Capítulo 35.

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Amy y yo habíamos planeado una tarde de películas, lastimosamente no podría quedarme en su casa ni ella en la mía

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Amy y yo habíamos planeado una tarde de películas, lastimosamente no podría quedarme en su casa ni ella en la mía. Primero, no podría estar en mi casa debido a que toda su familia estaría en la suya para celebrar las fiestas y segundo, yo no podría quedarme en su casa por seguridad.

La familia de Amy está loca, todos, cada uno de los miembros están como una cabra... Pero a los que más les temo son a sus pequeños primitos, en especial Tommy y Gus. No podía parar de pensar que ellos serían como los intocables cuando tengan unos años más, pero en versión malévola.

Si uno de ellos estaba las bromas eran algo suaves, pero cuando se unían era mejor que no estuvieras tan cerca de ellos. Yo había sufrido mucho, ellos eran el mal personificado, así que ni loca me quedaría en esa casa, ni que me pagaran un millón de dólares por quedarme solo una noche.

Al llegar a la puerta de los Butler, toco el timbre tratando de controlar los nervios y mentalmente le pido a todos los ángeles de la bondad y la felicidad que me ayuden a no encontrarme con los pequeños demonios.

Pero al parecer los Ángeles de la bondad y la felicidad esta vez no quieren ayudarme porque el que abre es Tommy.

Oh Tommy, el pequeño demonio andante, nunca superé que haya cortado una de mis coletas, tuve que cortar mi cabello por los hombros ya que ese ser de la maldad había dejado disparejo mi cabello. Lo único que le agradezco es que no haya cortado más arriba porque sino la peluquera no habría tenido otra opción que cortar mi cabello al estilo militar.

El niño me regala su sonrisa macabra, clásica de los demonios, puedo jurar que unos cuernos sobresalen de su cabeza.

—Daisy Rogers, mi juguete favorito.

¡¿Cómo es posible que un niñito que me llega a la cintura me asuste de esa manera?!

A sus espaldas, como si de un Ángel se tratara, aparece Amy a mi rescate, sabía que ella me salvaría.

— ¡Aleja ese demonio de mí!

—Tommy, ¿puedes irte a la cocina?—le pide Amy con voz suave.

¡A los demonios no puedes hablarles así!

—Tú no eres mi madre, no me mandas—responde hosco.

—Lo sé, Tommy, pero si no vas en este instante a la cocina le diré a tía Clarisse que rompiste su perfume favorito y estoy segura de que va a enfurecer cuando se entere que lo lanzaste a la cabeza de uno de tus compañeros del equipo.

— ¿Cómo te enteraste de eso?—Su rostro pierde color y abre sus ojos como platos.

¿El demonio asustado? Podría convertirse en mi hobby favorito el ver a Tommy asustado.

—Yo lo sé todo.

—Ya me voy—murmura mientras trota hacia la cocina, no sin antes lanzarme una mirada maliciosa.

Régalame un lápiz: Versión extendida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora