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Volver a casa jamás fue su plan inicial, sin embargo debido a las insistentes llamadas de su madre, a los mensajes de su hermano y a las múltiples suplicas de sus amigas había decidido regresar por las vacaciones. Aunque pronto esas dichosas vacaciones se convertirían en una estadía un poco más larga.

     Su jefe al darse cuenta de que regresaba a América donde necesitaban a alguien de toda su confianza para implementar las nuevas tecnologías en la planta no dudó en pedirle que se trasladará allá por un par de meses. Cosa que no le parecía del todo prudente, pero que al final terminó aceptando.

     Aquello sería una locura. Lo sabía, algo le decía que no sería una buena idea regresar al lugar donde todos sus problemas empezaron. Pero no pudo hacer nada para evitarlo. Y por eso se encontraba saliendo del vuelo que la había traído de regreso a América. De regreso a su casa.

     "Pareciese que tengo años de no verte, mi niña" le abrazó su madre cariñosamente.

     "Mamá, no es para tanto. Nos vimos el año pasado para Navidad y de eso hace apenas unos meses" dijo la chica rodando los ojos.

     "Eso porque yo te he ido a visitar. Tú nunca te dignas a volver a casa. Siempre nos tienes muy abandonados" reclamó de nuevo la señora pero besó la mejilla de la chica sin distinción alguna.

     "Ya, Caroline, deja de molestarla de una buena vez." Dijo su padre negando con la cabeza, desaprobando el comportamiento de su madre.

     "¿Cómo has estado, hija?" Preguntó en cambio su padre.

     "Bien, ya sabes. No ha cambiado mucho." Repuso encogiéndose de hombros.

     "Estas más delgada." Replicó de nuevo su madre "¿Estás comiendo bien? Con esa tu vida ajetreada que llevas ya no sé si estás cuidando de tu alimentación."

     "No te preocupes, mami. Estoy comiendo muy saludable. Más saludable que nunca." dijo suprimiendo el deseo de rodar los ojos.

     "Lo dudo... Pero ya habrá tiempo para regañarte, ahora vamos a casa. No espero para que veas todo lo que he comprado desde tu última visita"

     En realidad ella no conocía la casa en la que vivían sus padres. La habían adquirido cuando ella ya se había ido y no había regresado más. Había sido un buen regalo para sus padres. Después de vivir toda su vida con muchas limitaciones por fin había podido salir de todo aquello. Les había comprado una gran casa, con un jardín espectacular, piscina y múltiples habitaciones. Era más lujosa y bella que la de su arrogante tía que vendía una imagen de millonaria cuando todo lo que tenía no era más que producto de préstamos y deudas enormes. Lo que sus padres tenían era ahora de ellos y todo gracias al gran esfuerzo de una hija agradecida.

     Sus padres vivían como millonarios en un país donde lo que ella ganaba en un año era más de lo que los mejores profesionales ganarían en sus vidas. Y ella estaba feliz por eso. Porque sabia todos los sacrificios que sus padres habían pasado por ella... Por su educación.

     Amaba a su familia, amaba a su país y amaba estar de regreso... Pero muchas cosas habían cambiado. Ya no era una niña. Ya no era la fea y poca cosa que solía ser. Pero tenía miedo. Miedo a volver a serlo, miedo a volver a dejar que todas esas hirientes palabras llegaran de nuevo a su mente.

     Sin embargo no podía dejar que eso la detuviese en su vida. Una de las cosas que se había propuesto en este viaje había sido borrar su pasado de una buena vez. Lo conseguiría, conseguiría mostrarle a todos en lo que se había convertido.

Cásate Conmigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora