Capitulo 17

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Jane

-!basta!-gritó Keyden triunfante.- basta uno, basta dos, basta tres, basta cuatro, basta cinco, basta se...

-!Arg! !cállate! Me distraes...- lo interrumpí intentando concentrarme.

-!Basta diez!- exclamó. Tiré la hoja lejos de mí y le lancé la pluma a Keyden.

-!se acabó!- grité y el se rió.- no estoy hecha para esto.

-entonces...- dijo mientras suspiraba.- ¿para qué estás hecha?

Lo miré fijamente y bostecé.

-no lo sé...- fruncí el ceño.- me gusta jugar a las escondidas,

-!pero dijiste que era noche de juegos de mesa!- protestó. Se me quedó mirando un rato y al final cedió.- vale... a jugar se ha dicho.

Me puse a dar de brinquitos  y salí corriendo.

-!tú cuentas!- dije y me alejé lo más rápido que pude. Alcance a oír como protestaba pero no me importó. Seguí corriendo hasta que llegué al piso de arriba. Me dirigí a toda velocidad a él cuarto del rummy y me escondí en el closet jadeando. Pegué mi cabeza a la puerta para poder oír bien lo que decía Keyden.

-dieciocho, diecinueve, !VEINTE!- gritó y se escucharon sus pasos apresurados.

Pasó por la cocina, la sala, la lavandería, el comedor, el baño de abajo, subió, paso por su cuarto, mi cuarto, y finalmente...

-!te encontré!-gritó antes de abrir las puertas del ropero. Se lanzó hacia mí y me besó.

-¿como supiste que estaba aquí?- pregunté haciendo un puchero.

-respiras demasiado fuerte,- dijo como si fuera obvio.- y, con esa camisa tan rosa, es difícil no verte entre las rayitas que tiene la puerta.

Miré mi camisa. Si, supusieron bien, era la rosa chicle que tanto odiaba. Me sonrojé e inconscientemente voltee hacia otro lado.

-hey, no, no, no... -dijo haciéndome mirarlo.- no lo dije para ofenderte, fue una broma. ¿Me perdonas?

Sonaba realmente preocupado. Yo le sonreí.

-no, está bien, no me ofendiste, es solo que yo también odio esta camisa, nunca he sabido por que me la pongo tanto- me reí por lo bajo y el suspiró aliviado.

-Bueno, me toca esconderme.- dijo tomándome de la mano. Bajamos a la sala y cuando llegamos a la base (un sillón), comencé a contar.

Keyden salió disparado hacia...(?)

-uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...-conté en voz baja. Intenté hacer trampa, pero cuando voltee Keyden ya no estaba.- diecisiete... diecinueve !VEINTE!

salí disparada rezando por que Keyden no me hubiera oído saltándome números.

Lo primero que hice fue checar en los cuartos. Mal jugado, Jane. No lo encontré.

Al bajar, ahí estaba el, sentadote en el sillón comiendo ruffles.

-uno dos tres por mí- dijo tranquilamente antes de meterse otro ruffle a la boca.

-¿es enserio?-dije poniendo los ojos en blanco.- no hacían falta los ruffles...

Le arranqué la bolsa de las manos y comencé a comérmelos.

-mmm...- me metí otro ruffle a la boca y lo saboreé lentamente. Keyden se miró las manos e hizo cara de perrito sin dueño.- ya, pues... vete a esconder.

-pero mis...

-!chist! Yo me quedo con MIS ruffles.- el gimoteó y se fue arrastrando los pies. Me reí y me comí otro ruffle.

-uno, dos, tres, cuatro,- conté con la boca llena. Esta ves no intenté hacer trampa.

Escuché algunos gemidos. Keyden. Estaba apunto de salir corriendo a buscarlo cuando cesaron.

-¿lo hago? No...- era la voz de Keyden. La curiosidad despertó en mi interior y se expandió por mi cuerpo como una explosión. "No lo hagas Jane" me dije a mi misma.

Empieza la pelea... curiosidad contra autocontrol... y el ganador es... !autocontrol!

Suspiré aliviada y seguí contando.

-¿sabes? No lo haré- "está hablando solo" me burlé en mi mente.- no, definitivamente no.

-dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve...!VEINTE!- grité. Esta ves ya sabía a donde ir. Su voz se había escuchado cerca de al cocina.

Corrí hacia allá, pero al llegar, ya no había nadie. Miré de un lado al otro. ¿A donde se había ido? Maldije en vas baja y seguí buscando. No lo encontré abajo, así que decidí buscarlo arriba.

Estaba apunto de entrar a mi cuarto, cuando escuché:

-!uno dos tres por mí!- solté un insulto y bajé. Ahí estaba, con cara triunfante, recargado en el sillón.

-¿donde diablos estabas?- dije. El rió.

-un mago nunca rebela sus secretos...- gruñí y le pegué de broma. El alzó las manos.- pero, como soy tan bueno y piadoso, te dejo esconderte a ti.

Me puse a dar brinquitos de alegría de nuevo. El rió y se puso a contar.

Lo primero que hice fue salir corriendo hacia la lavandería. Sabía que ahí había un lugar bueno para esconderse.

Llegué corriendo y apoyé las manos sobre mis rodillas para recuperar el aliento. Ahí estaba mi escondite perfecto. Un pequeño agujero entre la lavadora y la secadora.

Me hice un ovillo en el agujero y esperé...

Pasó por enfrente... pasó a un lado... pasó al otro... subió al segundo piso... bueno, creo que ya captaron el mensaje... y si no, este es: no me encontró.

Al cabo de un rato, (un buen rato) ya estaba adolorida. Gemí y me acomodé de otra forma. No funcionó.

-¿Jane?- la vos de Keyden sonó a poca distancia. Me encogí en mi escondite.- ¿donde estás? ¿Jane?

Sonaba sumamente preocupado. ¿Es que había olvidado que estábamos jugando a las...? Hu-ho.

Salí de mi escondite lentamente. Ahí estaba, con cara de frustración, mirando en todas las direcciones.

-¿Keyden?- el volteó rápidamente. Al instante, su cara se llenó de alivio.

-Gracias a dios, ¿donde estabas?- caminó hacia mí. - no te encontraba.

-pues ese es el chiste del juego, que no me puedas encontrar...- me miró. No entendía nada. Claro, ahora estaba completamente segura.- se te olvidó.

Lo dije casi en un susurro para que el no lo pudiera escuchar.

-¿sabes? Me gustaría comer algo. De repente me dio hambre. ¿Me acompañas?- lo miré divertida.- ¿que pasa?

Negué con la cabeza lentamente. Entonces lo comprendió.

-olvidé algo ¿cierto?- asentí sonriéndole con ternura. Miró al piso.- ¿que fue?

-estábamos jugando a las escondidas.- el asintió y me lanzó una mirada traviesa.

-ahora ya se tu escondite...- rió.- de algo sirvió olvidarlo.

Recuerdos que no se van || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora