Capítulo 2

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La fiesta había acabado para ella, en el carruaje seguía pensando en lo que haría, si debía no hacerlo, si tendría el valor, ajena a la conversación que mantenían su tía y su primo.

Ella no les prestaba atención, solo quería llegar a casa y encerrarse en su habitación asignada. Solo quería desaparecer.

- No te he visto bailar hoy prima - dijo con una sonrisa sarcástica. - supongo que debido a que no eres tan agraciada.

- Tan poco agraciada que salió la pobre, si tan solo hubieras heredado la altura de mi hermano-dijo riéndose.

- Madre, dijiste que nos desharíamos de ella casándola- dijo apuntando a Megara - no creo que vaya a ser fácil casarla.

- no te preocupes hijo, en lo que queda de temporada nos desharemos a como dé lugar de ella, no es así Megara? - pegunto, insinuando lo que antes le había dicho.

- Me iré tan pronto como pueda - no había sentido tanto coraje como al escuchar las palabras de desagrado provenientes de su tía.

Ahora estaba segura de la decisión que había tomado, sería la locura más grande de su vida y puede que tal vez fuese la última que cometería.

- Eso espero- dijo satisfecho Robert su primo, a lo que su tía asintió.

El trayecto a casa se le hizo interminable, ninguno volvió a dirigirse a ella, en lugar de eso Siguieron con su conversación trivial.

Al llegar a casa se despidió de ambos y se fue hacia su habitación, se sentía tan cansada no solo físicamente, sino también mentalmente.

El día había sido revelador y en exceso agotador.

Estaba abrumada por todo lo acontecido durante el transcurso del baile de presentación.

Al llegar a su alcoba se recargo contra la puerta al cerrar y suspiro. Aquella había sido lejos la peor noche desde que estaba alojando en casa de su tía.

- desearía solo... Desaparecer- se dijo, mientras lágrimas caían por sus ojos.

Se dio vuelta y observo Aquella que había sido su lugar seguro durante siete meses, aquel lugar era deprimente, nada indicaba que una joven durmiera ahí, no había logrado personalizar aquella estancia durante su estadía. Y aunque ahora se alegraba de no haberlo hecho puesto que así sería más fácil dejarlo todo, seguía repitiéndose que estaba siendo imprudente.

Decidida busco un bolso lo suficientemente grande y a la vez ligero que le Permitiera llevarlo durante largos trayectos. Recogió las pocas joyas que había escondido de su tía, para que esta no las vendiera como a las otras cosas de sus padres, aquellas joyas eran las que le había dejado su madre, el único recuerdo que tendría de ella, se decidió además a llevar tan solo una muda de ropa, algo que no fuese llamativo puesto que sería todo lo que podría cargar.

Una vez tuvo todo listo se disponía a salir por los pasillos de servicio que utilizaban los criados.

bajo las escaleras con el mayor silencio posible hasta llegar al área de la cocina, por la cual podría salir.

Pero antes de salir y en vista de que no contaba con centavo alguno decidió pasar por el estudio personal de su primo antes de marcharse.

Ella sabía perfectamente dónde guardaba dinero su primo, puesto que siempre alardeaba frente a ella, así que se dirigió rápidamente hasta el escritorio de caoba y abrió el último cajón, de donde sacó la única bolsa de dinero que había, de seguro la perseguirían, pero esperaba que cuando notaran su ausencia ella ya se hubiera ido lo suficientemente lejos.

Tomo lo poco de dinero que quedaba de su padre, no sabía cómo Robert lograba gastar tanto dinero, las apuestas lo habían consumido y se imaginaba que en poco tiempo ya no podrían seguir fingiendo que no estaban en quiebra.

Salió de estudio se escabullo nuevamente por el pasillo hacia la salida de la cocina, donde se topó con una de las sirvientas. Sorprendida esta se giró a verla y cuando iba a hablar para preguntar qué hacía allí, Megara dijo exasperada - hay un ratón en mi cuarto, id a sacarlo.

- si mi lady - preocupada, la sirvienta se empezó a movilizar hacia la habitación.

Una vez que aquella sirvienta de hubo marchado se apresuró a salir, sería cosa de minutos que se diera cuenta de que le había mentido.

Al salir finalmente de la casa camino tres cuadras hacia la derecha, esperando que pasara un carruaje de alquiler, debía moverse lo más rápido posible, porque sabía que si se quedaba quieta la encontrarían fácilmente. Pero nada... No pasaba ninguno, por lo que se aventuró a seguir caminando en dirección a los barrios bajos, habrán pasado al menos diez minutos cuando al fin pudo parar un carro.

- al puerto- le indicó

- enseguida- dijo el chófer del carro mientras agitaba las riendas de los caballos.

Aun no podía liberarse del miedo, sabía que pese a que había logrado huir, aún podían alcanzarla, aun no se encontraba a salvo.

Se demoraron cerca de una hora en llegar al puerto, el viaje se le hizo odiosamente largo, al bajarse pago al cochero y se dirigió a ver los barcos que saldrían esa noche. Pregunto en todos los barcos a punto se zarpar y en cada uno de ellos se negaban a llevar a una joven sin carabina, Megara estaba a punto de darse por vencida, estaba desesperada... Se le agotaba el tiempo y lo sabía.

Había un único barco al que no había ido, uno que iba a Escocia, lugar de soldados, rebeldes y tierras inhóspitas, el lugar de donde la gente no volvía...

El único destino al cual le tenía miedo.

Se aventuró hacia el barco, mientras se acercaba a este vio a muchos hombres bárbaros, necesitados de un buen baño, se asustó al ver que la mayoría tenia cicatrices que exhibían como marcas de guerra, evitando contacto visual con todo esos hombres subió a la embarcación y se acercó hasta donde se encontraba el comandante de la tripulación, un hombre fiero de semblante duro, escalofríos recorrieron todo su cuerpo, Megara tuvo miedo incluso de mirarlo a los ojos.

Es cosa de tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora