Capitulo 5

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  Sabia que aquel caballero se enfrentaría ahora al que sostenía a aquella mujer, ella solo debía distraerlo para así lograr hacer que la soltara pensó. 

Se preparo mentalmente para golpear al hombre con el palo en la cabeza, esto iba a requerir de mucho más valor del cual pensaba tener, pero se sentía completamente identificada con la joven apresada por aquel mal hombre.

Megara mientras avanzaba lentamente acelerándosele por la espalda, se enfundaba coraje, hasta que se encontró lo suficientemente cerca de él como para poder darle, levanto el palo y con toda la fuerza que tenia golpeo al hombre sobre su cabeza, haciendo que este se tambaleara hacia atrás, confundido por aquello que había logrado golpearlo y megara logrando su cometido, desoriento al hombre al tambalearse este, aturdido y confuso terminó soltando a la mujer.

El otro caballero aprovechando el momento de confusión del bandido vio la oportunidad para abalanzarse sobre este.

Megara no pensaba quedarse observando a quien ganaba, simplemente pensó en agarrar a la joven y alejarse del lugar hasta que ambas se encontraran a salvo.

Avanzaron no mucha distancia cuando lograron escuchar unos gritos, el cual logró asustar a ambas jóvenes quienes instintivamente trataron de ocultarse tras un árbol.

Ambas temblaban.

Todo el coraje se había esfumado en cosa de segundos.

Estaban expectantes a la aparición del hombre que hubiera triunfado, rezando porque no hubiese sido el captor de aquella joven.

Megara observó a la joven que se encontraba a su lado, se veía de alrededor la misma edad que ella, más alta y de cabello cobrizo, la pobre joven se encontraba temblando. Trató de tranquilizar a la joven quien continuaba llorando por lo sucedido, tratada de infundirle el sentimiento de seguridad, uno que ni siquiera ella sentía, puesto que incluso ella se sentía temblar.

Tal ves el quedarse ahí, escondidas tras el árbol no había sido la mejor idea, podrían haber avanzado un poco más si el grito de uno de los hombres no hubiera logrado asustarlas. Se arrepintió aún más de haberse quedado ahí al escuchar unos pasos que cada vez se iban acercando más.

Ambas dejaron de respirar por un momento, esperando conocer su destino.

La joven junto a ella se abrazó instintivamente, como si al hacer eso lograra desaparecer del lugar o hacerse invisible para la persona que se acercaba.

No estaba lejos de lo que hubiese querido hacer megara, pero al cubrir ella con su cuerpo a la joven había quedado a la vista de cualquiera.

- Eleonora - escucharon a un hombre hablar.

La joven al escuchar su nombre se relajó completamente y salió corriendo en busca del hombre que la había nombrado.

El peligro al parecer había pasado, aquella joven ya se encontraba en buenas manos, del que al parecer por la forma en que se abrazaban eran más que hermanos u acompañantes, megara no pudo evitar sentir un poco de envidia al ver algo qué tal vez nunca le iba a pasar a ella.

Ser protegida por otra persona.

Lo cual era mucho más de lo que poseía megara.

Era inevitable ese sentimiento, ellos seguirían con su camino.

El hombre luego de abrazar a la joven que ahora sabia se llamaba Eleonora, me miró expectante para luego caminar hacia mi.

- mi nombre es Andrew MacNeil, estaré eternamente agradecido por haber ayudado a salvar a mi prometida...- dijo observándola de pies a cabeza - cuál es tu nombre?, no recuerdo haberte visto antes - señaló pensativo.

-Megara - respondió a secas, no le interesaba señalar su apellido y tener que recordar su pasado no muy lejano.

- y tu apellido? - inquirió un poco irritado por la forma en que esta se dirigía a el.

- No tengo - señalo Megara obviamente mintiendo, aunque para hacerlo más creíble agregó - soy huérfana - aunque debía admitir que si lo era, lo había mencionado para así hacer sentir al hombre y que este no siguiera preguntando cosas que no quería recordar.

- bien, Megara - dijo no queriendo ceder ante aquella joven que obviamente escondía algo, pero aun así el se encontraba plenamente agradecido por la valentía de aquella joven. - Viajas sola? - pregunto de pronto al ver que nadie se encontraba cerca más que ellos.

- Si, por el momento me encuentro buscando trabajo.- Al menos esto si era verdad, pensó megara, necesitaba dinero para poder costearse un lugar para dormir y de preferencia no teniendo que verse reducida a una dama de cuestionable procedencia.

- Trabajo - repitió pensativo, puesto que las ropas que esta llevaba nada tenían que ver con la de una simple sirvienta, Andrew se debatía internamente en si debía o no confiar en aquella extraña, pero se lo debía por haber salvado a su amada prometida, el estaría eternamente en deuda con ella y que mejor que pagandole de esa forma - Da la casualidad de que mi prometida acaba de perder a su dama de compañía, debido a los sucesos previos. No digo que sera un trabajo estable, todo depende que como trabajes- señalo mirando hacia su prometida, tampoco quería que esta se sintiera pasada a llevar por aquella toma de decisión sin antes haberle informado, mas esperaba que entendiera la situación en la que ahora viajarían sin la compañía de su doncella.

- Estaré profundamente agradecida por su oferta, claro sin incomodar a su prometida - añadió, pues pudo evidenciar un pequeño dejo de confusión en su mirada.

- Seremos nosotros los agradecidos con que te nos unas, puesto a esta mala vuelta del destino, me temo que mi prometido y yo nos encontramos en una mala situación.- Hablo Eleonora

- Entonces vamos- dijo Andrew - los hombres están reparando la carroza para su comodidad.

A medida que avanzaban hacia el grupo de hombres pudo apreciar que debían ser al menos 5 hombres, todos ellos enormes y a simple vista bárbaros, algunos de ellos lastimados y aun sangrando, sin embargo aun así ninguno se quejaba por sus heridas, si no que seguían trabajando en conjunto para reparar la carroza.

Se sorprendió aun mas al ver como todos sin ser sirvientes eran plenamente leales al hombre que ahora conocía por Andrew MacNeil.

La lealtad que observaba era algo que nunca había tenido el placer de apreciar hasta ahora.

Si tan solo sus padres hubieran contado con gente así.

Es cosa de tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora