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Levanto todo lo que tiré en la habitación. Ahora tendré que cocinar de nuevo. Luego, cuando el piso está totalmente limpio, le preparo ropa arriba de nuestra cama. El vestido azul de tirantes y un juego de ropa interior negro... lucirá preciosa con todo esto. Llevo su ropa sucia a lavar y luego bajo a prepararle algo de comer. Estoy ansioso porque sus cosas lleguen a mi casa. Quiero ver que le hace falta para poder comprarselo.

Me doy cuenta que tengo calor entonces me quito la remera, quedándome desnudo de la cintura para arriba. Me miro a mi mismo y se que de a poco estoy recuperando mi peso y mis musculos. Espero que a Ivanna no le parezca demasiado delgado. Pongo tostadas con jamón, queso y saco jugo de naranja. Se me ocurre prepararle huevos revueltos y papas. Mientras se cocinan le pido a Abel ir por las cosas de Ivanna en un mensaje.

Por suerte no se queman. Las estoy sirviendo en el plato y por alguna razón me siento incomodo. Cuando me doy vuelta, casi se me cae el plato de las manos y doy un respingo. Ivanna, parada a un costado de la mesa, mirandome con curiosidad en sus ojos. La miro de pies a cabeza. El vestido azul le queda fantastico, tiene el pelo húmedo y sus pies descalzos. Luce preciosa. Esta tal cual como quisiera verla siempre.

— Te iba a llevar el almuerzo a la cama pero ahora ya no se puede, ven, almuerza conmigo. — Le pido haciendo un esfuerzo por coordinar las palabras y no tartamudear.

Camina hasta el desayunador y se sienta en una de las banquitas altas. Le sirvo la comida y luego me siento a su lado sirviéndome también. Cuando nos estoy sirviendo jugo de naranja me doy cuenta que estoy nervioso. Es la primera vez que siento que tenemos la oportunidad de hablar.

— Casi nunca cocino o voy a hacer compras asi que disculpa la poca variedad de comida... — Le digo para romper el silencio.

Ella me mira y me da una puntada de pánico en el pecho ¿Como una chica puede ocasionar esto en mí?

— Esta bien para mí. — Me contesta.

Comienza a comer con ganas y eso me pone de buen humor. Me agrada ver que siente mejor. Yo también me como la comida rápido. Cuando termina de comer, siento que me está observando de reojo mientras se toma el jugo de naranja. Finalmente levanta la mirada hacia mí y yo también la miro fijo. Quiero que arreglemos nuestros problemas y por fin estar juntos.

— Estás mas delgado. — Me suelta.

Oh. Me agarra desprevenido. Miro mi plato con restos de comida.

— 10 kilos.

Ambos nos miramos.

— Pero voy a estar mejor. Ya verás. — Le prometo.

Aparta la mirada como si hubiera dicho algo malo. Frunzo el entrecejo ¿Y ahora qué hice?

— Voy a la cama. El lunes tengo que volver a trabajar, estudiar y quiero sentirme bien. — Me avisa mientras se levanta de la mesa.

Seguramente son trucos para escapar de mí.

— No quiero que vuelvas a trabajar. — Me suelto de golpe.

Frena en seco y se queda de espaldas a mí.

— Y... no creo que sea un problema si dejas la Universidad este año. — Le digo con voz suave.

No será problema nada de eso. Podremos usar este año para estar juntos y el año que viene puede retomar todo hasta estar seguro que no escapará de mí. Ella se queda callada un momento. Por favor que reaccione bien. Se da vuelta de golpe y me cae el alma a los pies. Tiene los ojos llenos de lágrimas y los labios apretados.

— Anda... prohibeme ir a mi trabajo y hacer mis estudios y verás como en menos de una semana me quito la vida. — Me amenaza apretando los dientes.

Abro los ojos como platos mientras me paro de la encimera ¿Suicidarse? Estoy a punto de acercarme a ella cuando sale disparada hacia la escalera ¡No!

— ¡Ivanna! — Grito mientras corro detrás de ella.

Corre a toda prisa escaleras arriba y la veo perderse en la habitación de huéspedes. Corro lo más rápido que puedo pero al final me choco contra la fría madera. Intento abrir la puerta pero la cerró con llave.

— ¡No! ¡Mierda! ¡Abreme la puta puerta Ivanna!

— ¡Déjame sola! — Me contesta con voz agitada.

Pateo la puerta y la empujo mientras gruño, intentando entrar. No debió correr así. Acaba de recuperarse y está sin su Paf ahí dentro. Se aleja de mí, incluso en mi casa. Me quema el pecho y tengo ganas de llorar.

— ¡Abreme! ¡Abreme maldita seas! ¡No dormirás ahí, dormirás conmigo! — Le grito furioso.

— ¡Hasta que no cambies de opinión con respecto a mi trabajo y estudios no saldré de aquí! ¡¿Escuchaste?! ¡No te vas a apoderar de nuevo de mi vida! — Me contesta sollozando.

¡¿Eso es lo que cree que quiero hacer?! ¡Lo único que quiero es que me ame! Comienzo a patear la puerta, desesperado.

— ¡Abreme! ¡Abreme! ¡Mierda!

Antes de que pueda tirar la puerta abajo, el timbre suena y freno en seco. Corro escaleras abajo, nervioso. Abro la puerta de golpe y me encuentro con la mirada perpleja de Abel.

— ¡¿Qué?! — Le suelto.

— Hola Julián. También me alegra verte.

Pongo los ojos en blanco y decido calmarme un poco.

— ¿Que pasa Abel? Estoy teniendo un muy mal día.

— Te traje la ropa de Ivanna. — Me avisa.

Cierro los ojos.

— Lo olvidé por completo... lo siento. Gracias por traerla.

Le ayudo a bajar las valijas de ropa del auto luego descubro a Abel mirándome de reojo ¿Tanto se nota que estoy mal?

— ¿Cómo van las cosas con ella? — Me pregunta fingiendo un tono casual.

— Apenas si me habla.

— Dale tiempo para asimilar la situación. Ponte en su lugar...

— No puedo si ella me trata como basura. — Lo interrumpo.

Cambiamos de tema y conversamos un momento hasta que se va. Subo las valijas a la nuestra habitación y decido que lo justo es avisarle que su ropa llegó. Me acerco a la puerta.

— Tus cosas ya llegaron. Guardare tu ropa. Sólo quería que lo supieras. — Le aviso con voz calmada.

Espero un momento pero no me contesta nada. Cierro los ojos y largo un suspiro, decepcionado mientras mi frente recae en la fría madera. Me voy a la habitación y comienzo a doblar y colgar toda su ropa en el armario.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora