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Intento olvidarme de Julieta. Siento que las cosas con Ivanna aún están tensas así que decido ir a el centro de la ciudad y comprarle ropa, regalos y unas magdalenas artesanales de dulce de leche... le gustan mucho. Le voy a dar tiempo para que se calme.

Mientras paseo me cruzo con un vestido azul de tirantes y encaje. Me la imagino con el vestido puesto. Sonrío... quedaría preciosa. Entro y se lo compro sin dudar. Luego de caminar por un largo rato, creo que ya es tiempo de volver a casa. Le compré ropa interior y dos vestidos. Eso servirá hasta que pueda traer su ropa a casa.

Mientras pido que me envuelvan las magdalenas miro mi celular y veo que tengo 2 llamadas perdidas de Martín. Frunzo el ceño ¿Que pasó? Camino hasta mi camioneta y mientras guardo la bolsas en el asiento trasero mi celular suena. Es Martín.

— ¿Amigo?

— ¡Hasta qué contestas! ¡Tienes que volver aquí ahora mismo!

Siento una puntada de pánico en mi pecho al sentir el nerviosismo en su voz ¿Ella escapó? Me subo rápidamente al auto y pongo a Martín en alta voz.

— ¡¿Qué pasó?!

— ¡Liliana entró aquí y atacó a Ivanna!

— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que la atacó?! ¡¿Qué le hizó?!

Me agarro la cabeza con una mano mientras comienzo a conducir a toda velocidad ¡Hija de puta! ¡¿Cómo mierda entró a mi casa?!

— Baje a darle agua, la encontré inconsciente, sofocada y con sangre en su nariz. Ahora la acosté en el colchón pero encadene sus piernas por las dudas...

— Está bien. Llego en 5 minutos.

— Otra cosa Julián...

Cierro los ojos esperando que no sea más grave.

— Cuando la toqué estaba temblando, muy pálida y apenas tenía fuerzas. Sabes que ella no puede estar en ese sótano polvoriento por mucho tiempo ¿No?

Mierda.

— Lo sé. — Le digo antes de cortar.

Casi choco en una curva por ir tan rápido. Tengo que llegar... Tengo que verla... No debí irme de su lado. Estaciono en frente de mi garage con torpeza. Entro a casa, Abel y Martín me están esperando en el sofá pero yo paso de largo hacia el sótano.

— ¡Espera, espera! — Siento a Martín detrás de mí pero lo ignoro.

Entro al sótano y bajo las escaleras rápidamente. Ya no está encadenada en el poste de madera, está en un colchón en el suelo, tapada con una manta, hasta la altura de la boca y los ojos entrecerrados. La tomo en brazos y la estrecho contra mí, mientras ella está como desmayada. Tiene una línea de sangre en la nariz y la mejilla totalmente roja. Respira con agitación. Saco su Paf del bolsillo de mi campera y luego de agitarlo, le doy dos golpes de aire. Pongo mi mano en su pecho y siento que su respiración se calma.

— Mi amor... ¿Qué es lo que te hicieron?

Tengo ganas de llorar. Esto es mi culpa. Beso su hermoso rostro y siento la piel caliente de sus mejillas. La estrecho contra mí esperando reconfortarla pero no reacciona. Es como si estuviera muerta. Siento que le tiembla el cuerpo... La miro y le corro el pelo del rostro. Le tiemblan los labios. Cuando le paso la mano por la frente siento su piel ardiendo.

— Tienes una fiebre de puta madre. —Balbuceo al aire.

— Creo que tenemos que llevarla a un hospital... luce terrible amigo. — Me dice Martín detrás de mí.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora