Diecinueve

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CAPÍTULO 19: Soltar.

Mamá esta sentada en el sofá de la sala con un gran bol de mezcla para pasteles instantánea. Nunca antes había preparado su pastel así, pero este año quiso cambiar de rutina. Estaba tan concentrada en la cuchara de madera y la voz orgásmica de la chica del comercial de televentas que no se ha dado cuenta que estoy sobre el sofá con mis pies encima de los apoya brazos, en otras instancias me mataría viéndome hacer esto.

— ¿Cómo es que puede pelar papas tan rápido?– pregunta al televisor.

— Mamá, es falso. Es su técnica de convencimiento, realmente no pela ni una papa– digo cruelmente, arruinando sus sueños de comprar el aparato que pela papas.

— Es cierto, no sé ni qué hago– se incorpora y se levanta con el bol en sus manos. La sigo hasta la cocina— Ayudame a verter la crema, algo debe salir de esta cosa– dice con asco, refiriéndose a la mezcla.

— No te ha quedado mal, puedes echarle más azúcar y trozos de manzana para que quede perfecta.

Parece pensárselo unos minutos hasta que por fin lo hace.

Escucho unas risitas en el pasillo, mamá no parece escucharlo ya que ni se inmuta. Luego la puerta de la cocina se abre y por esta entran Chloe y Mónica. Al notar mi presencia, Mónica me sonríe mientras que Chloe tuerce sus ojos.

— Buenos días señora Iris– dice Mónica, acercándose a mamá.

— Buenos días, querida.

— ¿Qué haces, tía?– pregunta Chloe, sentándose sobre la encimera.

— Hago preparativos para nuestra cena navideña– anuncia emocionada.

Le hago señas a mamá de que se calle, pero no me presta atención. Con todo este tema de Acacia y la escuela olvidé que debía invitarla a nuestra cena.

Falta solo una semana y media, nueve días contados para ver por última vez este año a todas las caras conocidas y no tan conocidas juntas bajo un solo techo.

En estos días que han pasado, Mónica se ha vuelto parte esencial de nuestro hogar. Me he dado el chance de conocerla y me parece impresionante la cantidad de cosas que una persona tan pequeñita puede llegar a pensar. Tiene tantos talentos, tantas metas y propósitos que me gustaría pensar como ella y al mismo tiempo ayudarla a lograr todo aquello que se proponga. Pero me es sumamente difícil cuando ni yo mismo he podido ayudarme a mi.

Por momentos veo a Acacia contornear sus caderas cuando pasa a mi lado. Con nuevas amistades y como no, nueva pareja. Noto sus expresiones al hablar, incluso la veo fruncir el ceño cada vez que Adam viene a abrazarla. Aunque se le ve muy feliz a su lado, tal y como cuando estaba conmigo. Pero como siempre, sigue siendo un misterio difícil de descifrar.

Esta mal por mi parte pensar en Acacia todo el tiempo, es un recuerdo imborrable. Fue quizás la primera persona a la que le abrí paso en mi corazón luego del accidente, de quien me enamoré perdidamente y como un loco, la que mi corazón rompió en mil pedazos y no hizo nada para unir los trozos.

No falta mucho para dejar de verla por una temporada, eso quizás me hará bien de alguna manera.

— Hey, estás perdido– escucho una voz femenina.

Parpadeo varias veces para volver a la realidad. Mónica está frente a mi con una cuchara de madera entres sus manos llena de mezcla para hacer pasteles.

Esta es la mujer en la que debería estar pensando verdaderamente.

— Disculpame, estoy distraído amor– respondo.

Una Chispa de VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora