El Soldado Más Fuerte De La Humanidad

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Una semana después.

—Suficiente.

Aterricé con seguridad sobre mis pies y los ganchos volvieron a mi. Durante tres días había estado entrenando en un pequeño espacio abierto con pocos árboles. La idea era que imaginará estar en un campo abierto y que esos árboles eran los titanes. En un espacio sin obstáculos es prácticamente imposible manejarse con el dispositivo. Por ello, si aparece un titan, para matarlo hay que engancharse en el mismo e ir directamente a la nuca. Es más arriesgado, pero no hay otra opción.

Desde aquella pequeña discusión en el establo, Levi no me volvió a dirigir otras palabras que no tuvieran que ver con el entrenamiento. Podría decirse que estaba agradecida. Veía incensario mantener cualquier tipo de conversación con él. No me caía especialmente bien y sabía que yo a él tampoco. Por mucho que estuviera bajo su mando por un tiempo indefinido, no era parte de su escuadrón a demás de que prácticamente le obligaron a entrenarme. No me importaba si era un fastidio para él, por mucho que me hubieran salvado la vida, fueron ellos los que me atraparon en primer lugar. Puede que estuviera en la superficie, pero el precio a pagar era dar mi vida contra los titanes, algo que igualmente no me salvaba de la muerte y no sabía que resultaba peor. Incluso si deseaba luchar contra esos monstruos por arrebatarme lo que más ansiaba, sabía que las posibilidades de tener una muerte horrible eran todas. No tenía miedo a morir, pero si de la forma en la que lo haría.

Por ello, lo único que veía bueno de estar en manos de Levi era que nunca antes me habían podido atrapar, y fueron muchos los que lo intentaron. Pero él lo hizo, porque si bien podríamos estar paralelos en todo lo demás, la fuerza se la llevaba él. Siempre había presumido de ser fuerte. Nunca tuve problemas en derribar a toda clases de hombres, pero este en específico... Simplemente no pude quitármele de encima ni de liberarme de su agarre de hierro. Por lo que estaba agradecida de que la persona que me venció fuera la encargada de entrenarme. Aunque no me agradara, había algo en él que me hizo saber que era un hombre de respeto bien merecido. Parecía el modelo de soldado perfecto, y casi creía que lo era, a pesar de sus extrañezas raras... No sabía si era respeto o miedo, pero nadie se atrevía a llevarle la contraria.

Bueno, quizá la loca esa...

Por otro lado, durante el entrenamiento, todos los días pude localizar la presencia de Erwin en una de las ventanas, probablemente la de su despacho, observandome por unos minutos. Probablemente quería comprobar que tan rápido avanzaba, ya que pretendían llevarme a la siguiente expedición la cual aún no tenía una fecha concreta. Hoy busqué su mirada a propósito para hacerle saber que era consciente de su vigilancia. Erwin me la sostuvo por unos segundos. Nuestras miradas estaban llenas de promesas. Después, se apartó de la ventana una vez más.

—Continuaremos después de comer. No traigas el equipo contigo, ven ligera— Fue lo único que el azabache pronunció antes de retirarse.

Mi estómago se quejó, recordando el hambre que me daba el entrenamiento. El equipo de maniobras tridimensionales exige mucho al cuerpo humano y lo lleva al límite. Los músculos están en constante presión y movimiento. Al principio notaba la sobrecarga, pero rápidamente mi cuerpo se acostumbró a ello. Normalmente entrenabamos por la mañana y por la tarde, por ello, me extrañe un poco cuando me dijo que seguiríamos tras la comida sin el equipo.

¿Qué tiene pensado?

...

—¿Cómo va el entrenamiento?— Me preguntó Petra con su habitual sonrisa y tono alegre. Di un bocado a mi pan antes de responder.

—No lo sé. Supongo que bien. El capitán no me da una evaluación.

—Creo que eso es bueno. Al capitán no le importa si hiere tus sentimientos; si no vales para algo, lo dice sin más— No hacia falta que lo dijera, era algo obvio.

ℒℐℬℰℛℐ ➵ Wɪɴɢs ᴏғ Fʀᴇᴇᴅᴏᴍ 【Lᴇᴠɪ Aᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ】PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora