Capitulo 23

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Jane

Presioné mi frente contra la ventana del auto deseando desaparecer. Los ojos me pesaban, debían ser como las doce de la noche.

De pronto el coche se detuvo. Miré hacia arriba, pero no pude ver el fin del hospital. Era muy lujoso, y de repente me sentí estúpida por haber peleado la partida de Keyden.

Encendí el celular y le marqué a la encargada sin pensarlo dos veces.

—¿hola? —dijo a través del teléfono. Suspiré pesadamente.

—hola, habla Jane. — se escucharon unos ruidos extraños antes de que la señorita respondiera.

—hola, Jane.— dijo. —supongo que quieres saber como se encuentra Keyden.

—de hecho, — dije con precaución.— estoy en el hospital. Quiero saber donde están.

Sonó un estruendo e imaginé que se le había caído el celular.

— ¿Q-que dices? — preguntó confundida.

— Que estoy afuera del hospital — repetí.— ¿ya están adentro?

—Llegamos hace una hora...— suspiró pesadamente.— ¿dices que estás aquí?

—S-Si — de pronto me sentía insegura.— ¿en qué piso están?

— veinticuatro, verás el nombre de Keyden en alguno de los cuartos — dijo y sin más, colgó.

Suspiré con pesadez y salí del carro. Los ojos me pesaban, pero no tenía sueño. Me abracé a mi misma para calentarme un poco.

Mi corazón me latía a mil por hora. El simple hecho de pensar en que iba a ver a Keyden me aterraba. Crucé la puerta del hospital y una onda de calor me golpeó al instante. Cerré los ojos y seguí caminando.

Las manos me temblaban cuando apreté el botón número veinticuatro del elevador. Me limpié el sudor de la frente con un gesto rápido y esperé.

Cuando las puertas se abrieron ante mi, tuve que respirar profundamente antes de salir.

Mis ojos buscaron el nombre de Keyden al instante.

—Jhon Bridge, — dije en vos alta mientras leía los nombres de la puerta. — Logan Davis, Taylor gardener... —contuve el aire por un momento antes de decir—: Keyden Green.

Rocé su nombre con la punta de mis dedos y acerqué la cabeza a la ventanilla. Una enfermera me tapaba la vista. Bajé la cabeza e intenté controlarme. El corazón me latía tan fuerte que pensé que se me iba a salir del pecho.
Recargue la cabeza contra el vidrio y cerré los ojos.

Mi puño se acercó lentamente a la puerta, pero lo dejé caer tan solo unos centímetros antes.

De repente me sentí una loca. ¿Que demonios hacía aquí? Mis ojos se cristalizaron poco a poco. Me aparté bruscamente de la puerta mientras las lágrimas se derramaban por mis mejillas. Me alejé un paso. Y otro, y después otro.
Entonces choque contra el frío metal de la puerta del ascensor. Me volteé rápidamente y apreté el botón sin pensarlo dos veces.

Las puertas se abrieron y me quedé ahí parada, sin saber bien que hacer.

Me sequé las lagrimas con rapidez y di un paso adelante.

"No..."

Frené en seco al escuchar la voz de Keyden.
Me giré rápidamente para toparme con la pared blanca.

Las puertas del ascensor se cerraron y dirigí mi mano al botón de nuevo.

"No..."

Detuve la mano, pero no me giré. Sabía que él no estaría ahí.

"Te necesito..."

Retire la mano temblorosa y cerré los ojos con fuerza.

"Por favor..."

La voz sonaba cada vez más lejana. Me giré de inmediato. El eco de la voz de Keyden seguía resonando en las paredes blancas.

—¿Keyden?— di un paso hacia la puerta, insegura.

"Por favor..."

—!¿Keyden?! — corrí hasta la puerta y me lancé sobre ella tocándola sin cesar.

La enfermera abrió y al instante sonó un suspiro lento y largo.

—¿si? — me quedé de piedra, sin saber que decir.— ¿eres Jane?

— Si, — dije aliviada. — ¿tú eres la enfermera que estaba a cargo?

—si, soy yo.— respondió mientras se quitaba un guante y me tendía la mano.

La acepté sin dudarlo tratando de ocultar mi nerviosismo.

—¿Como está? —mi voz tembló y me aclaré la garganta al instante.

—Yo...— se movió con nerviosismo y mi alma cayó al suelo.— aún no despierta pero... no creo que despierte muy bien.

Asentí mientras un nudo comenzaba a formarse en mi garganta.

—¿P-puedo pasar?— conseguí decir. Ella asintió y yo suspiré con el corazón desbocado.

Ella se quitó, y entonces lo pude ver. Me acerqué temerosa para poderlo observar mejor.

Estaba muy pálido y pude notar los círculos azules alrededor de sus ojos. Respiraba irregularmente y el cabello se le pegaba ligeramente en la frente debido al sudor.

Mire a la enfermera y ella me señaló una pequeña silla que se encontraba al otro lado de la cama.

Avance temerosa y me senté. Mis ojos se llenaron de lágrimas y no pude contenerlas.

Lloré en silencio y tome su mano. Entonces se movió.

Mi corazón se detuvo por un segundo y pensé que se despertaría. Pero no sucedió.

Lo miré atentamente. Su rostro estaba contraído por el dolor. Acaricie su mano y lo miré con ternura.

—Está bien Keyden, estoy aquí.— sorbí la nariz y me limpié las lágrimas con mi mano libre.— estoy aquí.

Recuerdos que no se van || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora