Capítulo 23.

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Despierto por un fuerte impacto en mi costado, mi sueño de estar comiendo costillas fritas con un gran vaso de Coca-Cola había sido interrumpido por aquello

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Despierto por un fuerte impacto en mi costado, mi sueño de estar comiendo costillas fritas con un gran vaso de Coca-Cola había sido interrumpido por aquello. Si, mis sueños tienden a ser de comida, no es algo extraño, cuando te gusta comer veras a la comida hasta en tus sueños, así como yo.

Sobre saltada, veo a mi hermana viéndome con una sonrisa maliciosa y una mirada desquiciada, ella realmente se lanzó sobre mí para despertarme de una mala manera.

—¿Estás demente?—pregunto despacio aun mirándola fijamente. Ella por su parte detalla cada espacio de mi rostro con esos ojos llenos de locura—. ¿Qué?

—Mamá me contó que Connor y tú estaban muy acurrucaditos ayer viendo una película.

¿Ven como es mi mamá? Sabía que estaba mirando desde alguna parte, estoy segura que papá también lo estaba solo que lo de él es por motivos muy diferentes, solo quería seguir protegiendo la castidad de su hijita.

—¿Por qué mamá y papá no pueden ser así de fastidiosos contigo y Mitchell?

—Porque aunque me fastidia admitirlo tú eres la nena de papi y mami—Christie por fin se baja de mi cuerpo pasándose a un lado sobre la cama—, aunque también pienso que la razón principal del porque ellos te molestan tanto es que tú, mi querida hermanita, te irritas por todo mientras que yo, tu hermosa y preciosa hermana mayor, no me interesa si me ven besándome con mi chico. Pero no tomes mi ejemplo, no dejes que papá te vea besando a Connor porque lo más seguro es que le corte el amiguito.

Me sonrojo, nunca sería capaz de besar a Connor frente a papá, me parece algo incómodo, más aun sabiendo que papá lo detesta solo porque Connor tiene sus ojos puestos en mí.

—Ahora no me cambies de tema, ¿esos arrumacos significa que ya son algo?

Vuelvo a sonrojarme, esta vez con más fuerza. Puedo sentir mis mejillas calientes.

—¿No?

—¿Por qué suena más como pregunta que como afirmación? —Dice ella entrecerrando los ojos.

—Porque no lo sé, ¿vale? Aunque él me gusta un montón, ya nos besamos, a ambos nos gustó y...

Christie empieza a chillar como una loca mientras da pequeños saltos en el colchón.

—Me encanta tener una hermana... Bueno, menos en esos momentos en donde te quieres apoderar del baño o que empiezas a fastidiarme.

—Yo nunca me apodero del baño y mucho menos soy fastidiosa.

—Te paso lo del baño pero sigues siendo una molesta hermana menor.

Ambas nos quedamos en silencio y rompemos en carcajadas. ¿De qué nos reímos? Realmente no lo sé, eso es lo que amo de Christie, por más que peleemos, nos delatemos o fastidiemos siempre podremos disfrutar de un momento juntas. Aunque no puedo mentirles, si, están esos momentos en los que quiero ser hija única.

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora