Cuatro

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CAPÍTULO 4: Nos iremos de viaje

Después de clases todos se quedaron en el patio de la escuela para la clase de educación física. Seguí el consejo de mi mejor amigo de saltarme la clase, total, es sólo una clase. No creo que me haga falta la educación física si quiero ser un vago.

Me quedé 20 malditos minutos esperando un auto-bus y no pasaba ninguno hacia mi casa. No había mucho sol, así que decidí caminar.

El frío me estaba congelando los huesos, la punta de mi nariz estaba tan roja que parecía un reno de navidad. La lluvia estaba demasiado cerca. Justo unas cuadras antes de llegar a mi casa cayeron un par de gotas en mi mano, en ese momento supe que debía correr.

Ya entiendo para qué la educación física.

Cuando entré a la casa ya estaba todo empapado. Agradecí mentalmente que mi mochila haya recibido toda el agua que intentó caer sobre mi cabeza. Me quité los zapatos y los dejé en el suelo junto con mi mochila.

Escuché un par de voces al entrar a la casa, las dos provenientes de la cocina. Se supone que estaría solo todo el día.

Tomé un florero que estaba en la mesa donde colocamos las llaves y caminé lentamente hasta la puerta de la cocina, abrí lentamente la puerta para ver a mi mamá y a mi tía Zoe, hablando animadamente. Lentamente dejé el florero en el suelo intentando que no se dieran cuenta que he usado un florero como arma para defensa propia contra intrusos en casa. Buen título.

— Hijo, estás todo empapado. ¿Te ha caído la lluvia?– mamá se aproxima hacia mi para plantarme un beso en la frente.

No mamá, me he caído en un charco.

Miro a mi tía con una expresión extrañada, casi nunca la veo y mucho menos aquí en mi casa.

Ella me mira de pies a cabeza y me sonríe con amabilidad. Yo imito su gesto y enseguida me retiro de la cocina.

Subí las escaleras para ir a mi habitación. Justo antes de llegar me detuve en la habitación de al lado. La ventana estaba abierta ¿Por qué diablos? Solo yo entro a esta habitación.

Aveces pienso que eres tú, no se si alegrarme o asustarme.

Dejo de lado mis pensamientos y cierro la ventana, justo antes de entrar a mi habitación escucho una melodía proveniente de esta, era una canción que nunca en mi vida había escuchado. Entro con calma y veo una cabellera negra sobresaliendo por encima de la silla de mi computadora, ésta me da la espalda. Supongo que no ta mi presencia ya que enseguida voltea a mirarme.

Ojos marrones, pequeñas pecas en su rostro, cabello negro, piel blanca como una hoja de papel.

Chloe es la chica más hermosa del mundo, desde niña ha sido hermosa.

Me observa extrañada y se levanta de la silla, quizás ya notó que estoy empapado, me lanza una toalla que estaba encima de mi cama.

— Ne... necesito cambiarme, ¿Pu... puedes salir?– le pregunto.

Ella no me responde, solo se sienta de nuevo en la silla y voltea dándome la espalda. Ahí comprendí que no saldría. Tomé unos shorts, una camiseta, que según yo está limpia, y un par de medias. Entré al baño y me cambié ahí, dejando toda la ropa en la bañera, automáticamente salí, quizás para socializar un poco.

Me senté encima de mi mesa de noche, ella volteó nuevamente a mirarme y se quedó un rato haciéndolo. Luego empezó a charlar, esta es la parte difícil.

— ¿Quién eres tú?– pregunta ella mientras me observa con detenimiento.

Extraña pregunta debido a que estamos en mi habitación, estoy usando la ropa que saque de mi closet, tengo fotos mías de pequeño en todos lados, en la pared está mi título de primaria que dice "Mike" en grande.

Una Chispa de VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora