CAPÍTULO 20

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Que bonita la sensación de volver al Roller, la diferencia es que ahora haré las cosas bien, es decir, Máx ya no me podrá manipular y podré regresar como Karol.

— Tal vez estés molesto por haber saboteado a Ruggero, pero te extrañé —abracé al castaño de Agus.

— No estoy molesto, no podría enfadarme contigo... —acarició mi cabello. —no sé que me has hecho Karol Sevilla. —susurró esto último haciéndome abrir los ojos más que de costumbre.

¿A qué sé refería con "no sé que me has hecho Karol Sevilla"?

— ¡Bien! ¿Por qué no vamos con Mike? Seguramente el debe estar muy enfadado. —sonreí nerviosa.

— Okey vamos. —me devolvió la sonrisa.

Mis pensamientos aún revoloteaban y después de lo que dijo Agus el ambiente se volvió diferente, ¿por qué estaba tan nerviosa?

[...]

Michael es un orgulloso de primera, tanto que no aceptó mis disculpas por ocultarle que era chica

— Mike, te juro que si te lo iba decir—me miró por un momento y volteó la cara de nuevo; intentaba no reírme por la posición de sus manos recargadas en sus piernas cruzadas. —traje comida. —saqué una hamburguesa qué especialmente compré para Mike de mi bolsa.

— Por ahí hubieras empezado. —tomó la hamburguesa y me dió un corto abrazo.

— ¿Cómo sabías que te iba disculpar con algo de comida? —preguntó Agus.

— Los conozco chicos.

— ¿Incluso lograste que Ruggero te perdonara? —ahora preguntó Mike.

Sentí como mis ojos se entristecieron.

— Lo siento, no debí preguntar.

— No te preocupes... —sonreí triste. —algún día tiene que abrir su corazón y lograr perdonarme.

Luego de ese incómodo momento los chicos trataban de animarme haciéndome reír con sus tonterías y sus anécdotas, con ellos me olvidaba de todo y me sentía feliz, sentía que estaba en mi lugar.

Tuve que despedirme de ellos ya que tenía que checar donde iba estar mi nueva habitación, pasé por la recepción y había una larga fila de las chicas que venían a hacer la audición para inscribirse al Roller, me dió una inmensa alegría ver a tantas chicas seguramente muy talentosas y ver que al fin tienen oportunidad de estar aquí.

— Karol Sevilla... —le dije mi nombre a la recepcionista.

Asintió y tecleó mi nombre en su computadora

— Tú habitación es la número 120, y ya hay una chica que fue inscrita así que esa chica será tu compañera. — ¡vaya! Esa chica debe ser un prodigio en el patinaje para que la aceptaran así de rápido.

— Está bien, muchas gracias. —sonreí agradecida, ella me entregó unas llaves y me dirigí a mi nueva habitación.

Ya me estaba entrando la duda de como sería mi nueva compañera de habitación, espero que no le moleste compartir habitación como al anterior.

Metí mi llave a la puerta y me llevé la sorpresa de que ya estaba abierta, lentamente empuje la puerta y me encontré a Ruggero sentado en un sofá junto a una chica rubia que apenas entré me miró con sus penetrantes ojos azules.

— Hola...—saludé a la chica pero ella me ignoró.

— Como lo siento por ti Valentina, tendrás que soportar a esta chica tan pesada. —entrecerré los ojos.

— Tú la soportaste Ruggi, así que tengo que poder —ambos rieron como si se tratase de un chiste, ¿y a qué viene el "Ruggi"?

— Disculpen, estoy aquí, no soy invisible así que puedo escuchar todo. —alcé mis manos y volvieron a ignorarme.

Ruggero lanzó un suspiro largo. —estábamos tan bien antes de que llegaran terceras personas, creo que es hora de retirarme Valu, no soporto a la gente falsa. —me miró.

— No te preocupes... Quédate ahí, no volverás a verme por aquí. —si me dolió que me dijera falsa, tampoco es para que me trate así. —una cosa más Ruggero. —lo miré cara a cara. —piensa lo que vas a decir antes de lastimar a una persona, compermiso. —salí de la habitación.

Caminé por un largo pasillo que parecía no tener fin, no sé exactamente a donde quería ir pero me sentía demasiado desanimada, estoy intentando ser paciente para que Ruggero me perdone pero no sé cuanto tiempo más seguiré aguantando sus malos tratos.

Me arrinconé en una pared y oculté mi cara sobre mis piernas, no estaba llorando pero tenía inmensas ganas; tan solo era yo con mucha tristeza guardada.

— ¿Estás bien? —ese acento tan típico de él hizo que levantara mi mirada chocando con sus ojos cafés.

— Estoy bien, no tienes por que fingir que realmente te importa.

— No estoy fingiendo, realmente me importa. —oh no, no, no. Mi corazón de polluelo se emociona al escuchar eso.

— ¿Qué puedo hacer para qué me perdones de una vez por todas y dejes de tratarme mal?

— Dejame conocerte, quiero conocer quien es Karol Sevilla.

...

Internado para VaronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora