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Corto la llamada de golpe, cuando me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Miro el celular con los ojos abiertos como platos. No puedo creer que le dijera eso a Ivanna. Miro directamente hacia el edificio mientras se me cae el celular de las manos. Me llevo ambas manos a la cabeza... ¿Pero que acabo de hacer...?

— ¡Soy un maldito idiota!

Le pego puñetazos al volante para no pegarme a mi mismo en la cara. Martín tenía razón. Soy un puto desastre. Ahora Ivanna no dejará pasar más tiempo. Empacara sus cosas y se irá lejos, en donde no la encuentre nunca más... Y todo es culpa mía.

Incluso pienso que me lo merezco. Por idiota. Pero al mismo tiempo siento que no puedo permitir que se aleje de mí. No podré aguantarlo. No otra vez. La necesito... o de otra forma... acabaré muerto. Pienso en alguna forma de solucionar lo que acabo de hacer. Seguramente en este momento debe de estar aterrada. Me tapo la cara con ambas manos ¡Dios! ¿Qué voy a hacer ahora?

Mi celular suena, lo tomo mientras el pánico aflora en mi pecho. Mierda ¿Ivanna me está devolviendo la llamada? Dejo salir un suspiro de alivio cuando veo que sólo es Martín. No le atiendo. Estoy muy nervioso para hablar y además lo único que me diría es "Te lo dije" o "Yo tenía razón". No podrá decirme nada que solucioné mi situación e incluso estará decepcionado al ver que ni siquiera aguante medio día sin llamarla. Al minuto me llega un mensaje de él, preguntándome a que hora pienso llegar al trabajo.

Estoy a punto de irme, cuando veo movimiento en la puerta del complejo. Levanto la mirada de golpe y ahogo un grito. Abro los ojos como platos mientras se me cae la mandíbula, atónito. Ivanna sale a paso acelerado, está en short, musculosa corta de tirantes y descalza. Puedo notar como el viento le pega en su piel desnuda. Tiene la cara congestionada por las lágrimas y mira frenéticamente para todos lados, como si buscara algo. Me está buscando a mí.

— ¡¿Dónde están?! ¡Muestrense! — Grita con furia.

Bajo la ventanilla de mi auto para verla mejor. Se me cae la mandíbula. Ivanna me esta enfrentando. Sigue buscándome con la mirada pero desde donde estoy no puede verme. Se muerde los labios, enojada.

— ¡¡¡No les tengo miedo!!! — Grita con más fuerza, dejando salir toda su ira.

Al escucharla se me llenan los ojos de lágrimas pero no por tristeza sino por enojo. Me enoja su maldito rechazo.

— Pues deberías... — Contesto apretando los dientes, sin apartarle la mirada de encima.

Me doy cuenta que la gente que está caminando por la calle la mira con recelo y sin entender nada. Sólo nosotros dos entendemos lo que está pasando aquí ¿Necesitabas enfrentarme para sentirte segura?

La veo tiritar. Una parte de mí quiere ir y gritarle en el rostro que debería tenerme miedo, porque podría asustarnos a los dos de lo que soy capaz de hacer... Pero otra parte de mí... quiere sacarse la chaqueta, ir corriendo, abrigarla, abrazarla, meterla en el departamento y estrecharla contra mi pecho hasta que se calme. Sería la medicina que necesito, me esforzaría día tras día para hacerla feliz y no tendríamos que pasar más por esto.

— ¡¡¡No se nos acerquen o iremos a la policía!!! — Grita por última vez antes de salir disparada hacia la puerta del edificio.

Aunque ya ni siquiera puedo verla y con lágrimas cayendo por mi rostro, necesito contestarle, consciente de que no puede escucharme.

— No puedo alejarme de tí, porque te amo.

Mi voz suena quebrada. Me paso el dorso del brazo por el rostro, apartando las lágrimas. Esto no se puede quedar así. Saco pluma, papel, sobre y comienzo a escribir.

"NO es una buena idea para ustedes ir a la policía, si lo haces estaré furioso y lo peor de todo es que yo ganaré porque no te servirá de nada. ¿Volverás a escaparte nuevamente? Ahorrate la molestia. Te encontraré. Deja de llorar y gritarme como si me odiaras. Mejor vete haciendo la idea de que nos veremos pronto."

Me tiembla la mano y por ende la letra es torcida pero no importa. Lo importante es que se entere de mi respuesta. Meto el papel rápidamente en el sobre y en una esquína escribo las iniciales "I.R"

Bajo rápidamente, sin importarme que me vean, voy casi corriendo a la puerta del complejo. Una señora justo está entrando a el edificio. Le sostengo la puerta y luego salgo disparado hacia las escaleras. Cuando llego al tercer piso, corro hacia la puerta que dice 9C. Deslizo el sobre por abajo de la puerta y luego pego mi oreja pero no se escucha nada.

No puedo seguir arriesgandome. Voy corriendo hacia el ascensor y me voy antes de que me arrepienta, quiera entrar nuevamente al edificio y llevarmela a rastras. Sé que esa no es la manera.

Conduzco rápidamente hacia la sucursal. Tengo que secuestrarla antes que pueda tener la oportunidad de irse. No puedo seguir perdiendo el tiempo. Ya no. Cuando llego, camino a toda velocidad hacia la oficina de Martín.

— ¿Señor De Paez?

La voz de Lara me molesta. Abro la puerta de la oficina de golpe. Martín levanta la vista de su computadora de golpe. Cierro de un puertazo y él pone los ojos en blanco.

— ¿Que hiciste ahora?

Me falta el aire.

— ¡Tengo que ir a buscarla hoy... porque fui a su casa... y ella se dio cuenta de todo... y salió del edificio y comenzo a gritar y me dijo cosas horribles...!

No coordino las palabras. Martín levanta las manos y me mira estupefacto.

— ¡Espera, espera, calmate! ¿Hablaste con ella?

Niego con la cabeza mientras camino en círculos.

— ¡Siéntate, recupera el aire y cuéntame bien que hiciste!

Me siento en el sillón que está en frente de el. Mi amigo me sirve un vaso de agua. Le cuento todo con la mayor calma posible. Desde que sólo fui a su casa para verla y terminé dejándole una nota por la manera que me había en enfrentado.

— No debiste llamarla y simplemente quedarte respirando como un degenerado... eso fue estúpido Julián.

Asiento mirando al piso. Lo hice porque simplemente no pude contenerme.

— Sólo podemos hacer una sola cosa... y tenemos que ir a buscarla hoy... o mañana.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora