CAPÍTULO 5

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Toqué la puerta de aquella Oficina dos veces.

—¡Pase! —se escuchó del otro lado, abrí poco a poco la puerta.

—Profesor ¿podría hablar un momento con usted? —pregunté,  me percaté que estaban él Gus y Max mirándome desafiantes.

—Claro, Spaghetti Sevilla, adelante. —contestó animado.

Los dos bobos se burlaron de mi apodo, cosa que ni me importó.

—¿Podría ser a solas? —miré a los dos tramposos.

—Nosotros ya nos íbamos, Spaghetti Sevilla. —me apuntó con su dedo antes de salir con Gus riéndose.

—Ahora si, ¿de qué querías hablar?

Tragué saliva. —lo que pasó es que yo ví quién fue el culpable de la caída de Ruggero...

—Si, yo también lo ví.

—¿Y que hará al respecto?

—Nada. Gus lo hizo sin intención alguna, por eso estaba aquí aclarando la situación, fue un simple accidente.

—Accidente mis pelotas... —¡wow! Por fin puedo usar esa expresión. —yo ví con mis propios ojos que lo hizo a propósito.

—Spaghetti Sevilla no insista más por favor, deje de levantar falsos.

—¡No son falsos,  lo ví con mis dos ojos! Y ¡ah! Seguramente los otros tres chicos que estaban hasta el final conmigo lo vieron también.

—No hay pruebas. —me miró desafiante.

—Le aseguro que las conseguiré. —sonreí falsamente.

—Aún así no haré nada al respecto, de la manera más amable le pido que se retire a menos de que quiera que aumente esas sentadillas pendientes a 400.

...
—Ahora todo tiene sentido. ¡Fueron esos dos!—exclamó un Mike algo enojado, le conté lo que había visto.

—Lo peor es que le dije al profesor y no quiso hacer nada por que según fue un "accidente".

—Estoy seguro que el también vió y no quiere decir nada por que esto involucra a su hijo.

—Si,  me dijo que el vió. ¡ESPERA! ¡¿QUÉ?!

—Max es el hijo del profesor y no sólo eso, también es nieto del director y tataranieto del fundador del Roller además de ser el sobrino de algunos profesores.

Ahora todo tiene sentido es un niñito mimado que no puede soportar que las personas sean mejor que él, es por eso que se lleva bastante mal con Ruggero.

—¿Cómo sigue Ruggero?

—Le duele muchísimo su rodilla,  Agus y yo lo llevamos ya a su habitación. La enfermera nos dió unas indicaciones sobre como tratar su herida, pero mejor te las explico a ti ya que eres quién duerme con él.

—Va, te escucho.

Después del mini curso sobre como tratar la herida de Ruggero, me dirigí a la habitación por si es que me necesitaba.

—Hola.—saludé al entrar, saludo el cual dejó en visto por así decirlo. —¿necesitas algo?

Negó con la cabeza.

Me dispuse a hacer mis cosas pero los pequeños quejidos de Ruggero robaron toda mi atención. El pobre estaba tratando de alcanzar su celular el cual estaba en la orilla de la cama.

—Veo que si necesitas ayuda. —tomé su celular y se lo di.

—Gracias... —contestó cabizbajo.

Respondí su agradecimiento con una sonrisa.

...
Miraba mi reloj y eran las 3 de la madrugada, no podía dormir, no me concentraba en otra cosa que no fuera como hacer para que Max recibiera su castigo si es familiar de las autoridades del plantel.

Escuché los quejidos de dolor de Ruggero, no será el mejor chico pero ese tipo de dolor no se los deseo ni a mi peor enemigo. Me levanté de la cama para ver como se encontraba, parecía un caracol cubriendo sus rodillas con sus manos.

—¿Quiéres que llame a la enfermera?

—No...  Estoy bien. —cerraba los ojos, era muy notorio su sufrimiento.

—No seas orgulloso, espera, iré por el botiquín.

Michael me explicó que de vez en cuando tenía que cambiarle la tira que cubre su herida, antes de cambiarla le pregunté si podía a lo que contestó un doloroso "si",  poco a poco retiré la tira, la gran herida quedaba al descubierto, realmente le había quemado la piel.

"Antes de colocarle la nueva tira tienes que desinfectar la herida."

Recordaba cada indicación de Mike y llegué a mi parte menos favorita, cuando era pequeña uno de los dolores más feos era que mi mamá me desinfectara una herida.

—Ruggero, esto te va doler, no te digo un poco por que sé cómo se siente, te va doler un buen. Así que te recomiendo morder una almohada.—siguió mis indicaciones y tomó la almohada. —¿listo? —asintió asustado.

Preparé el algodón con algo de alcohol, y temblorosa me acerqué a la herida, una vez que el algodón y el alcohol tocaron la piel dañada la reacción de Ruggero fue dar gritos de dolor a la almohada.

Hasta a mi me dolía.

—¡Ya, ya tranquilo! —dije cuando por fin terminé.

Le coloqué una pomada a la herida y por fin le puse la nueva tira.

—¿Has pensado alguna vez dedicarte a esto?—me sorprendí con su pregunta.

—No, jamás. Pero tal vez debería pensarlo. —sonreí a lo que el me devolvió una sonrisa.

—Muchas gracias, por curarme y cambiarme la tira.

—No hay de que, creo que es hora de dormir, buenas noches Rugge. —me levanté de la cama para guardar las cosas.

—Buenas noches Lionel. —escuché decir a mis espaldas.

Se aprendió mi nombre, bueno técnicamente el nombre de mi hermano pero algo es algo. No pude explicarme ni a mi misma por que dormí tan sonriente esa noche.
...

Otro capítulo más, espero que lo disfruten...

Internado para VaronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora