Al llegar la noche papá me pidió que fuera a su despacho para charlar, estaba segura de que mi mamá le había metido alguna cosa en la cabeza después de que Montgomery personalmente llamara para decir que estaba castigada. Papá por lo general era un pastelito azucarado, muy pocas veces se molestaba con cualquiera de nosotras, para él mamá era su reina y sus hijas sus princesas, pero cuando papá se enojaba... pues... se enojaba.
Bajo las escaleras con fastidio y dirijo mis pies directamente al despacho de papá, doy tres toques suaves hasta que escucho el pase del otro lado de la habitación. Antes de haber bajado practiqué mi sonrisa de "soy una niña buena, soy inocente" así que antes de entrar la coloco en mis labios para finalmente abrir la puerta, mi mirada inocente choca con la de mi papá, quien como lo sospechaba está normal. Papá no está enojado, pero necesita mantener las apariencias por mamá. Papá haría lo que fuera por mantener a esa mujer feliz y si tiene que tener una charla incómoda con su hija, lo haría.
—Toma asiento, Daisy.
—Papá, no sé qué te habrá dicho mamá pero...
—Lo sé, cariño, ya sé que me dirás. Que no hiciste nada, que tu profesora te odia y que aquel chico que es nuestro vecino no te gusta, ¡ah! Y que es un idiota.
¿Papá me ha leído la mente? A veces los padres me causan escalofríos, como están tan seguros de que alguna cosa va a pasar y esas cosas se cumplen. Es como cuando de pequeños te dicen que no inventes en el tobogán del parque porque te podrás caer y partirte un brazo y, ¡bum! Tú no haces caso, inventas en el tobogán del parque y por consiguiente te partes el brazo. La boca de nuestros padres es poderosa, supongo que la experiencia es lo que habla por ellos.
—¿Cómo sabes...
—También fui joven, Daisy, hice mis travesuras en el instituto y una que otra vez me castigaron—lo miro sorprendida, pensaba que mi papá había sido un chico de excelentes calificaciones—. No me mires así, tal vez me gustaba estudiar pero no siempre me enfrascaba en los libros, a veces me gustaba ser un listillo y mis amigos y yo nos hacíamos bromas entre nosotros. Una vez nos descubrieron lanzándonos globos con agua dentro y terminamos en detención por una semana.
—Wow, descubriendo los secretos oscuros de mi papá. No sabía que eras un alborotador.
—Solo entre amigos, nunca nos metimos con los demás—Al menos no era igual que Connor y los intocables—. También tuve un profesor al que no le caía muy bien, bueno creo que nadie de su clase le caía bien, nos hizo la vida imposible, por un momento consideré que me odiaba. Y por supuesto, también tuve mi amor del instituto.
—Papá, por favor, tu no—suplico algo fastidiada con el asunto.
¿Cuándo van a entender que Connor Pirce y yo nanei nanei? Nada va a suceder.
—Tal vez no sea nada pero, ¿no has pensado que el chico tal vez guste de ti?
—Espera, ¿estas insinuando que le gusto a Connor Pirce?—proceso un poco las palabras pero finalmente explotó de la risa—. Realmente estás loco, papi.
—Tal vez no sea él y puede que seas tú la que sientas algo por él.
—Papá, ese chiste si no me ha causado gracia.
—Es que no entiendo por qué lo odias tanto.
—¡Porque me roba mis lápices! Por eso tuve que tomar otra caja de las tuyas.
—¿Te roba lápices?—arquea una ceja inquisitivamente.
Lo pienso un poco antes de responder, ¿Connor Pirce me roba los lápices? Oh no, señor, yo fui la tonta que le regaló los lápices. Si, regalar, no robar. Las palabras de Amy vienen a mi cabeza, ella me había dicho algo como que si una vez lo complacía no iba a parar de molestarme. Amy tenía razón y papá también, bueno, exceptuando la parte en que le gusto a Connor y que a mí me gusta él.
—Tal vez yo se los he regalado—suspiro en derrota.
De repente la puerta del despacho es abierta fuertemente dejando ver la figura de mamá, sus ojos brillan emocionados. Empieza a dar saltitos y aplausos para después acercarse a papá sentándose en su regazo y depositando no un beso pequeño sino uno con lengua y todo en mi presencia.
—¡Joder! Estoy aquí.
Ellos se separan, mamá me lanza una mirada de advertencia, ya sé lo que dirá, nada de malas palabras.
—Nada de malas palabras, Daisy Gabriela.
Y otra vez vamos con el puto nombre completo. Como no quiero morir tan joven no refuto sus palabras.
—¿Estabas escuchando detrás de la puerta?—papá la mira divertido.
—¡Claro que no! Yo solo pasaba por ahí y tal vez escuché algunas cosillas—Ruedo mis ojos y mamá lo nota, pero en vez de regañarme su sonrisa se vuelve más grande y más escalofriante—. Así que, ¿cuándo conoceremos a Connor, Daisy?
—¿Por qué tendrían que conocer a Connor?
—Porque el muchacho te gusta, ¿no?
—Cariño...
—Ella está loquita por ese muchacho.
La miro como si fuera una loca, poso mis ojos sobre los de mi papá y con suplica le pido que me deje ir.
—¿Puedo ir a mi habitación?
—Claro que sí, pequeña.
—Pero yo quiero saber cada detalle de Connor.
—Mamá, no—zanjo y por fin huyo de ese lugar.
Solo un consejo, nunca, pero jamás de los jamases pierdan los estribos frente a su familia y nombren a algún chico mientras actúas como desquiciada. Puede que tus padres sean tan raros como los míos y no lo sepas, además te atacaran con preguntas hasta dejarte seca.
Hola hola, pepsi cola :)
Les traigo este capítulo nunca antes visto de #RUL, un cambio radical que le he hecho a este libro es más la aparición de la familia Rogers, pienso que es lo más acertado y le da un toque divertido a la lectura :)
Este capítulo está dedicado a Maleja, espero que te haya gustado y lo hayas disfrutado<3 Ya elegí a varias personas de la dinámica anterior para las dedicaciones, creo que ya será hasta el otro año que haga otra dinámica.
Nos estamos leyendo <3
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Régalame un lápiz: Versión extendida.
Romance¿La típica historia de amor en donde el chico choca con la chica accidentalmente, se miran fijamente a los ojos y es amor a primera vista? Primero, no chocamos. Segundo, trato de no mirarlo. Y tercero, no creo que haya sido amor a primera vista. Él...