T r e i n t a y s e i s

10.1K 997 158
                                    

"¿Que pa-pasó?" Preguntó Iñigo mientras cerraba con fuerza los ojos, tratando de soportar el dolor que le producía el mínimo movimiento.

Incluso respirar parecía ser imposible sin ocasionar algún tipo de incomodidad. El hombre se sentía muy confundido, desorientado, y el dolor solo empeoraba las cosas. Además, Christina no dejaba de llorar. Eso lo ponía a él peor. No sabía ni que esperar.

"Chris-Christina," Murmuró suavemente esperando por fin sacar a la chica de su estado de euforia.

Y como por arte de magia, pareció que Christina recuperó la compostura y se quitó de encima de Iñigo mientras limpiaba sutilmente sus lágrimas que simplemente no dejaban de brotar.

"¿Que paso, Bo-Bonita?" Preguntó una vez más el chico mientras intentaba disimular el dolor.

"Tuviste un accidente. Muy feo." Fue lo único que logró mascullar antes de ponerse a llorar de nuevo. "Creí que— ay no, prefiero ni pensarlo."

"No recuerdo mucho—" paró un rato mientras tomaba una bocanada de aire. Solo intentaba no asustar a Christina, no quería que supiese que el dolor lo estaba matando. Ya sabía el que se pondría muy mal. Pero parecía que no era muy bueno disimulando.

"¿Iñigo? ¿Estas bien?" Y justo cuando iba a contestar que si, sintió un punzante dolor en la espalda, y de nuevo cerró los ojos con fuerza y de golpe. "¡que tonta! Por supuesto que no estás bien. Voy por el doctor"

Por un momento a Iñigo lo invadió el pánico, y rápidamente tomó el brazo de Christina para evitar que se levantara, no quería que lo dejara, porque pensaba que no regresaría, y sencillamente prefería aguantarse el dolor.

"¿Que pasa? Solo voy por el doctor, regreso enseguida." Dijo de inmediato la chica mirándolo a los ojos.

No mentía. Si algo sabía Iñigo de Christina era lo mala que era para mentir, y esta vez no estaba mintiendo, eso lo podía asegurar.

"¿Lo prometes?" Inquirió el hombre no muy seguro de lo que estaba pasando.

"Sí, no iré a ningún otro lugar" Susurró Christina mientras le plantaba un pequeño besito en los labios y acariciando su barba con las yemas de los dedos se levantó. Esta vez no hubo resistencia, y por fin pudo salir en busca del doctor.

Un accidente... Iñigo apenas recordaba algo así. La carretera, un auto, un golpe. Todo parecía muy confuso, no recordaba mucho. Parecía que estaba lloviendo, pero no estaba seguro, y sería mejor que Christina no supiese eso. Esperaba que las cosas se aclararan cuando el maldito dolor no sólo estuviese perturbando, y cuando por fin pudiese dormir tranquilamente.

"Señorita, ya he roto muchas reglas por usted. La respuesta es no, no se puede quedar más tiempo. Creí que se había ido hacía horas." Escuchó la vos de alguien justo afuera de su puerta. Parecía una persona molesta que aunque intentaba susurrar, más parecía que quería gritar exasperado.

"¿Como pretende que deje a Iñigo solo? Ya le dije que no tiene familia en el país, me necesita más que nunca." Hablo la inconfundible voz de su pequeña Christina. Sin embargo no entendía que era lo que estaba pasando. Pero que carajos—

"Pues no me interesa. Mire señorita, ya sabe que aquí no se hace lo que yo digo sino lo que dicen las reglas del hospital. Usted no es nadie legalmente hablando del señor, y tampoco es como si yo supiese si usted en verdad es novia de mi paciente. Le ruego que me entienda y se largue de una buena vez." Pidió el doctor antes de abrir la puerta entrar y cerrarla justo después de entrar.

"¿Donde está Christina?" Fue lo primero que preguntó el hombre al ver al fantoche del doctor.

"Buenas noches, señor. ¿Como se siente?" Dijo enseguida el señor mientras tomaba el historial médico de Iñigo y lo empezaba a revisar como si nada hubiese pasado.

Cásate Conmigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora