron al llegar al hospital. Me tranquilizaba la idea de que tal vez podía ser migraña y no algo más grave. Pero cada minuto que pasaba me sentía cada vez más angustiada. Y el ambiente no ayudaba. Se oían toses de otros pacientes y lamentos, incluso a veces se llegaba a escuchar alguna persona llorando.

Pegué la cabeza al pecho de Keyden y el me abrazó. Aspiré su aroma y serré los ojos. Adoraba ese aroma masculino que solo el podía tener.

Me separé de Keyden para poder avanzar y después volví a abrazarlo. Esta vez coloqué mi cabeza sobre su hombro. Seguimos avanzando asta que solo quedó una persona delante de nosotros. Unos minutos después un hombre se asomó por la ventanilla de uno de los cuartos y llamó a la pareja que se encontraba delante de nosotros. Miré a Keyden nerviosa mientras la pareja se alejaba. Tome su mano y la apreté ligeramente.

El me miró a los ojos y sonrió.

No habíamos hablado casi nada en el transcurso porque yo no había querido interrogarlo, no quería hacerlo sentir incómodo. El tampoco se había abierto mucho, no me había contado prácticamente nada, excepto que ya había olvidado algunas cosas antes, como que tenía perro, que su maestro de mates se llamaba John, que su coche era negro y algunas otras cosas; también había estado teniendo dolores de cabeza, normalmente después de intentar acordarse de algo.

Bueno, viéndolo así, si me había contado bastante, era yo la que no me había atrevido a preguntar.

Un señor nos llamó al otro extremo del pasillo y nosotros nos dirigimos hacia el.

Cuando estuvimos enfrente, él nos abrió la puerta y nos pidió que pasáramos. En el centro había una mesita con papeles y cinco sillas al rededor de ella. El doctor se sentó en una de ellas y nos indicó  que nos sentáramos también. Se acomodó en su silla y se aclaró la garganta.

-buenas tardes, antes de comenzar les voy a pedir que por favor llenen estos formularios.- nos tendió una hoja a los dos. Miré a Keyden y vi que dudaba unos segundos antes de agarrarla. Yo la tomé y comencé a responder.

En la hoja venían preguntas como ¿cual es tu nombre? ¿Cual es tu apellido, cuando naciste? La terminé en un instante y luego se la tendí al doctor.

Miré a Keyden y comprobé que solo llevaba la mitad. El frunció el ceño y se frotó la sien.

Emitió un sonidito agudo seguido de un gruñido y después siguió contestando.

Lo esperamos pacientemente hasta que acabó y le entregó el papel al doctor.

-mmm... muy bien, ahora, si no te importa, necesito hacerte unas preguntas a solas, Ke...-frunció el ceño y pegó el rostro a la hoja. - Keyden.

El sonrió y asintió mientras se incorporaba y lo seguía hacia la puerta. Antes de salir,   se giró y me guiño un ojo como diciendo: "no te preocupes, todo va a estar bien".

Después dio media vuelta y se fue.

Me quedé completamente sola en el cuarto. No podía llegar a sentirme tranquila en este momento. Miles de cosas pasaban por mi mente y solo me tranquilizaba pensar en que era solo una migraña fuerte. 

Esperé media hora más asta que llegó Keyden. El doctor no tenía buena cara y Keyden menos. Estaba agitado y algo sudoroso, aunque trataba de disimularlo. El doctor me miró y yo le devolví la mirada. Estaba totalmente angustiada. La idea de que fuera migraña se evaporaba poco a poco. Mi mirada se tornó de curiosa a suplicante, y finalmente el doctor habló.

-necesito hacerle unos análisis y algunas pruebas, van a tardar mucho, unas cinco o seis horas. No tienes que esperar.

Yo casi me sentí ofendida, ¿como no lo iba a esperar?

Cruze los brazos y me volví a sentar a modo de respuesta.

Keyden sonrió y puso los ojos en blanco antes de dirigirse hacia mí y besarme la frente.

- No tienes que hacerlo,-susurró y tomó mi rostro entre sus manos. Yo me encogí de hombros.

-Yo digo que sí.

Sonreí junto con el y luego el se separó, miró al señor y salieron del cuarto dejándome sola de nuevo.

Ya habían pasado seis horas desde que Keyden  se había ido, y yo me encontraba jugando "banana Kong" en mi IPhone.

Me sobre salte cuando la puerta se abrió de golpe y entró el doctor que nos había atendido desde el principio. Apagué el teléfono  y lo coloqué en la mesita rápidamente.

Lo miré fijamente esperando su respuesta. El negó con la cabeza y habló.

-El... el tiene Alzheimer.

Sentí que el corazón me dejaba de latir por un momento. El mundo no tenía sentido para mí en este momento. Keyden tenía Alzheimer. Y esa maldita enfermedad no tenía una cura.

Recuerdos que no se van || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora