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Mientras guardo la ropa de Ivanna, observo que no tiene nada de marca, nada de seda y tampoco usa satén. No digo que no me guste su ropa pero si fuera por mí, llenaría su placard con ropa digna de ella.

Cuando termino, estoy más tranquilo. Incluso ya está anocheciendo. Es deprimente saber que toda la tarde la perdimos sin lograr un avance en nuestra relación... pongo los ojos en blanco. Una relación que ella no sabe que tenemos, pero no importa. En algún momento tiene que ceder.

Camino hacia la habitación donde está encerrada pero entonces freno en seco. Debería dejarla sola más tiempo... para que pueda pensar y se de cuenta que soy capaz de darle espacio. Bajo y como no puedo ir a el gimnasio porque no quiero dejarla sola, me pongo a hacer abdominales en mi living, luego salgo a el patio trasero, hago lagartijas y dominadas hasta que me canso.

Cuando termino observo que tengo mi patio trasero muy descuidado. Tiene una piscina e incluso reposeras pero como nunca vengo aquí, me olvidé de este lugar. Decido ignorarlo y entro a la casa. Subo a darme una corta ducha. Observo que Ivanna aún sigue encerrada. Me doy la ducha con la puerta abierta por las dudas. Luego me pongo mi ropa interior, un pantalón deportivo, mi calzado y decido quedarme sin remera nuevamente. Mi teléfono suena. Miro la pantalla y veo que es mi madre.

— ¿Hola? — Hasta yo reconozco que sueno mal.

— ¿Julián? ¿Cariño? ¿Estás bien? Te siento un poco desganado.

Pongo los ojos en blanco. No quiero molestarme con ella. No tiene la culpa de nada de lo que me pasa. Me tiro a la cama y miro hacia el techo.

— No es nada mamá. Sólo estoy cansado ¿Ustedes como están?

— Estamos bien. Entiendo que estas trabajando mucho pero espero que pronto puedas hacerte tiempo y venir a pasar unos días con nosotros.

Cierro los ojos. No puedo ir porque estoy atrapado entre Ivanna y mi locura.

— Yo también espero poder ir pronto.

Hablamos un poco más y luego corto la llamada. Extraño a mi familia pero primero tengo que resolver esto... además, ellos creen que Ivanna es mi novia. Quien diría que podría rechazarme de tal manera. Me levanto de la cama y camino hasta la puerta de la habitación donde ella sigue encerrada. Apoyo mi oreja en la puerta tratando de escuchar algo... Pero sólo hay silencio ¿Estará bien?

Me deslizo por la pared hasta quedar sentado a un costado de la puerta. No voy a moverme de aquí hasta que salga. Mis pensamientos comienzan a fluir y siento más que humillado ¿Realmente prefiere morir antes de estar conmigo? ¿Tanto asco le doy? La idea me parte el corazón. Pocas veces se me pasó por la cabeza dejarla ir y no molestarla más... Pero no funcionó... Lo máximo que pude soportar fueron 30 días contados al día siguiente que rechazo mi propuesta de matrimonio, porque simplemente no puedo vivir sin ella. Aunque no me quiera, aunque me desprecie y quiera estar lejos de mi... yo siempre estaré ahí... a su lado. Esperando por un poco de afecto, una mirada de simpátia o que simplemente acepte que nunca la dejaré.

Me doy cuenta que me siento cansado y también estresado. Se me cruza por la cabeza acostarme un par de horas a dormir pero no quiero moverme de aquí. Quiero estar aquí cuando ella decida salir. Me cierran los ojos. No estoy descansando bien últimamente. Intento mantenerme despierto pero poco a poco me voy quedando dormido.

                             ~•~

Abro los ojos de golpe a el escuchar el fuerte crujido de la puerta. Levanto la cabeza de golpe, ignorando el dolor en mi cuello. Ivanna parada con la puerta abierta me observa con ojos alarmados. Intenta meterse a la habitación a toda prisa pero reacciono de golpe y la agarro del tobillo. Patea para que la suelte.

— ¡Suéltame!

— ¡No! — Contesto intentando levantarme.

Patea más fuerte y yo me arrodillo en frente de ella con mis manos agarradas a su tobillo. Estoy a punto de levantarme cuando ella toma todo el impulso y la fuerza que tiene y me pega una patada en el pecho. Caigo de espaldas y mi cabeza golpea en el suelo. Frunzo el rostro de dolor mientras me agarro el pecho con ambas manos. El pecho me duele y la parte trasera de mi cabeza también.

Siento un portazo y luego me doy cuenta que volvió a alejarse de mí solo que ahora me dejó con un fuerte dolor físico y también emocional. No puedo creer que me pateara como si yo fuera un maldito animal salvaje. Me duele más el rechazo que la patada. Me levanto, como puedo, y comienzo a golpear la puerta.

— ¡¿Cómo te atreviste a hacerme eso Ivanna?! — Grito entre sollozos.

No me había dado cuenta que estaba llorando hasta que comencé a gritar. Realmente me dolió mucho lo que me hizo. No pienso permitir que me trate así de nuevo.

— ¡Abreme, mierda! ¡Voy a tirar la puta puerta abajo si no me abres!

Pateo la puerta muchas veces. Incluso me siento cansado y adolorido. Me detengo de golpe y la ira me invade más que nunca. Si no quiere salir por las buenas, tendrá que ser por las malas. Me alejo de la puerta, tomo impulso y le pego una patada. Vuelvo a tomar impulso y le pego una segunda patada. La puerta vibra. Siento la adrenalina y la rabia por todo mi cuerpo. Vuelvo a tomar impulso por tercera vez y mi pie vuelve a aterrizar en la puerta. Puedo notar que la cerradura se mueve. Tomo impulso por última vez y le pego una fuerte patada a la puerta.

Como esperaba, la cerradura se rompe en mil pedazos y  la puerta de abre de par en par. Entro a la habitación, ciego por la rabia. Ivanna está en la cama, con los ojos cerrados y tapándose los oídos con fuerza. Si ella no quiere amarme por las buenas, tendrá que ser por las malas. Se acabó el chico bueno y paciente ¿Quieres un animal Ivanna? Entonces lo tendrás.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora