Capítulo 9.

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Este podría ser considerado uno de los peores días de mi vida

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Este podría ser considerado uno de los peores días de mi vida.

Primero, tuve que llegar con el idiota, cosa que trajo grandes consecuencia, los chismes empezaron a llegar a mis oídos y esto me había puesto más de los nervios. Con decirles que cinco chicas se me acercaron a la hora del almuerzo para preguntarme si Connor y yo éramos algo, luego, una chica que nunca antes en mi vida había visto se me acercó con cara de pocos amigos para advertirme que me alejara de su Connor, ¿pero qué coño le pasa a la gente de este instituto?

Lo segundo que me pasó fue que se me quedó el cuaderno de psicología, por consiguiente, el profesor no pudo corregir mi tarea, ahora tengo un gran cero en mi nómina de notas.

Y por último pero no menos importante, tengo tres horas de castigo.

¿Qué más podía pasar? Esa fue mi pregunta cuando estaba justo a las afueras del salón de detención de Montgomery. Otra nota mental importante, nunca te preguntes eso si tú día está yendo como la mierda.

Pero bueno, como yo lo pregunté, la respuesta fue que el idiota tenga castigo conmigo.

Cuando entro tranquilamente por la puerta del salón de la vieja Montgomery, la sorpresa que me llevo por ver a Connor Pirce en uno de los asientos es gigante. Está ubicado en una de las mesas más alejadas de la entrada con un lápiz en mano y una hoja sobre la mesa, con los labios levemente fruncidos y la mirada muy concentrada en... lo que fuera que estuviera haciendo.

Doy todo de mí para no prestarle atención y que mi mente omita que ese ser se encuentra en el mismo salón que yo. Me desplazo hasta una de las mesas más cercanas al escritorio de Montgomery—lo más lejos de Connor—, para luego tomar la silla y deslizarla hacia atrás tomando asiento. Saco mi cuaderno de dibujo junto mi pequeño lápiz y empiezo a trazar líneas en la hoja blanca, como siempre ellas no tienen ningún sentido.

No tengo una idea clara al dibujar, solo espero que mis manos hagan primero el trabajo antes que mi cerebro. Creo que esas una de las reglas de los artistas.

Deja tus manos y tú corazón hacer el arte, deja tú mente atrás para que tus sentimientos conviertan una hoja de papel en algo inimaginable.

Esa es mi regla, papá me la enseñó hace mucho tiempo, creo que cuando tomé un lápiz y una hoja para realizar mi primer dibujo. Eso es lo que he cumplido, siempre dejo que mis sentimientos abarquen toda una hoja de papel.

Mis pensamientos se dispersan cuando siento una respiración en mi cuello, volteo hacia mis espaldas encontrándome con el roba lápices, mejor conocido como Connor Pirce.

—Hola, Daisy.

—¿Qué quieres?—pregunto.

—Uhm verás, se me acaba de partir el lápiz por la mitad—frunzo mi ceño cuando me dice su tonta escusa, lo peor es que me muestra el lápiz partido por la mitad. ¿Cómo pasó eso?—. ¿Me podrías regalar un lápiz?

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora