T r e i n t a

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     Iñigo la observó por un segundo, antes de reírse con la voz ronca. Christina tuvo que aceptar que era un sonido muy placentero y masculino, pero no pudo evitar que el enojo creciera en su pecho. Se estaba riendo una vez más de ella, como siempre lo intentaba hacer. Y francamente estaba cansada.

"No veo que te puede causar tanta risa." Espetó con sarna al verlo.

"Tú, tú me causas tanta risa. Dices cada locura que se te mete en la cabeza."

"¿Cada locura? He pasado una de las peores semanas de mi vida, y tú pretendes que me quede callada. Te odio Iñigo." Murmuró sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas, por lo que parpadeo rápidamente para evitar que el líquido salado saliera de sus ojos.

"No entiendo porque sigues repitiendo lo mismo." Dijo el chico olvidando su diversión al instante, al ver la cara de Christina.

"¡No lo entiendes! ¡Claro que no lo entiendes! Nunca entiendes nada. Cuando te fuiste, apenas y pude dormir un poco. Estaba muy preocupada, el clima estaba mal, y lo único que quería era saber que había pasado contigo. No me hablaste en todo el fin de semana. Trate de mandarte mil y un mensajes, pero ninguno lograba llegarte. Casi no pude descansar y en lo único que pensaba era en saber si habías llegado con bien. Te parecerá que soy la persona más exagerada y loca que has conocido. Pero yo soy así, por eso no quería aceptar tu propuesta. Cuando lo hice también tomé el compromiso de preocuparme por ti. Ahora entiendo que tú no piensas de la misma manera."

"No es eso, Christina. No he tenido mucho tiempo libre, ha sido un viaje de locos."

"Bueno, pero si que tuviste tiempo para hablar largo y tendido con Richard. No te pedía que me hablaras, con un mensaje bastaba. No creo que no hayas tenido un minuto para escribir un maldito mensaje."

"Yo no he habla-"

"Y, cuando llegó a tu maldita empresa, preocupada por tu bienestar, a punto de preguntar si algo malo había ocurrido, tu asistente me dice que has llegado con bien hacia días. Y que has tenido el tiempo para hablar con él pero no conmigo. Y aún así te trate de entender, se que eres una persona ocupada y por eso traté que tú falta de comunicación no me afectara. Y de nuevo yo muy idiota te decido mandar mensajes que sólo leías y no podías contestar. Pero con tu maldito asistente podías hablar todo lo que quisieras. Fue una semana muy estresante. Tuve que hacer mucho trabajo que ni siquiera me correspondía hacer, me he levantado muy temprano y me he ido a dormir muy tarde. Y el viernes en la tarde, cuando lo único que podía pensar era en descansar, tu asistente me manda un ultimátum. Si no llegaba a trabajar el sábado tendría que despedirme. Y, ¿sabes? No me importó un carajo. De todas maneras ya había pensado en renunciar." Terminó diciendo antes de darse la vuelta e intentar abrir la puerta de nuevo.

"Cálmate, hablemos de esto." Rogó el chico tomando los hombros de Christina para evitar que siguiera intentando salir del auto.

"¡No! Maldición, Iñigo. ¡Abre la puta puerta!" Gritó sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas de impotencia.

"¡Cálmate!" Ordenó esta vez abrazando su cuerpo. "Te vas a lastimar si continúas comportándote como una loca."

"¡Es que ese es el problema! Tú quieres hacerme sentir que yo soy la que está mal en todo esto, Iñigo. Tú eres el que no puede tener una relación normal. No pienso competir con tu empresa. Ni con tu dinero. Quiero ser una prioridad, y no solo una obligación más."

"Eres una prioridad. Todo el viaje me la pase pensando en ti."

"Pues no se nota" Espetó la chica. "No te pido que pienses en mi todo el tiempo, basta con que me mandes un maldito mensaje."

Cásate Conmigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora