ℒℐℬℰℛℐ ➵ Wɪɴɢs ᴏғ Fʀᴇᴇᴅᴏᴍ 【Lᴇᴠɪ Aᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ】PAUSADA

Creer

Capítulo largo para compensar la tardanza. ¡Hay muchos sentimientos del capitán aquí!
Disfruten.

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Una vez más me encontré ante la puerta del cuarto donde Levi pasaba la mayor parte del día, aunque para mi se sentía como la entrada al infierno, con el mismísimo diablo esperando a consumirte el alma...

O almenos ese era mi caso. No era un hombre vil, de hecho pude darme cuenta rápidamente de lo buena persona que era en realidad, pero su actitud, conmigo en especial, apestaba. Parecía querer hacerme explotar, romperme como dijo una vez que haría. Parecía disfrutar molestandome y humillandome. Quizá siempre le caí mal y eso no cambiaría.

En el caso contrario, lo haría en breves.

Golpeé un par de veces la puerta y al segundo logré escuchar un débil "largo". Soltando un bufido golpeé de nuevo dos veces con más fuerza. Al otro lado escuché una silla siendo arrastrada y a continuación unos pasos que se aproximaban a la puerta, la cual se abrió bruscamente.

—No quiero tu papeleo, gafas de mier-—. Se detuvo abruptamente. Ligera sorpresa y confusión adornó su rostro al verme, pero tras dirigir su mirada a la pila de papeles la amargura la reemplazó, o en otras palabras, volvió a su estado original. —¿Eres la jodida asistente de Hange ahora?

—Sólo la estaba ayudando con el papeleo voluntariamente y me envió a entregarte esto—. Respondí fríamente, pasando por su lado para depositar la pila sobre el escritorio.

—¿Cuando te di permiso para entrar, mocosa?

—No iba a cargar esto todo el día, capitán—. Dije haciendo énfasis en su título.

Levi no dijo nada y se sentó de nuevo frente a su escritorio. Me dispuse a marcharme sin decir una palabras más.

—Sí tantos deseos de actuar como asistente tienes, traerme un té. Cuatro ojos ya cuenta con moblit.

Me detuve cuando alcancé el pomo de la puerta y fruncí el ceño. ¿Primero me ignora todo lo que puede permitirse y ahora me dice esto?

Sin decir nada salí de allí y con un suspiro derrotado me alejé para preparar el puñetero té.

...

Cuando volví con una taza humeante en una de mis manos, entré en su despacho sin pedir permiso, ya que no lo creí necesario. Levi alzó su mirada bajo los mechones de pelo antes de volver su atención al papeleo. Dejé la taza a un lado sobre su escritorio y Levi asintió en aprobación sin apartar la mirada del papel. De nuevo me giré para marcharme, pero su voz de metuvo una vez más.

—Permanece.

Parpadeé un par de veces en confusión, girando me ligeramente para mirarle. —¿Qué?

Su mirada se encontró una vez más con la mía, pero esta vez permaneció. —¿Tartamudeo cuando hablo? Siéntate.

Hice lo que me ordenó y tomé asiento frente a su escritorio. Que recuerdos a mis días de castigo, los cuales eran muy a menudo.
Me pregunté que querría. Tal vez regañarme por cualquier estupidez o ordenarme a ayudarle con el papeleo, pero Levi no volvió a hablar. En su lugar tomó un sorbo de té y continuo con el papeleo. Pasaron uno, dos, tres minutos y parecía haberse olvidado de mi presencia. Entonces lo comprendí.

Simplemente quiere compañía.

Le miré con ligera sorpresa. Que el frío obseso de la limpieza quisiera compañía, la mía, era algo extraño. Quizá simplemente le daba igual quien fuera y optó por la mía porque fui la primera persona que vino. Sí, eso tenía sentido.