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Salimos del trabajo junto con Martín. Son casi las 4 de la tarde. No pude concentrarme en todo el dia. Gastón nos está esperando afuera. Llegó de Saavedra hace unos días y estuvo todo este tiempo en el departamento de Martín. A veces me pregunto si le causo miedo a la gente.

Subimos a mi camioneta. Quede en ir hasta el edificio de Ivanna para revisar si hay puertas traseras para poder entrar al complejo. Mañana la vamos a secuestrar. Hoy es demasiado arriesgado. Decidí esperar a que se quede sola. Si espero más de dos dias, es muy posible que intente escapar.

Estoy a punto de subir a la camioneta, hasta que Martín se pone rápidamente en frente de mí y entra al asiento del conductor. Frunzo el entrecejo y me le quedo mirando.

— Es mejor que yo conduzca.

No confía en mí y no lo culpo. Me subo al asiento acompañante y Gastón se sube atrás. Guardamos silencio hasta que nos acercamos al complejo. Todos estamos nerviosos por mañana. Si no funciona mañana... perderé las esperanzas por completo.

Martín deja la camioneta entre los árboles del parque que está en frente del edificio. Estamos a punto de bajar cuando Gastón ahoga un grito.

— ¿Que carajo es eso?

Levanto la vista de golpe y miro hacia la dirección de la puerta de entrada. Julieta e Ivanna saliendo. Caminan a paso acelerado mientras el viento les pega en el rostro. Lucen preocupadas y tengo una necesidad muy grande de saber a donde van.

— Hay que seguirlas. — Suelto.

— No vamos a noquear a Julieta y a llevarnos a Ivanna ahora. — Me contesta Martín de golpe como si me estuviera leyendo la mente.

Lo miro, intentando no ofenderme.

— Sólo quiero saber a donde van.

— Asegúrate de mantenerte a unas cuadras de distancia. — Le advierte Gastón.

Martín larga un suspiro, preocupado. Decido quedarme callado. Me molesta su actitud pero tengo que aprender a ser paciente. Martín conduce despacio a una cuadra de distancia de las chicas, hasta llegar a la estación de policías. Cuando entran, se me congela el corazón.

— Mierda.

Miro de golpe a mi mejor amigo. Siento que mi cuerpo está tieso del miedo. Ellas recurrieron a la policía.

— ¡Van a denunciarme! — Grito

— ¡Cálmate Julián! — Gastón me agarra de los hombros.

Nos quedamos en silencio un momento.

— No podemos hacer nada desde aquí Julián...

Estoy furioso.

— ¡Maldita sea! ¡Me van a denunciar!

— No te va a denunciar a tí... Entiende que Ivanna está asustada... sólo será... un aviso. — La voz de Gastón es nerviosa.

— ¡Pero si hay una denuncia de por medio, cuando la secuestre saldrán a buscarla de inmediato!

Me agarro la cabeza y mis amigos se quedan con la mirada perdida, sin saber que decirme. La desesperación que siento, es inexplicable. Nos quedamos en el auto, en silencio por maso menos como 15 minutos hasta que después de todo ese tiempo mirando fijo la puerta, salen.

Comienzan a caminar mientras conversan acaloradamente. No importa cuanto me esfuerce. No escucho de que hablan. Tengo ganas de llorar y gritar muy fuerte.

Ivanna agarra del brazo a Julieta y cruzan la calle, en dirección a los taxis. Ella luce triste... Siento que Martín deja salir el aire. Seguramente tuvo miedo de que ambas pasarán demasiado cerca de la camioneta y aún con vidrios polarizados, nos vieran.

Cuando están a la misma altura de la camioneta Julieta frena en seco y se vuelve a a Ivanna. Siento pánico y Gastón ahoga un grito. Por un maldito segundo pensamos que nos había notado. Sus voces se escuchan bajas pero por suerte puedo escuchar de lo que hablan.

— Mira Ivanna. Esto no es problema tuyo. Nada de esto es tu culpa, sólo es una persona demente que apareció de la nada... Y si te vas tendré que irme contigo. Después de todo lo que te pasó ¿Crees que me quedaré aquí sola? — Julieta suena desesperada.

Entorno los ojos. Esta perra es la responsable de que Ivanna este aquí.

— No. No vas a tirar tus sueños a la basura... trabajaste muy duro y... — La voz de Ivanna se escucha mucho más baja que la de Julieta. No logro escuchar lo último que dijo.

— Si. Lo sé. Y tú también. ¿O no? Seguramente con todo esto te olvidaste que la semana que viene tienes que volver a la Facultad y a trabajar ¿Dónde quedaría tu esfuerzo?

Cierro los ojos con fuerza. Mierda. Ella tiene que retomar su vida y yo aquí perdiendo el tiempo como un maldito idiota. Esa perra de Julieta necesita que le dé una lección.

Cuando abro los ojos la veo tomando con aire protector a Ivanna de los hombros. NO podrás protegerla toda la vida de mí, pedazo de estúpida. Tienes suerte de que mi amigo este enamorado de tí porque de otra manera, tu cabeza inútil, ya estaría rodando. Se alejan caminando y yo miro a Martín. Veo miedo en su mirada. Miedo de que lastime a Julieta.

— Prometiste que te alejarías de ella. — Me suelta de golpe como si me hubiera leído la mente.

— Conduce.

Martín conduce hasta mi casa y yo aprovecho para escribirle una agradable nota a Ivanna que también está dedicada para Julieta.

" Tu amiga Julieta está empezando a molestarme... siempre abrazándote y cuidando de tí, diciendo que todo estará bien e insultandome... pero lo que hizo hoy de llevarte a la policía realmente me saco de mis casillas. Pon en su lugar a esa perra, o lo tendré que hacer yo... sabemos bien los dos que nos veremos pronto y si tengo que sacar a alguien de mi camino, no dudaré en hacerlo. Nos vemos pronto amor. "

— ¿Que escribes ahora? — Me pregunta Martín con voz sería.

— Ocupate de lo tuyo.

Cuando llegamos a casa, no pierdo el tiempo al ver que Martín y Gaston se bajan del auto. Cierro la puerta, pongo el seguro mientras y me paso al asiento del conductor con un movimiento rápido.

— ¿Julián? ¡¿Qué mierda estas haciendo?! — Me grita Martín mientras golpea mi ventana.

Lo fulmino con la mirada mientras abro el portón y la camioneta se mueve suavemente mientras él intenta forzar la puerta.

— ¡No toques a Julieta! ¡Alejate de ella! ¡Lo prometiste maldita sea!

Mientras me alejo de la casa rumbo al edificio de Ivanna, se me pasa por la cabeza que Martín me conoce bien. Cuando llego al complejo, ni siquiera me molesto en estacionar en un lugar donde este oculto. Me bajo y voy casi corriendo al edificio. El portero me abre y me mira con recelo al verme correr escaleras arriba.

Cuando llego al tercer piso tengo el corazón en la boca. Me paro en frente de la puerta del 9C y sin pensarlo la toco tres veces. Frunzo el ceño ¿Acaso vengo de visita? Le pego un fuerte puñetazo a la puerta, descargando toda mi ira e impotencia. Ese puñetazo luego se transforma en una patada.

Deben estar aterradas dentro. Pero mi intención no es asustar a Ivanna... sino Julieta. Sigo pegando patadas a la puerta hasta que llego a un punto que no me detengo. Le pego patadas a la puerta imaginando que es la cabeza de Julieta, hasta que me canso. Cuando me detengo, jadeante, deslizo el sobre por debajo de la puerta y me voy corriendo.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora