Capitulo 22

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Jane

Cada paso que daba me ensordecía. Los zapatos de tacón de la enfermera hacían eco en el pasillo blanco. Todo era blanco. Excepto La Mancha azul que corría junto a mí. El sonido de las ruedas reinaba los pasillos. No podía siquiera ver la camilla. El olor a lágrimas se había adueñado de mi y de todo mi alrededor. No podía ver bien. La cabeza me iba a explotar. Simplemente no podía pensar con claridad. Cada paso que daba, cada respiración que hacía, cada cosa que veía, lo hacía pensando solo en una cosa. Keyden.

Una lágrima entró a mi boca y decidí por fin secármelas. Pude ver con claridad. La enfermera aceleró el paso al ver que el paciente gemía. Era Keyden. Era mi Keyden el que yacía en la camilla con una mascarilla de oxígeno para poder respirar.

Seguí a la enfermera por todo el pasillo asta que nos detuvimos frente a una puerta y me cortó el paso. Mi cabeza comenzó a dar vueltas e intenté esquivarla. Me volvió a detener. !¿que demonios le pasaba?! Intenté empujarla pero ella era muy fuerte. !yo quería estar con Keyden!.
Escuché unas voces a lo lejos y me percaté de que era la enfermera, que trataba de decirme algo. Sin embargo yo no la escuchaba. Volví a arremeter contra ella, pero esta ves me empujó lejos. La puerta se cerró en mis narices cuando intenté entrar. Sonó un lejano "click". Había puesto seguro.

Miré por el pequeño vidrio que había en la puerta. Adentro había más doctores. Observé cómo trasladaban el cuerpo inerte de Keyden a la cama del hospital. No lo dejaría solo. Golpee la puerta con mis puños una y otra vez. Mi cabeza giró con más rapidez y sentí que iba a desmayarme. Entonces, poco a poco todo se volvió negro.

                                                                           ***

Abrí los ojos lentamente. Los párpados me pesaban e hice un esfuerzo para no volver a cerrarlos. Tarde un momento en reconocer dónde estaba.
Mi cuarto.
Mi antiguo cuarto.

Voltee la cabeza y me tope con dos rostros sonrientes.

—¿mamá...?¿papá?— los miré frotándome los ojos. Ellos asintieron.

—Keyden...— me levanté de la cama de un salto pero me caí del dolor de cabeza.— !ay!

Mis papás corrieron a ayudarme y no se como se las arreglaron para subirme de nuevo a la cama.

—tranquila, cuando te desmayaste, te golpeaste la cabeza.— dijo mi mamá. Me lleve una mano a la frente. Por suerte no tenía calentura.

—¿cuanto tiempo llevó aquí? —pregunté. Serré los ojos esperando oír algo no tan malo.

—un día y medio.

-!¿UN DÍA Y MEDIO?! !¿Y KEYDEN?!- me levanté de un salto ignorando esta vez el dolor de cabeza. Prendí mi teléfono esperando ver llamadas perdidas y mensajes de Keyden. Pero no había nada. Miré a mis papás y el corazón me dio un vuelco al ver una cara de tristeza en su rostro.— ¿que le pasó?

La voz me temblaba. Por no mencionar mis manos y mis piernas.

—Bueno...— fue mi papá quien hablo esta vez.— lo trasladaron a un hospital de mejor calidad.

—¿en donde está?— repetí. No habían contestado a mi pregunta.

—en California.— dijo finalmente. Mis ojos se enrojecieron.

—!pero... estamos en Texas!— los miré.— ¿que hay del hospital en el que nací? Esta aquí mismo y es muy bueno.

—estaba lleno.— suspiró y se levanto de su silla.

Recuerdos que no se van || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora