Capitulo 7

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las miradas de desconfianza y impotencia seguían, aquel hombre la evaluaba de pies a cabeza, Megara pensó que en cualquier momento la expulsaba de sus tierras o la encerraba con la teoría de que podía ser una ladrona. sin embargo jamás se espero lo que realmente sucedió.

- No confió en ti, pero haz salvado la vida de mi hija... una vida por otra - dijo y luego se dio la vuelta - Entremos antes de congelarnos, los esperábamos más temprano pero aún así todos han decidido quedarse para verlos.

Con esas palabras le había otorgado finalmente la oportunidad de ser, Megara finalmente dejo escapar todo el aire que había estado conteniendo. Este era su nuevo comienzo, era todo lo que había deseado, una oportunidad. 

- Todos? - pregunto Andrew.

-Han venido todos los del clan a presentarle sus respetos y saludos al prometido de Eleonora- exclamo con una sonrisa de lado, orgulloso de haber elegido a  un hombre respetable y a la altura de su amada hija, además estaba seguro de que era un buen hombre y seria un buen esposos también.

- No los hagamos esperar entonces - dijo cediéndole el paso a las damas para ingresar primero.

En el interior de la fortaleza los esperaba un gran recibimiento con innumerables hombres de confianza, mujeres y niños contentos de verlos, muchos de ellos venían de lejos a felicitar a la futura pareja, ya que con su unión también lo hacían sus clanes. Megara esperaba que al entrar los llevarían a descansar a sus cuartos, como suele hacerse, no pensó que las costumbres aquí también eran completamente diferentes y que aún le aguardaba una noche larga.

La música se siguió durante varias horas, en las cuales Megara debió permanecer junto a Eleonora y seguirla cada vez que esta desaparecía de la estancia. Era realmente cansador tener que perseguirla a todas partes y ella nunca había tenido que seguir a alguien.

Sin embargo debía admitir que la música escocesa era exquisita y revitalizaste, nada comparada con la música rígida de los bailes Londienses, acá reinaba la alegría en todos los hombres así como también su expresividad entre hombres y mujeres, cosa que jamás había visto. Aunque estaba segura de haber visto a hombres manosear frente a todos a una que otra sirvienta, pero estas parecían disfrutar de las atenciones provenientes de esos bárbaros, no le gustaba ese salvajismo y aunque en unas cuantas ocasiones se había visto acorralada por aquellos hombres, hasta el momento había podido quitárselos a todos de encima haciendo ademán de estar buscando a la señora de la casa.

Sin duda aquella atención no era algo de lo que Megara gozará como las otras sirvientas, ella era una dama y aunque intentara actuar como otra cosa en pos de su futuro, jamás se dejaría arruinar por estos hombres.

Para las mujeres su virginidad lo era todo, su honra y su tesoro el cual solo debía ser entregado a su esposo, así se le había enseñado y pese a todo respetaría esto.

En una de las tantas ocasiones en que siguió a Eleonora al aseo, esta luego se dirigió hacia  su padre que se encontraba hablando con su prometido.

- Una muy agradable recepción debo admitir señor- dijo Andrew

- Llámame Konrad, Andrew no hay necesidad de formalismos - dijo levantando su vaso en su dirección - todo esto es por ustedes - agrego en cuanto vio llegar a su hija.

- Se me hace un tanto difícil, konrad... estoy acostumbrado a llamarlo señor - Andrew abrazo a Eleonora, la verdad el jamás pensó en casarse a esta edad... el, que poseia facciones agradables a la vista de las mujeres, de gran porte y con apenas 32 años solo había querido disfrutar libremente de una mujer o dos, deseosas de estar con el sin mayor compromiso. Pero entendía lo que esta unión significaría para sus clanes y para ser sincero había tenido suerte de que su prometida no fuera fea como se había esperado antes de verla llegar a su hogar.

Eleonora sin duda era una belleza, de cabello cobrizo, largo y ondulado, del piel blanquecina y complexión pequeña, realmente parecía una muñeca con aquel vestido verdoso.

- Andrew, he estado esperando a que mi prometido me saque a bailar- dijo Eleonora de manera nada sutil.

- Por supuesto, si me permite - dijo tendiendo la mano.

En lo que la pareja se aleja al centro de la improvisada pista de baile, Megara se quedo a un costado observando.

- Veo tristeza - dijo Konrad

Pero Megara no entendió a que se refería con eso cuando se dirigió a ella, así que solo lo miro expectante por si agregaba algo.

- En tus ojos - respondiendo a la pregunta no expresada - no se de que huyes, pero me dirías si es algo malo? - inquirió.

- Nada malo

- Eso espero, odiaría confiar en ti y que me hayas mentido.

- Mi historia es difícil de creer, por lo que es mejor no contarla. - menciono cabizbaja, Megara creía que era imposible que le creyeran lo que era y aunque lo hicieran nada cambiaría. Ella necesitaba ayuda, pero para que la ayudaran primero debía ganar su confianza y credibilidad.

- Si quisieras contarme, prometo no ser yo quien te juzgue.

Seria maravilloso si así fuera...

Le ofrecía la oportunidad de contar su versión, su historia.

Pero escuchar y creer, es distinto de escuchar y no juzgar.

Y ella realmente quería que le creyeran.

- Tal vez aun no estas lista - agrego al comprender su silencio

- Tal vez aun no... - repitió Megara.

-  Aquí estaré cuando quieras - y sin mas se alejo.

Tal vez podría confiar en el más adelante, pero y si le contaba todo y luego decidía echarla porque no le creía?, no confiaría tan fácilmente, no hasta que supiera que era bien recibida en este lugar.

No hasta tener la esperanza de ser escuchada abiertamente y por sobre todo, no hasta tener aunque sea una mínima posibilidad de que realmente le crean.

Tal vez así podría pedir su ayuda, aunque nadie en esta vida te ayude sin recibir algo a cambio... al menos esperaba estar dispuesta a pagar el precio que le pidiesen con tal de arrebatarle todo lo que su primo y tía le habían quitado a ella.

Es cosa de tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora