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Cuando la puerta está cerrada, no le pongo llave de inmediato. Sino que me agacho e intento ver por el agujero de la puerta. Intento controlar mi respiración agitada. Carajo ¿Me vió? ¿Me sintió? Escucho el ruido de una silla e inmediatamente me quedo tieso. También se escuchan el ruido de hojas de papel... seguro está guardando sus cosas.

Por un segundo todo es silencio hasta que la veo pasar de la cintura para abajo. Con un short de dormir. Sus largas piernas y el cabello negro que le roza su hermoso culo. Me relamo los labios, intentando no recordar lo que provocaban esas piernas al rededor de mi cintura. Cuando la luz se apaga es cuando sé que no se dió cuenta. Lanzo un suspiro de alivio. Espero un momento hasta que decido girar la llave y cerrar la puerta.

Estoy a punto de irme cuando me acuerdo de la hoja que traje. Lo saco y comienzo a escribir lo que siento. No puedo no hacerlo. No pondré mi nombre ni nada pero ella debe saber lo que acabamos de vivir juntos aunque estuviera dormida. Leo la nota que acabo de escribir.

IVANNA.

Fantaseo con tu piel. La besaría, la acariciaria, la abrazaría y me embriagaría de ella... es una fantasía lo sé... Pero por ahora lo único que puedo hacer es apoyar las yemas de mis dedos en tu mejilla.

Todo a su tiempo.

Sonrío. Si... sólo tengo que esperar para que el tiempo te haga volver a mí. Y sino es el tiempo, yo mismo voy a hacer que vuelvas a mi, pequeña.

Doblo el papel y lo deslizo por abajo de la puerta. Mi corazón salta al imaginar su rostro cuando lea la nota. No me voy de inmediato. Me cuesta muchísimo dejarla. No quiero alejarme de ella. No de nuevo. Pero soy consciente que debo irme.

Camino despacio hasta el ascensor. Cuando llego a la planta baja, me apuro por llegar a mi camioneta. Cuando por fin estoy en mi auto, miro mi celular y veo que tengo varias llamadas perdidas de Martín. Las ignoro y conduzco hasta casa. Mierda. Ahora se viene la parte fea. Estaciono fuera de mi garage y bajo del auto intentando parecer despreocupado.

Cuando abro la puerta, veo que Martín se levanta de golpe del sofá y Gastón viene caminando a paso acelerado de la cocina. Por la expresión en sus caras me doy cuenta de que están enojados.

— ¡Puta madre Julián! ¡Dime que Ivanna no está inconsciente en el baúl de tu camioneta! — Me grita Martín.

Me le quedo mirando serio y luego niego con la cabeza.

— ¡¿A dónde carajo fuiste?! — Me pregunta Gastón sobresaltado.

Me siento en el sofá sin contestarles nada y luego levanto la cabeza para mirarlos para finalmente sonreír.

— ¡¿De qué verga se ríe?! — Le pregunta Gastón a Martín.

Okey... Si que están enojados.

— No hice nada. Así que dejen de mirarme como si fuera un maldito animal salvaje. — Les digo con voz dura pero sin borrar la sonrisa.

— Okey Julián... nosotros nos calmamos a pesar de que nos encerraste aquí dentro, pero dinos que hiciste... ahora. — Me responde Martín.

Lanzo un suspiro.

— Fui hasta su casa, entre al edificio pero no me animé a acercarme al departamento.

Es mentira sólo al final, todo lo otro es cierto. Pero la verdad es que no puedo contarles que entre al departamento de Ivanna. Me juzgarían, porque es lo único que hacen mis amigos últimamente. Se relajan al instante cuando les digo esto.

Me saco las llaves de la casa de Ivanna del bolsillo y sin esperar que me las quiten, me levanto del sofá y se las pongo en la mano a Gastón.

— Me voy a dormir. Mañana será un día largo... tengo mucho trabajo y también cosas que comprar. Que descansen.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora