(1) Primera parte. CAPÍTULO 2.

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INICIO DE LA PRIMERA PARTE.

25 de Marzo del 2016 (Un mes después)

Salgo de la Universidad con Martín caminando a mi lado.

— ¿Vamos a comer algo antes de ir a trabajar? — Me pregunta.

Niego con la cabeza.

— Tengo que juntarme con un posible comprador del auto.

Nos saludamos y me voy. Puse a la venta mi auto. Necesito juntar el mayor dinero posible para todo lo que quiero hacer. Si alguien escuchara lo que estoy planeando hacer para dentro de unos meses, creo que me tratarán de lunático y lo mejor que se podría hacer es encerrarme.

Le vendo el auto que me regalaron mis padres, a un hombre que me da el dinero en efectivo. Meto el sobre con el dinero en mi mochila y luego camino a el trabajo mientras dejo fluir mis pensamientos.

Ya tengo todo planeado. Sólo me falta hacerlo. Lo único que me preocupa es la Universidad. Con Martín nos metimos a la Universidad a estudiar Administración de Empresas, para poder aprender a manejar un negocio, emprendimiento o empresa. Estamos planeando abrir una pequeña sucursal de bienes raíces, pero no en Saavedra... sino en La Plata, en donde está viviendo Ivanna.

Sé que es una locura pero no me interesa. Me mudaré allí dentro de poco junto con Martín y luego vamos a terminar el cuatrimestre de la Facultad por internet, viajando únicamente para rendir los exámenes. Lo que aún no puedo planear es como recuperar a Ivanna. Frunzo los labios. Necesito pensar de que manera hacerla volver. Mierda.

Tengo muchos pensamientos en mi cabeza en este momento. Como explicarle todo esto a mis padres por ejemplo. Ni siquiera sé por donde voy a empezar cuando lleguemos allá. Me sorprendió que mi mejor amigo quisiera acompañarme. Siempre quisimos abrir una empresa juntos, pero pensé que no querría cuando le dijera que quiero abrir la sucursal en La Plata. No sólo me dijo que si, sino también se ofreció a ayudarme con cualquier cosa que planeara con Ivanna y si todo salía bien, pediríamos la transferencia a la Universidad de La Plata, en la misma carrera.

Desde que me puse el arma en la boca, no me dice que no a nada ¿Tiene que ver? ¿Tendrá que ver también Julieta, la amiga de Ivanna? En la escuela estaba enamorado de ella y supe que se besaron en la fiesta de Egresados pero ella estaba borracha y al día siguiente se olvidó de todo. Pobre Martín. Aunque no le va peor que a mi.

Llego a la empresa de mi padre y entro a la zona de papelería en el subsuelo. Me encuentro con Martín que ya comenzó a trabajar. Nosotros nos ocupamos de las cartas o solicitudes de compra que le llegan a la empresa y tambien de archivar negocios ya realizados en orden. Es medio tiempo, es lo único que mi padre pudo ofrecernos y a mi me alcanza. Es mejor que trabajar en Mac Donald, estamos solos, tranquilos y además de alguna manera estamos aprendiendo del negocio. 

Mi celular suena y miro fugazmente. Es la quinta vez que Liliana me llama. Me tiene harto. Pongo los ojos en blanco y lanzo un bufido.

— ¿Quién es? — Pregunta Martín mientras ríe. 

Seguro le causó risa mi expresión.

— Liliana.

Me mira sorprendido y hay molestia en su mirada.

— ¿Aún no terminaste con ella?

Lanzo otro bufido y niego con la cabeza.

— No es fácil terminar con alguien como ella... además ni siquiera le pedí que sea mi novia. No tengo porque terminar nada. — Contesto con voz dura.

— Okey. Tranquilo hermano. — Alza las cejas cuando cree que no lo estoy mirando.

No es que la quiero. Ni siquiera le tengo cariño. Ni siquiera me cae bien. Está demente y necesita con urgencia ayuda. Creo que más que yo... Pero cada vez que la veo sólo quiere arrastrarme a su mierda y lamentablemente no puedo negarme a unos momentos sin tener mi mente en Ivanna. Me olvido de ese dolor que me causa su recuerdo. No sé si son las drogas, el alcohol, su locura... la mía.

No sé, ni siquiera sé porque sigo viéndola cuándo no siento absolutamente nada por ella pero si quiero recuperar a Ivanna debo sacar a Liliana de mi vida lo antes posible. Me prometo a mi mismo que cuando termine de trabajar, verla y decirle que ya no quiero volver a saber de ella.

                               ~•~

Salgo de la empresa junto con Martín que me saluda y desea "suerte" antes de irse a su casa. Cuando me quedo sólo estoy a punto de marcar el número de Liliana para preguntarle donde está pero cuando levanto la vista descubro que no hace falta.

Esta del otro lado de la calle, saludándome con una sonrisa que no le llega a los ojos. Esta cada día más delgada. Sus jeans gris claros bailan en sus piernas cuando viene caminando hacia mí, pero ese no es mi problema.

— ¿Cómo supiste que yo trabajo aquí? — Le pregunto con el mejor tono que me sale.

No me contesta nada. Se acerca a mi y me planta un beso mojado en los labios. Me hago para atrás y siento que mi flequillo baila en mi frente lo que me recuerda que ya tengo el pelo largo de nuevo. Me dejó un sabor dulzón en los labios, evidencia de que estuvo bebiendo. Hago todo lo posible por ignorar ese detalle.

— Te he preguntado algo.

Ella se encoje de hombros.

— No respondías mis llamadas así que decidí seguirte.

Alzo las cejas. Loca de mierda.

— Tenemos que hablar.

Se muerde los labios.

— ¿Para qué hablar si podemos ir a un lugar más privado a relajarnos un poco?

Intenta poner sus manos en mis hombros pero la detengo y trato de tratarla con la mayor suavidad posible. Su expresión cambia a confusión.

— Liliana tienes que parar. Eres una drogadicta y ya no quiero seguir viéndote. No debí llamarte desde un principio...

Parpadea lentamente. Creo que estos momentos está drogada. Y con alguien drogado, no se puede hablar. Intenta acariciarme el rostro.

— Supongo que hablaremos cuando tu cerebro funcione... Y sino no me importa. Adiós.

Me voy a paso acelerado antes de que pueda atinar volver a seguirme. No quiero que sepa donde vivo. Ya no quiero verla nunca más. Fue un error desde un principio pensar que alguien como ella podría ayudarme. Está incluso más enferma que yo.

Volver a verla. [2] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora