Capítulo 18.

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Me estoy dando los últimos retoques en el maquillaje, no es muy llamativo, trato que sea lo más natural posible

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Me estoy dando los últimos retoques en el maquillaje, no es muy llamativo, trato que sea lo más natural posible. Tengo un vestido de flores de colores de mangas cortas y mis vans negras, llevaré un pequeño bolsito con mi identificación, dinero y por supuesto, el celular.

Cuando estoy bajando las escaleras, escucho el timbre sonar así que me aproximo a la puerta, cuando la abro, me consigo con un Connor de cabello desordenado, tiene unos jeans negros ajustados y una simple camisa de spiderman.

—Estás hermosa, Daisy—dice observándome con una sonrisa.

—Gracias—susurro con las mejillas sonrojadas.

—Yo... emm... te traje esto—Me extiende una caja de color amarillo.

¡Me trajo una caja de lápices! Vale, un punto por originalidad... Además de que me los debía.

»Creí que era más oportuno traer esto a que unas flores o unos chocolates.

—Gracias, Connor. Es perfecto. Con esto ya has pagado todo los lápices que te he regalado, ¿eh?—Bromeo.

—Puede ser—Me mira sonriente—. ¿Vamos?

Asiento, guardo la caja de lápices en mi bolso y nos dirigimos a su auto que está estacionado frente a su casa. Abre la puerta del copiloto para mí y yo murmuro unas suaves gracias antes de subir.

Gracias a Dios, Connor no saca como tema de conversación el clima, si eso hubiese pasado, lo más seguro es que me hubiese lanzado del auto.

—Eres muy talentosa—menciona de repente.

— ¿Disculpa?

—Eres muy talentosa, señora lápiz. No solo la maqueta te quedó espectacular, sino también tus dibujos son muy buenos.

— ¿Haz viso algunos de mis dibujos?—alzo una de mis cejas.

—Cuando me dibujabas, Bart aprovechó la oportunidad y fotografió el dibujo—confiesa sonrientemente.

Puto Bart.

—Bart me ha traicionado—digo colocando una mano sobre mi pecho, ofendida.

—En realidad no. Bart es miembro de los intocables y la primera ley de nuestro grupo es siempre mantenerse leales a los otros.

—Eso es... tierno.

La sonrisa de Connor no puede ser más grande luego de ese comentario. Seguimos conversando en el camino sobre temas triviales hasta que llegamos al centro comercial.

Connor estaciona el auto en uno de los pocos puestos vacíos, apaga el motor para luego bajar del auto y aproximarse rápidamente a mi puerta para abrirla. Nunca pensé que Connor fuera tan caballeroso, realmente creí que era un idiota.

— ¿Qué pasa?—pregunta al sentir mi mirada

—Debo retractar mis pensamientos y disculparme—Connor me mira confundido y decido explicarle—. Pensé que eras un idiota, Connor. Ahora mismo me estás demostrando lo contrario.

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora