Epílogo. (3)

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15 de Julio del 2022 (5 años después)

Estoy cocinando, revisando a cada rato que no se queme la maldita cena, como siempre me pasa. Supongo que cocinarle todas las noches a mi esposa, no es algo a lo que me acostumbré muy rápido. Siento que un coche está entrando al patio. Ivanna llegó. Me volteo varias veces hasta que la puerta se abre.

Sonrío cuando mi mujer entra, con su traje azul, después de una guardia que seguramente la dejó agotada. Me acerco a ella y primero la beso con dulzura en los labios para luego bajar a su barriga de embarazo y besar a mi hija.

Después de que entró a los 8 meses de embarazo, se siente mas agotada que de costumbre, asi que me ofrecí a hacerle la cena todas las noches pero casi siempre quemo todo. Se desploma en el sofá con una mano encima de su vientre.

— ¿Como estas mi amor? — Le pregunto mientras acomodo su largo cabello.

— Cansada... como siempre. — Me contesta sonriendo.

— ¿Y mi bebe? — Le pregunto acariciando su vientre.

— ¡Super inquieta! Pero no la culpo, solo a su mamá se le podría ocurrir embarazarse el primer año de interna en el hospital.

Me río.

— Es el momento perfecto... no te preocupes. Su mamá es estupenda y aun se ve sexy. — Le suelto con voz burlona.

Ella me regala una sonrisa triste. Me siento a su lado y levanto sus pies para sacarle el calzado y comenzar a masajearselos.

— Si... es solo que ojalá no me sintiera tan agotada.

Intento animarla.

— Todo vale la pena por esos pechos llenos de leche.

Rompemos a reír pero de pronto ella me mira perpleja.

— ¿Amor?

— ¿Si?

— Creo que algo se está quemando.

Abro los ojos como platos y me levanto rápidamente del sofá. Corro hacia la cocina y me doy cuenta que la salsa se quemó un poco.

— ¡Mierda!

Por suerte no se quemó mucho. Le sirvo la comida a mi esposa. Ella come con ganas aunque tenga un poco de sabor a quemado.

— Te amo por no quejarte de mi comida quemada.

Ella me sonríe mientras se limpia la boca con una servilleta. Se ve hermosa cargando a mi hija.

— Y yo te amo por cocinarme todos los días, cuando sabemos que no sabes cocinar.

Me río, cuando de pronto suena mi celular. Veo en la pantalla que es Martín ¿Habrá pasado algo en algunas de las sucursales? No suele llamar a estás horas. Me levanto de la mesa y le contesto.

— Amigo. — Lo saludo.

— Julián. — Me suelta con voz tensa.

— ¿Que pasó? ¿Algún problema con las sucursales?

— No... escucha, esto sera difícil de escuchar y quiero que mantengas la calma...

Trago saliva y comienzo a ponerme nervioso.

— Liliana saldrá en libertad condicional en unos días.

Me quedo petrificado y el corazón me da un vuelco. Abro la boca y vuelvo a cerrarla. Siento que el enojo me invade y un miedo que jamás había sentido nace en mi pecho. Miro a mi esposa comer con tranquilidad.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora